domingo, 22 de agosto de 2010

viste que no vino?

VISTE QUE NO VINO?

Sólo el que pasó por la experiencia… o la está viviendo puede entender lo que es el ajetreo “pre 15”.
Fiesta grande, fiesta chica, grupos variados  u homogéneos, todos implican un millón de vueltas durante meses antes de llegar a la noche soñada… o padecida, depende de donde se mire.
Primero visitar salones y clubes, que la adolescente irá descartando por diversos motivos y que la madre sumando y restando terminará por decidir” es éste o ninguno”.
El servicio gastronómico, no es un dato menor, charlas, noches de sábado de un lado para otro, visitando fiestas ajenas para poder echar un vistazo a todos los manjares prometidos.
“Para qué si total los chicos no comen en las fiestas?” es el aliento de las hijas, pensando sólo en el baile, en el invitado especial, las coreo, la que no se bancan pero tienen que invitar lo mismo, el vestido y la coronita.
Una vez decidido el recinto y el servicio de gastronomía, llega el turno de las fotos, pantallas gigantes, luces, si son robotizadas, si tienen la luz negra o no, el Karaoke, las bolas de cristales, las puntuales y las miles de vueltas al parecer necesarias para divertirse, cuando sabemos que la alegría de grupo y el compañerismo en la noche tan ansiada es más que suficiente para hacer de esa noche un sinfín de estrellas.
¡Las tarjetas!, que simple, que tríptico, que perlada , que opaca, que con sobre, que con imágenes, etc, etc,… para ser vista dos segundos y guardadas eternamente en la caja de recuerdos o dentro de las amarillentas páginas de un libro.
Prueba de vestido, de peinados, de maquillajes, los exteriores, el video emotivo y así podría seguir eternamente, dejando de lado los infaltables imprevistos de último momento.
Pero las mamás, que somos por lo general las que nos encargamos de estos menesteres, tenemos un motor infalible para “sobrevivir a los 15” el amor que nos sale del alma y que es imposible explicar, esa necesidad de que nuestras princesas lo sean, con corona y todo, aunque sólo sea por una noche soñada y ansiada.
Esa bebé que creció entre demandas, pruebas, sacrificios, planes y todo la emoción en cada nuevo paso, está dejando de serlo, está tratando de encontrarse, de saber cómo es ella en realidad… aunque nosotras en su búsqueda fantaseemos con un lugarcito en el psiquiátrico más cercano.
Pero todo pasa, y saber que cada uno dentro de sus posibilidades hizo lo mejor que pudo, da sus frutos, satisfacción y expectativa por verlas esa noche, brillando felices y rodeadas de personas queridas.
Por fin luego de rogar por el clima, porque el vestido no se manche o arrugue a último momento, que el make up no se corra con la emoción, que no se corte la luz y si se corta que funcione el electrógeno, llegamos a la fiesta tan ansiada durante un año, ellas espléndidas y nosotras con suerte con los dos zapatos del mismo color y en el pelo algo que no se parezca demasiado a un nido de cotorras.
El salón brilla, las flores y los centro de mesas dan un tono  festivo, las luces aparentemente tienen vida propia como nos prometió el de la “publi”, las chicas saltan y gritan con sus vestidos de colores y los chicos tratan de acomodarse dentro de los sacos… algunos un poco holgados.
El vals, la pantalla con el divertido video de exteriores, el brindis, las tortas, el baile que inunda la pista con todo un abanico de edades dispuestos a vivir la ansiada noche.
Nosotras mirando a nuestras hijas, pendientes de sus sonrisas, de ojos iluminados, de que todo el sacrificio de tanto tiempo, rinda los frutos en cada segundo de esa noche que comenzamos a imaginar desde que estando con ellas en nuestro vientre, supimos que esperábamos “la nena”.
Por fin después de horas y horas y horas de atenciones a los invitados y disfrute a medias, controlando que todo salga bien, llega la hora de cerrar el telón a la noche que resultó cálida y alegre, feliz, acompañada, emotiva, salvo un par de incidentes adolescentes de los que suelen ocurrir.
Volviendo a casa, casi al amanecer, cargados de regalos, las medias rotas, los zapatos en la mano, restos de torta y algo de comida para el día siguiente ( amabilidad del servicio gastronómico), qué es lo último que espera escuchar una mamá al preguntar a su adorada hijita “ Y mi amor?, te gustó? Es lo que vos esperabas?
_Viste?… al final él no vino….

Patricia Figura, junio de 2010

Para todas las que alguna vez fuimos quinceañeras, para nuestras mamás y para nosotras mismas que ahora nos vemos envueltas en este baile, lo estuvimos o pronto lo estaremos y por supuestos a todas nuestras “princesas” que nos permiten vivir el milagro de vernos reflejadas en sus ojos soñadores cada dìa de nuestra vida.

3 comentarios:

  1. AMIGA COMO ME GUSTÓ...
    ME IMAGINO QUE TODA ESTA ANSIEDAD ,MIEDOS Y PREOCUPACIONES SON POR LOS ESTADOS QUE DEBES ESTAR PASANDO.
    TODO VA A SALIR DE 10...!!!
    ESTAREMOS PARA ACOMPAÑAR TAN IMPORTANTE MOMENTO.BESOS.RITA

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  2. jajjajaj lo hice cuando andaba por los preliminares!!!!!!1 ahora todo està jugado para que las elecciones hayan sido buenas y cada uno de nosotros aporte su alegrìa y emociòn. besos

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  3. me pusistes nerviosa!!!!!lo bueno es que todo salio bien y el que al final no vino??mejor asi!!ja

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