Marcados a Fuego.
Una vez más se dispuso a comenzar
el día con todas las pilas….como siempre.
Era
una máquina de hacer y generar nuevos desafíos.
Contagiaba a quien tuviera el
placer de encontrarse por un motivo u otro dentro de su mundo.
Era
bella? Si, o al menos lo testificaban los grandes modistos que habitaban el
planeta, jurados de belleza, cientos y cientos de tapas de revistas, en cuanto al espejo…era humana, como
todos, había días en que se veía y se sentía como para comerse el mundo, otros,
no tanto, pero lejos de desanimarla, descubría alguna otra faceta , otros
tonos, colores, gestos.
Clásica,
elegante, de sonrisa rápida, obsesiva, posesiva, encantadora, mundana,
cosmopolita, incansable, divertida, compañera…pero su fuerte era conocerse a sí
misma como si se hubiese diseñado antes
de nacer.
Tal
vez con el tiempo si, en parte era una creación propia, pero venía de buena
cepa, supo potenciarlo, nada la detenía cuando iba tras un proyecto, sabía
rodearse de quienes podían llevarlo a
cabo bajo su óptica…había aprendido a terciarizar, pero jamás se alejaba
demasiado de la fuente a producir…ella
era su marca y su sello.
Se había casado por primera vez
siendo casi adolescente.
Esas
historias donde la estrella del deporte queda obnubilada ante el candor y
belleza de quien con solo mirarlo fijamente lograba quedar “grabada a fuego”,
Por
supuesto que el matrimonio duró un suspiro, un suspiro intenso, inolvidable, que al recordarlo le dibujaba una
sonrisa soñadora y dulces evocaciones.
Pero
él supo que ella estaba para grandes cosas, no iba a ser una compañera de lo
que él vislumbraba como su futuro, retirado del medio, vida rural, lejos de las
luces y los flashes y con el alma
desgarrada la dejó en libertad.
Ella
no quería esa libertad, lloró, prometió e imploró…y finalmente la vida le
demostró que él tenía razón.
Con
los años la buscó, la felicitó, había seguido toda su carrera, él había formado
familia con un a tranquila muchacha de pueblo, tenía hijos…el brillo en los
ojos cuando la miraba estaba intacto…
Ella se casó nuevamente cuando
comenzaba su segunda década de vida, tuvo un marido intenso como ella,
le gustaban las reuniones, la buena mesa, los juegos de azar, era atractivo
inquietante, cuando ambos entraban a una fiesta, los ojos tanto masculinos como
femeninos se volvían imanes.
Tuvieron hijos amados, buscados y
disfrutados.
Ella
continuaba deslumbrando en las pasarelas, tenía amigas sólidas, amadas,
refugios, risas compartidas, leales, compañeras, que compartían diferentes
aspectos de su vida.
Era
pasional, necesitaba las pulsaciones al máximo, desafíos, adrenalina…pero a la
vez buscaba la estabilidad, la paz, el lugar seguro que jamás sería arrebatado.
Y lo logró.
Pero
antes tuvo que atravesar otra separación, esta vez con hijos en el medio,
resolver cuestiones personales, planteos, mantenerse firme y sobre todo fiel a
sí misma, ya no se encontraba en esa pareja.
Trabajaba
mucho, muchísimo, no conocía el cansancio físico, viajaba, conocía gente,
generaba contactos, se convirtió en empresaria, revisaba números, tendencias,
era objetiva con todo lo referente a su firma, el viejo continente la inspiraba,
junto a las historias compartidas junto a sus padres, jamás olvidados y siempre
ponderados.
En
plena vorágine llegó a su vida quien fuera a cumplir a su lado las Bodas de Perla…treinta años juntos.
En qué momento pasó todo?
Juntos
lograron un familión…compañerismo, charlas, pasión, “nos marcas a fuego” le
susurró él con voz ronca luego de hacer el amor una y otra vez.
A
ella le encantó.
Se estiró en su gran cama,
como un gato remolón, observó su lugar privado dentro del que era su hogar, se
despertaba feliz rodeada de pares de ojos significativos y amados, las paredes
cubiertas de imágenes que retrataban su larga, aunque pareciera corta, y grata
vida.
Sus
libros, gran lectora, sumaban grandes cantidades, en los cuales se imbuía y
abstraía de su propia historia de novela.
Sus
cremas, potiches, faciales, rubores, sombras, rizadores…un guardarropa siempre
renovado, clásico y vanguardista a la vez.
Sus
gafas, colecciones completas.
La
luz que entraba a raudales por los ventanales.
Por
momentos deseaba capturar todo en su mente, con total detalle, otras prefería
tener una memoria selectiva, nunca se veía igual, el aburrimiento y la desidia
no tenían lugar en su diccionario de palabras preferidas.
Se
levantó, iba a preparar su cafecito…a ver sus plantas, a recorrer sus rincones
mientras su cuerpo se ponía a tono con su espíritu.
Se
sentía plena. Se sentía feliz.
Patricia
Figura, mayo de 2020
Para
una lectora que no sólo disfruta y comenta mis cuentos, sino que aporta ideas y
sugerencias, los vive, los siente, me honra con eso.
Vos
sabés.