martes, 19 de febrero de 2013

EN EL MISMO LUGAR...


EN EL MISMO LUGAR.

Ese día, al igual que tantos otros, ¿cuántos miles? ¿podría sacar la cuenta?, se levantó al alba.
La miró dormir, su naricita apuntando al techo y la media sonrisa que jamás la abandonaba, ni siquiera cuando intentaba hacerle entender algo…lo que fuera que se negara a ver, pero ella sabía, ella entendía y de alguna manera, sin que se sintiera ofendido o dolido, terminaba entendiendo él también.
Su trabajo era así, su “otra”, sus tripas, su lugar donde también encontraba una familia paralela a la que formó,  un laburo en sus días adolescentes que comenzó como un juego donde el hermano mayor era el guía, la confianza y seguridad.
Se sumaron un par de amigos.
Uno se convirtió en un hermano más.
La facha, la alegría, la fama… todo en un entorno escolar…¿se podía pedir algo más?.
La timidez se iría con el tiempo.
Sus parejas fueron largas .
También hubo de los otros amores, esos que no llegan a serlo, pero que dejan su huella, para bien o para no tan bien.
Pasó a ver a los chicos, dormían como que el mundo les perteneciera…él colaboraba con esa paz, buena parte del día lo pasaba con ellos, los cuidaba, estaban a su “cargo”… por suerte podía disfrutarlos.
Los fines de semana muy de vez en cuando atenazaba la culpa, sobre todo esos domingos de sol radiante donde él encerrado en una caja hacía compañía a miles de oyentes y no podía tirarse en una plaza con su propia troupe.
Pero estaba su partenaire, que sabía transformar días de sol en aventuras mientras  “esperamos a papá”.
Se subió al coche, los mates los tomaría allá, en su otro hogar, mientras terminaba de despertarse.
Le parecía que su vida no tenía emociones dignas de trascender, siempre en el mismo lugar, haciendo lo mismo, día a día, mes a mes, año tras año.
Le quitaba chispa a su persona?
Había cambiado mucho en tantos años?
Se había estancado?
Lo bueno de conducir a esa hora es que solo tenía que preocuparse de los que cruzan a lo loco pensando que no hay nadie más dando vueltas.
Pero de alguna manera, si elegiste bien, no es siempre así?
Si todo está en orden, ¿para qué cambiar?
Otro trabajo lo haría feliz?. No, de ninguna manera.
Saber que en cada puerta había un rostro amigo, tenía precio?
Absolutamente ninguno.
Llegar a casa, a la tarde y encontrarlos…¿se podía comprar?
No.
Era un éxito.
De alguna manera estar rodeado de vidas que recomenzaron una y mil veces, donde los altibajos estaban a la orden del día, los cambios, las idas y vueltas, los finales no tan felices y comienzos lindando en parches y no en revanchas, le hacía creer por momentos que su vida podía ser aburrida ante ojos ajenos.
Más allá de cualquier contratiempo o dolor como cualquiera que esté vivo, la había pegado, era una buena vida.
Estacionó como de costumbre.
La vieja fachada lo recibía una vez más.
Un nuevo día comenzaba.
Otra vez estaba en casa.

Patricia Figura, febrero de 2013

sábado, 16 de febrero de 2013

UN RECUERDO IMBORRABLE.


Un recuerdo imborrable.
Hace miles de años atrás.
Cuando iba a sala de cinco, con muchos de los compañeros que después compartimos primaria y secundaria…la seño nos dijo que iríamos  a recorrer el barrio de la escuela y estábamos todos invitados a la casa de una compañerita que vivía cerca.
Era una linda sorpresa.
Había mucha excitación y alegría, conocer la intimidad de un compañero, saber cómo era su mundo, sus juguetes, su habitación, estar con su familia, merendar…nos portamos muy bien para que nada se cancele y la seño “Pocha” partió con dos largas filas mixtas tomadas de la mano.
La fachada me enamoró de entrada.
Era un medio hexágono, (no lo sabía en ese momento por supuesto) que ocupaba toda la ochava de la esquina, hacia una de las calles daban las puertas del garaje, una ventanita de persianas pintadas de verde oscuro y que terminaba, al igual que las demás con una medialuna de vidrios fijos.
A la puerta principal que daba a la bocacalle, se accedía por un minúsculo patio triangular, enrejado, ocupado casi por completo por una hamaca de dos asientos enfrentados, la puerta de madera tenía paneles repartidos y me pareció hermosa en su contraste con el verde de algunas plantas.
Hacia la otra calle, el frente continuaba con un tapial bajo con rejas que dejaban ver otro pequeño patio luz, con enredaderas y ventanitas coloniales.
Entramos y el vestíbulo nos recibió semi vacío, con varias puertas misteriosas que daban a él, una vitrina de madera y cristal llamó mi atención infantil porque adentro refulgía de cristales y porcelanas, pero lo que más me gustó era una muñequita vestida de española.
La nena de la casa estaba feliz y compartía todo, la mamá era un sol de persona, atenta, menuda, sonriente, nos convidó con jugo y masitas, los tablones de las habitaciones crujían a nuestro paso.
Me parecía un laberinto, pero a la vez tenía encanto, decidí en ese momento que la familia de mi compañerita debía ser muy feliz.
Volvimos, hicimos un trabajo acerca de lo que hoy sè, fue una “experiencia directa”.
Grande fue mi sorpresa, pocos días después, cuando de la mano de mi mamá, estábamos por entrar a visitar a sus tías,  y al mirar hacia la esquina veo la casa que tanto me había gustado.
Mi mamá me dejó que fuera a visitarla, me acompañó, y nos recibió la sonriente  señora de la casa, nos comentó que justo estaban por salir, pero no quería que me quedara con las ganas, así que decidió demorarse un poquito y que disfrutemos un rato juntas.
Bailamos en su habitación, con un combinado que tenía una mesita para trasladarlo de un lado al otro, me mostró el vestido que se iba a poner para el desfile que organizaba el colegio y que nosotras participaríamos.
En todo momento tenía en mi cabeza la placidez de la mamá, por lo general las madres, y me incluyo ahora, cuando estamos por salir, con chicos a cuesta, repasamos mil veces lo que tenemos que llevar, sobre todo si son trámites, nos fijamos si antes fueron al baño, si quedó todo ordenado, si se nos hizo tarde y por lo general siempre un imprevisto hay como para salir con el tiempo justo.
 Y ahí estaba la mamá de Roxana, jamás pongo nombres en mis cuentos o historias, pero ella quedó grabada a fuego en mi memoria y esto no puede ser para nadie más, tranquila y sonriente dándonos unos minutos para que yo no me volviera sin tener un ratito en la casa de mi amiguita que fue todo un descubrimiento ya que a lo de las tías iba mucho y jamás la había visto.
No se cuanto tiempo pasó después de esa visita, cuando recibí la noticia de que la mamá había muerto.
Aún hoy se me forma un nudo en la garganta.
¿Quién estaría abrazando a Roxana y a su hermanita?
¿Cómo una mamá podía morir teniendo hijas chiquitas que la necesitaban para vivir?.
En mi propia historia, mi mamá era el centro del universo, sobre todo, porque en los pocos divorcios que había en esa época, el papá no tenía un lugar donde compartir con los hijos… era un “enigma” donde vivía y donde encontrarlo… simplemente esperar a que pasara a buscar a sus hijos para un paseo.
Mi familia intentaba distraerme, recuerdo estar acostada en la cama de mi abuela, sin poder contener las lágrimas, no podía soportar el dolor de saber que había una vida sin mamá y que Roxana nunca más iba a poder contarle nada, ¿Quién se iba a ocupar de sus vestiditos? ¿De los zapatos que le quedaran chicos? ¿De encargarle los regalos de navidad?
El papá, me decían todos, quédate tranquila.
Ella no siguió en nuestro colegio.
La casa parecía cerrada.
Triste, ajada.
Muchos años después, siendo adolescente y ávida lectora, recuerdo que ese verano, leí sesenta y tres novelas de esas que jamás tienen menos de trescientas páginas… y no exagero… fui a vivir a pocos metros de esa casa, en la misma manzana, hacia el lado del patiecito luz del costado.
Habían transformado el garaje en un negocio de algo, no recuerdo qué, creo que era un kiosko, miré si estaba mi compañera, pero no la vi, sí me hice ¿amiga? de la nueva esposa del padre, creo que venían de Entre Ríos, donde el viudo se había vuelto a casar.
La segunda esposa era una persona enérgica, gritona, poco maternal, excepto con sus hijitos pequeños, parecía muy absorbente con su esposo y en general no tenía buen trato.
Conmigo si, porque cuando descubrí que en las estanterías, debajo de la mercadería, estaba todo cubierto de libros, entablé conversación volando y ella que era muy lectora también me ofreció intercambiar.
Un día reconocí a Roxana, creo que algo le hablé o le hice un comentario de nuestra infancia compartida en el jardín…ella no era muy comunicativa, tampoco era sonriente y dulce como la recordaba.
No supe acercarme.
No pude decirle que sufrí casi en carne propia su sufrimiento…que durante años ella y su mamá vivieron en mi mente y en mi corazón.
Al poco tiempo me fui de ahí, pero sin embargo, por un motivo u otro, esa casa que me encantaba , queda en mi itinerario varias veces al año.
Desde mi coche echo un vistazo y sigo.
No sé quienes viven ahora, le hicieron un par de agregados que no le quedan bien, está venida abajo.
En mi memoria la conservo con la imagen de mis cinco años.
Y lo más importante, la mamá de Roxana hace mucho tiempo que no brinda su calor a ese hogar.

Patricia Figura, febrero de 2013

viernes, 15 de febrero de 2013

DESDE EL PUPITRE...


Desde el Pupitre.
Llegó con su sonrisa pronta, toda la timidez del mundo, un guardapolvo prendido adelante y poco más que una carpeta simple, biromes y toda la expectativa de un mundo nuevo, ajeno a su pueblo, perdido y querido en el norte de la ciudad.
Era el nuevo.
Sencillo, humilde, tranquilo.
Presto para aprender, dar una mano, ofrecer su desconcierto ante tanto movimiento de gente, alumnos, profesores, preceptores en un colegio que le parecía un laberinto interminable.
Su tonada le daba una grata particularidad, en seguida hizo amigos… aún hoy forman parte de su entorno, de su vida, su familia y su trabajo.
Al principio apenas si separaba su pupitre del asiento, no quería molestar, sus ojos no se cansaban de mirar a uno y a otro, por momentos sentía que le hablaban en inglés…y era así, en la escuela nueva, de su nuevo lugar durante dos o tres horas semanales se hablaba ese idioma.
Cuando el año terminó, era uno más, totalmente incluido, desinhibido, travieso y con esa sonrisa tan linda y particular, que sin embargo no le daba la confianza que necesitaba…para acercarse a ella, de otra manera, no como su profe para las materias que necesitaba ayuda, no como compañera de vóley en los pic nics de primavera…para poder expresar con un beso todo lo que sus pensamientos le dictaban desde el pupitre.
Se sentaban relativamente cerca…no lo suficiente.
Eran amigos.
Era la “linda” entre las más lindas….
Le  demostraba el mismo trato que a todas sus compañeras, le hacía bromas, le contaba alguna anécdota de su lejano lugar, le encantaba cuando ella se reía, una carcajada fuerte que nada tenía que ver con su apariencia formal.
Belleza clásica, sin embargo voz grave y actitudes recias, nada de princesa, aunque en su hogar conservador había sido educada como tal.
Él dibujaba distraídamente con la punta del lápiz en su pupitre, mientras fingía escuchar a toda la retahíla de profesores que iban pasando horas tras horas.
Su impaciencia por llegar al colegio no era por lo académico.
Eso estaba más que claro.
¿Pero cómo traspasar esa fría distancia para tornarla más personal?.
Ella era mención de honor…siempre rondando la bandera.
¿Quién era él para tener una oportunidad?.
En los años finales de la secundaria, su corazón tenía bien claro que lo suyo era amor…solo uno de sus compañeros y amigo personal supo la verdad.
Pero…tampoco era de la idea de mezclar enamoramientos con las “chicas del curso”…”es para lío si después todo sale mal”…”me parece que un chico del club  le pidió arreglo”.
Sobre llovido mojado.
Su pupitre era testigo de ese ¿maquinal? dibujito que hacía invariablemente mientras las materias y los años se iban sucediendo.
El último día de clases, se acercó, cuando el aula quedó vacía, a ese viejo banco que lo recibiera cuando su ya querida escuela lo cobijó.
Pasó un dedo despacio por esa minúscula marca, camuflada entre sumas, restas, machetes, fórmulas de física y teoremas… era una inicial “su” inicial, la del nombre que le había provocado el primer nudo en el estómago, la que representaba esos ojos que podían ser helados, pero también muy cálidos y risueños, la que se dibujaba en el cielorraso en esas noches en vela.
Su secreto.
Celosamente guardado y solo con su hermano del alma había compartido.
Muchísimos años después, en una reunión de ex compañeros, entre anécdotas y confesiones propias de un momento íntimo entre pocos, por un segundo el hombre seguro, atractivo, bien plantado y con una notoriedad bien ganada con los años, volvió a ser por un minuto el adolescente tímido de pocas palabras.
Y casi en un susurro dijo.” Yo en la secundaria estaba enamorado de…” todos dieron vuelta la cabeza para mirarlo, había tanta ternura en su querido rostro que los abrazos y apretones amistosos le llovieron como si hubiera anunciado su boda.
Una pena que la musa inspiradora de ese sentimiento tan limpio que es un amor de secundaria, jamás haya sabido que había alguien que la quería mucho, que le gustaba y que tenía un corazón gigante para compartir.
Pero bueno, las historias de amor son así… y aunque pasen los años, los finales, por suerte… nunca se saben.

Patricia Figura, febrero de 2013

jueves, 14 de febrero de 2013

AMORES PAGOS...


Amores Pagos…

Caminaba apurada, con pasos cortos, sus piernas regordetas no le permitían  hacerlos largos y elegantes.
Tenía muy buen porte, le gustaba la ropa, buscarla, reformarla, darle un toque personal con algún detalle único, de ella, irrepetible.
Su cabello mucho más corto que en su lejana juventud, brillaba bajo el sol.
Perfume exquisito, de esas líneas de cosmético por catálogo, que vendía desde hacía años.
Siempre fue inquieta y pasional.
Oveja negra de una familia tranquila, prejuiciosa y conservadora.
Siempre estuvo presente para todo el mundo… a su manera, claro.
Matrimonio temprano, casi adolescente, engaños, promiscuidad, hijos adorados, divorcios, malos ratos, amantes.
Caros, de esos que se autotitulaban “maridos”… por ende estaban en “su” casa, comían de “su” comida y vivían de “su” sueldo mientras esperaban que se les diera alguno de los prometedores negocios en los que se embarcaban, se vendiera la casa que había sido del matrimonio anterior, vendieran el auto, se pusieran al día con las cuotas alimentarias, consiguieran un trabajo fijo… y así, año tras año, uno tras otro sostenidos por su ingreso que no era malo pero que estaba desbordado.
Divertida, coqueta, nerviosa… últimamente muy nerviosa, angustiada por momentos.
Quería viajar.
Quería salir a bailar, con gente de su edad y que tuviera su misma onda.
Casi no las había, o no estaban en su entorno.
Los problemas familiares la agotaban.
Se hacía carne de todos, si bien eran todos mayores, para ella no…las mochilas seguían colgando de su espalda.
Se registró en dos o tres foros de solas y solos.
Más de lo mismo.
Viudos acostumbrados a ser atendidos, cuyas hijas y nueras no estaban dispuestas a seguir las costumbres serviles de las esposas de antaño.
Divorciados sin una moneda, buscando acollararse sin pagar alquiler, ir en auto sin gastos de combustible y que contaban con poco más que lo puesto.
Solterones que no iban a dejar a la “vieja” a esta altura cuando la pobre no embocaba uno de toda la batería de remedios que tenía por día.
 Y los casados de siempre.
Fue a aprender a bailar tango… pero no era naturalmente una “percanta” y no le cuadró.
Conversando con una de esas amigas que se encuentran casi por casualidad una vez al año y que prometen verse o llamarse más seguido, le contó su pesar, su frustración, no servía para estar sola, aún en los cincuenta largos ¿seguía en los cincuenta?.... su sexualidad era demandante, sus necesidades estaban a la orden del día…y la imposibilidad de resolverlo la tenía malhumorada, triste, enojada.
_Por qué no hacès como yo?_ le dijo enigmáticamente la otra en la cola del banco donde cobraba su pensión por viudez.
_ Y qué hacès? No me vengas con juguetes o esas estupideces que te dice la Rampolla porque ya nomás te mando a vender almanaques_
_¿Qué juguetes? De carne y hueso!!!!! Yo soy a la antigua, no me vengas con el plástico_ se rieron las dos por lo bajo dando una ojeada alrededor por si estaban quedando medio sordas y hablaban fuerte.
_Esto queda entre nosotras…me entendiste? Mira que si se entera mi nuera es capaz de no dejarme ver a los chicos._ el tono conspirador mientras iba avanzando de lugar y se alejaba de los que en el zigzag azul quedaban al lado, aburridos intentando pescar alguna conversación interesante.
_Pero vos sos loca! A quién le voy a decir! Pero contame porque nos va a tocar y yo tengo que ir a buscar a mis nietos a la colonia.
_Tengo un gigoló_ los ojos se agrandaron y redujeron en dos segundos mientras lo decía, su ceja se levantó al mejor estilo  “novia de Roger Rabbit” ( o como se escriba).
_ Un QUEEEEEEEEEEEEE? _ ante el codazo de la otra cerró la boca.
_ Un amante… es uno fijo, lo llamo cada quince o veinte días, depende como ande con los gastos…. Viste que no es barato, pero por lo menos sé lo que me va a salir, viene, hace TOOOOOODO LO QUE TIENE QUE HACER Y MUY BIEN…. Nada de estar levantándole el “espíritu” yo primero….es un profesional_
_Y de dónde lo sacaste?_ la cosa empezaba a interesarle.
_ De una despedida de soltera de la hija de una vecina mía, de toda la vida, “repartió” tarjetas, es limpio, educado, brasilero, conoce muy bien su trabajo, es atento…que querès que te diga, después de mi marido, tuve dos “parejas” por decirlo de alguna manera, con los dos quedé con el recibo de sueldo al rojo vivo, laburaba todo el día como una negra, dentro y fuera de la casa, nunca quedaba un mango para salir… y en la cama, bueno, eran hombres grandes, preferían mirar la tele…_
Mientras asentía, conociendo ese tipo de historias a la perfección, la idea le quedó picando en su antigua y traviesa mente.
Les tocó el turno a ellas en sendas ventanillas.
“Por lo menos sabès cuánto te va a salir” , esa frase resonaba en su mente mientras manejaba hacia el club por donde debía buscar sus nietos para darles el almuerzo hasta que su hijo saliera de trabajar y los busque.
“Hace todo lo que tiene que hacer”… y después se va, listo, cero deudas, cero compromiso, cero recibo de sueldo presentado para sacar sus créditos, cero ronquidos a su lado, cero sentirse sola estando acompañada.
“Por qué no?” “A quién le hago mal?”, “Estoy cansada de los clavos o los casados, en definitiva ninguno sirve para salir, pasear, ir de viaje, unos por secos y otros por comprometidos”.
Igual, estaba acostumbrada a una pareja, por despareja que lo fuera.
A llegar a la casa y saber que no estaba sola.
A que mientras la cosa fuera bien, ella decía “mi marido”, era de otra época, la escolta era una necesidad, aunque le terminaran provocando cansancio y molestia… era el círculo del que no podía salir.
De todas formas agenda en su celular el teléfono que le pasó la amiga, “_decile que yo te di su número… después charlamos, me lo vas a agradecer toda tu vida”.
Bajó  rápido, era una andanada de autos y transportes escolares estacionados de cualquier manera.
Caminó con pasos cortos como le permitían sus piernas regordetas, los vio que le hacían señas tres caras sonrientes con sus mochilas veraniegas a cuesta.
Les hizo señas y fueron corriendo a su encuentro.
Todos se peleaban por contarle las novedades del dìa, por preguntarle què había de comer, por mostrarle el trabajo que habían hecho con el profe de recreación.
Subieron al auto, encendió el motor, el aire… se dirigió a su casa, todavía riéndose internamente de la conversación con su amiga.
Solo que ya no le parecía tan loca la idea.
Quién sabe…quién sabe.

Patricia Figura, febrero de 2013

viernes, 8 de febrero de 2013

En Circulos


En Círculos…
Caminaba de un lado al otro.
Subía las escaleras como si algo diferente pudiera aparecer en la planta alta.
Entraba a la habitación de los cachivaches, llamada elegantemente SUM, pero en realidad ahí estaba la ropa de recambio, la de invierno o la de  verano, bolsas con camperas cuidadosamente custodiadas por las bolitas de naftalina.
Las tablas de surfear, los libros escolares que hacía tiempo no se usaban, ya no era como antes que del primero al último de los hermanos estudiaba con el mismo.
Ahora las editoriales ofrecían una cornucopia de materiales nuevos cada año.
A valor petróleo.
Las cajas de juguetes que no fueron donadas, un recuerdo de cada hijo, para legar a sus hijos a su vez.
Un televisor de gran pulgada rodeado de  pufs multicolores para cuando algunos amigos se quedaban a una noche de pizza y películas.
Escondidos bajo un armario recuperado de alguna abuela, estaban los tarros de pintura para “retoque”, la máquina de coser, ultramoderna y casi sin uso y las fotos viejas…tesoros de una persona que ya no volvería a ser.
Se sentó en cuclillas y sacó la vieja caja cuadrada, cuyo frente mostraba un moderno electrodoméstico de los años cincuenta.
Tíos abuelos cruzados elegantemente de piernas, atusando cómicos bigotes le sonreían desde pesadas fotografías sepias.
Novias enamoradas, de semiperfil con ramilletes en sus manos y sonrisas de labios finos la miraban con aire monjil… alguna dedicatoria al final “Para mi amor en sus días de conscripción” “Para mamá y papá de su hija que los ama”.
Niñas con bucles largos, mejillas regordetas y rígidas muñecas de porcelanas semejantes a mimos.
_¿ Para quién guardo todo esto?_ se preguntaba mientras pasaba una tras otras las descoloridas imágenes.
Volvió todo a su lugar.
Entró en el cuarto de baño, amplio, luminoso, impecable.
Se miró en el espejo… se vio aburrida…no era un buen día, miró por enésima vez el celular… nada, ningún mensaje.
Cerró con fuerza y se dirigió al dormitorio de los chicos, ya estaban grandes, independientes, ausentes la mayor parte del tiempo.
El orden le dio escalofríos…no era una habitación con vida.
Hacía rato que se usaba muy esporádicamente, el mayor radicado definitivamente a 300km de distancia forjando sus estudios y su futuro, venía uno o dos fines de semanas al mes.
El menor, de vacaciones con novia y suegros… “llegamos bien, ma” quince días atrás, después lo que sabía era por comentarios en el face.
Fue a su propia habitación, fresca, luminosa, amplia….solitaria, por qué no era más decidida y llamaba ella?. Deambulaba en círculos esperando que él tuviera ganas de verla, que él tuviera tiempo para estar juntos, que él la extrañara… que él, que él, que él.
Le dolía la cabeza, buscó un analgésico y lo tomó.
Veía su cama, gigante y cómoda, tenía ganas de arrugarla con él, pasar esas horas en que el mundo se perdía entre sus labios y sus manos.
Era hábil, seductor, simpático, divertido, educado, ingenioso y escurridizo.
Su primer, ¿pareja? ¿amor? ¿compañero? ¿amante? ¿amigo? después de veinte años de casada y dos de divorciada.
Su primer permiso, pero no tenía cancha ni cintura para los juegos  de  voy y vengo.
_Sos muy caída del catre querida_ le decía su amiga y confidente_ abrí los ojos! Los tipos no quieren hacerse el novio, tuviste décadas de eso, ya no estás jugando a la casita.
_Qué tiene que ver como sean, estoy hablando de uno en particular, movió cielo y tierra para que salgamos, para que estemos juntos, para entrar acá ni te digo….ahora que está todo bien, que puede venir cuando quiere, podemos cenar juntos, salir, divertirnos, hacer el amor sin ningún tipo de problemas porque tengo la casa sola para nosotros… chau, si nos encontramos dos veces por semana es mucho._
_ Es que una cosa es que le gustes y quiera pasarla bien, charlar, compartir, pasar unas camas fantásticas sin esto sì o esto no… convengamos que después de estar veinte años con una misma persona, el cambio te habrá desenchufado….pero otra cosa es que su tiempo libre este destinado únicamente a vos._ le costaba hacerle ver que una relación con un hombre no era un segundo marido en potencia.
_Qué querès decir? Que tiene otra?, que es casado?_ el color de la cara le había cambiado radicalmente, estaba lívida como si hubiese encontrado a su esposo con otra en la cama.
_NO, no quiero decir nada de nada, no tengo idea de que planes tiene o con quien lo comparte, tampoco se si sigue interesado de la misma manera en vos, si fue algo pasajero, si lo que quiere es verse de vez en cuando… no tengo idea y por lo visto vos tampoco… o acaso querès darle “las llaves de tu reino” al primero que te hace malabares en la cama?_
_ Por favor!!!!!_
_Por favor vos! Estás grande, rompè la burbuja… hablà, tranqui, llamalo, invítalo a tomar algo, a comer, que se yo, lo que lo haga venir más rápido y después sin saltarle encima, hablen de lo que cada uno espera de esto que están compartiendo desde hace unos meses._
_Y si no aparece más? No estoy lista para seguir dando vueltas en circulo pensando, hablando y contestando todo sola… si espero a ver que pasa, si también me extraña, o se acostumbra a todo lo que compartimos?_
_Por Dios! Te estás escuchando? “ si se acostumbra” querès un animalito doméstico? De qué te sirve especular y dar vueltas como una leona enjaulada…. Tenès más de cuarenta años!!!!!!! Hablà y si el vago no quiere otra cosa que lo que ofrece, tómalo o déjalo…si así estás mal igual_
Después de esa conversación telefónica con su amiga, lo pensó durante un rato y en un acto de arrojo le envió un mensaje “Tengo ganas de verte, podes pasar un rato por casa?”.
Habían pasado cuatro interminables horas de eso.
Fue a la planta baja, puso agua a hervir nuevamente, se preparó un té, abrió la heladera, sacó uno de los alfajores de chocolate que le encantaban, prendió su equipo de música y abrió las ventanas que daban al frente.
Con un golpe en el corazón vio el coche de èl que estacionaba frente a su casa.
Se corrió para que no la viera, los colores y la alegría la invadieron como si hubiera estado bajo el sol, fue  volando al baño de abajo, se sacudió el largo cabello, se lavó las manos y la cara, dos gotas del perfume que tanto le gustaba, se sacó el viejo short estirado y lo puso en el tacho de ropa para lavar, fue hacia el lavaderito donde buscó unos de jeans que le quedaban muy bien con su bronceado veraniego, se anudó la camisita casi translucida en suave tono pastel.
Cuando él tocó el timbre, una sonrisa gigante se dibujó en su rostro…ella esperaba un mensaje, pero estaba en persona, mucho mejor, a dos pasos de sus brazos.
No sabía si iba a quedarse….probablemente si.
No sabía si lo iba a disfrutar o le iba a plantear lo que le aconsejó su amiga.
Solamente sabía que por un par de horas, seguramente iba a cargar sus pilas y ser muy feliz.

Patricia Figura, febrero de 2013