En Círculos…
Caminaba de un lado al otro.
Subía
las escaleras como si algo diferente pudiera aparecer en la planta alta.
Entraba a la habitación de los cachivaches, llamada
elegantemente SUM, pero en realidad ahí estaba la ropa de recambio, la de
invierno o la de verano, bolsas con
camperas cuidadosamente custodiadas por las bolitas de naftalina.
Las tablas de surfear, los libros escolares que hacía
tiempo no se usaban, ya no era como antes que del primero al último de los
hermanos estudiaba con el mismo.
Ahora las editoriales ofrecían una cornucopia de
materiales nuevos cada año.
A valor petróleo.
Las cajas de juguetes que no fueron donadas, un
recuerdo de cada hijo, para legar a sus hijos a su vez.
Un televisor de gran pulgada rodeado de pufs multicolores para cuando algunos amigos
se quedaban a una noche de pizza y películas.
Escondidos bajo un armario recuperado de alguna
abuela, estaban los tarros de pintura para “retoque”, la máquina de coser,
ultramoderna y casi sin uso y las fotos viejas…tesoros de una persona que ya no
volvería a ser.
Se sentó en cuclillas y sacó la vieja caja cuadrada,
cuyo frente mostraba un moderno electrodoméstico de los años cincuenta.
Tíos abuelos cruzados elegantemente de piernas, atusando
cómicos bigotes le sonreían desde pesadas fotografías sepias.
Novias enamoradas, de semiperfil con ramilletes en
sus manos y sonrisas de labios finos la miraban con aire monjil… alguna
dedicatoria al final “Para mi amor en sus días de conscripción” “Para mamá y papá
de su hija que los ama”.
Niñas con bucles largos, mejillas regordetas y rígidas
muñecas de porcelanas semejantes a mimos.
_¿ Para quién guardo todo esto?_ se preguntaba mientras
pasaba una tras otras las descoloridas imágenes.
Volvió
todo a su lugar.
Entró en el cuarto de baño, amplio, luminoso,
impecable.
Se miró en el espejo… se vio aburrida…no era un buen
día, miró por enésima vez el celular… nada, ningún mensaje.
Cerró con fuerza y se dirigió al dormitorio de los
chicos, ya estaban grandes, independientes, ausentes la mayor parte del tiempo.
El orden le dio escalofríos…no era una habitación con
vida.
Hacía rato que se usaba muy esporádicamente, el
mayor radicado definitivamente a 300km de distancia forjando sus estudios y su
futuro, venía uno o dos fines de semanas al mes.
El menor, de vacaciones con novia y suegros… “llegamos
bien, ma” quince días atrás, después lo que sabía era por comentarios en el
face.
Fue a su propia habitación, fresca, luminosa, amplia….solitaria,
por qué no era más decidida y llamaba
ella?. Deambulaba en círculos esperando que él tuviera ganas de verla, que él
tuviera tiempo para estar juntos, que él la extrañara… que él, que él, que él.
Le dolía la cabeza, buscó un analgésico y lo tomó.
Veía su cama, gigante y cómoda, tenía ganas de
arrugarla con él, pasar esas horas en que el mundo se perdía entre sus labios y
sus manos.
Era hábil, seductor, simpático, divertido, educado,
ingenioso y escurridizo.
Su primer, ¿pareja? ¿amor? ¿compañero? ¿amante?
¿amigo? después de veinte años de casada y dos de divorciada.
Su primer permiso, pero no tenía cancha ni cintura
para los juegos de voy y vengo.
_Sos muy caída del catre querida_ le decía su amiga
y confidente_ abrí los ojos! Los tipos no quieren hacerse el novio, tuviste décadas
de eso, ya no estás jugando a la casita.
_Qué tiene que ver como sean, estoy hablando de uno
en particular, movió cielo y tierra para que salgamos, para que estemos juntos,
para entrar acá ni te digo….ahora que está todo bien, que puede venir cuando
quiere, podemos cenar juntos, salir, divertirnos, hacer el amor sin ningún tipo
de problemas porque tengo la casa sola para nosotros… chau, si nos encontramos
dos veces por semana es mucho._
_ Es que una cosa es que le gustes y quiera pasarla
bien, charlar, compartir, pasar unas camas fantásticas sin esto sì o esto no…
convengamos que después de estar veinte años con una misma persona, el cambio
te habrá desenchufado….pero otra cosa es que su tiempo libre este destinado únicamente
a vos._ le costaba hacerle ver que una relación con un hombre no era un segundo
marido en potencia.
_Qué querès decir? Que tiene otra?, que es casado?_
el color de la cara le había cambiado radicalmente, estaba lívida como si
hubiese encontrado a su esposo con otra en la cama.
_NO, no quiero decir nada de nada, no tengo idea de que
planes tiene o con quien lo comparte, tampoco se si sigue interesado de la
misma manera en vos, si fue algo pasajero, si lo que quiere es verse de vez en
cuando… no tengo idea y por lo visto vos tampoco… o acaso querès darle “las
llaves de tu reino” al primero que te hace malabares en la cama?_
_ Por favor!!!!!_
_Por favor vos! Estás grande, rompè la burbuja… hablà, tranqui, llamalo, invítalo
a tomar algo, a comer, que se yo, lo que lo haga venir más rápido y después sin
saltarle encima, hablen de lo que cada uno espera de esto que están compartiendo
desde hace unos meses._
_Y si no aparece más? No estoy lista para seguir
dando vueltas en circulo pensando, hablando y contestando todo sola… si espero
a ver que pasa, si también me extraña, o se acostumbra a todo lo que
compartimos?_
_Por Dios! Te estás escuchando? “ si se acostumbra”
querès un animalito doméstico? De qué te sirve especular y dar vueltas como una
leona enjaulada…. Tenès más de cuarenta años!!!!!!! Hablà y si el vago no
quiere otra cosa que lo que ofrece, tómalo o déjalo…si así estás mal igual_
Después de esa conversación telefónica con su amiga,
lo pensó durante un rato y en un acto de arrojo le envió un mensaje “Tengo
ganas de verte, podes pasar un rato por casa?”.
Habían pasado cuatro interminables horas de eso.
Fue a la planta baja, puso agua a hervir nuevamente,
se preparó un té, abrió la heladera, sacó uno de los alfajores de chocolate que
le encantaban, prendió su equipo de música y abrió las ventanas que daban al
frente.
Con un golpe en el corazón vio el coche de èl que
estacionaba frente a su casa.
Se corrió para que no la viera, los colores y la alegría
la invadieron como si hubiera estado bajo el sol, fue volando al baño de abajo, se sacudió el largo
cabello, se lavó las manos y la cara, dos gotas del perfume que tanto le
gustaba, se sacó el viejo short estirado y lo puso en el tacho de ropa para
lavar, fue hacia el lavaderito donde buscó unos de jeans que le quedaban muy
bien con su bronceado veraniego, se anudó la camisita casi translucida en suave
tono pastel.
Cuando él tocó el timbre, una sonrisa gigante se dibujó
en su rostro…ella esperaba un mensaje, pero estaba en persona, mucho mejor, a
dos pasos de sus brazos.
No sabía si iba a quedarse….probablemente si.
No sabía si lo iba a disfrutar o le iba a plantear
lo que le aconsejó su amiga.
Solamente sabía que por un par de horas, seguramente
iba a cargar sus pilas y ser muy feliz.
Patricia Figura, febrero de 2013