sábado, 14 de marzo de 2020

Fue sólo eso


Fue sólo eso…

La ducha de su baño en suite se escuchaba copiosa.
El celular de su marido puesto en silencio se encendió un par de veces… lo miró resignada, siempre trabajo, hasta los fines de semana lo llamaban de una u otra sucursal.
Pero como así se pagaban las mayorías de las cuentas familiares, no  protestaba, como tampoco ante los asiduos viajes de un lado al otro donde la empresa tenía sucursales.
Comenzó a vibrar en llamada, se escuchaba a su esposo tarareando la canción emblemática del grupo local que hiciera aún más glorioso el club de sus amores.
Se acercó a buscarlo, si era tan insistente podía ser que  algo había pasado, se lo alcanzaría al baño.
Lo tomó justo cuando la llamada se cortó
Apareció la señal de msj de whatsap con el contacto de “sucursal 2”.
Lo abrió para avisarle a él.
¿Por qué hizo algo que no hacía jamás?
En lugar de simplemente pasarle el móvil como tantas veces, esta vez lo abrió, y leyó.
“Te extraño”.
Así de simple.
Así de claro.
Y no era un slogan.
La vista se le nubló, ¿Cuál sería la explicación lógica?
Las sucursales no hablan, no escriben y ciertamente no “extrañan”.
Pero las personas que trabajan ahí si.
Jamás en treinta años juntos tuvo un solo motivo para desconfiar de él o de su trabajo, fue a todas las fiestas de fin de año laboral, así como él la acompañaba a las suyas.
Nunca en treinta años, estando él en la ciudad, dejó de ir a los actos escolares de sus hijos, al pediatra, a cenar con amigos, a tomar mates a la costanera, “estando él en la ciudad”.
La ducha ya no enviaba su cadencia regular.
Él aparecería desnudo secándose con el toallón su abundante cabello, en cualquier momento todo tendría una explicación…
Solo atinó a alcanzarle el móvil, que él tomó distraídamente mientras continuaba con lo menester luego de un baño.
“Lo leí”…fue todo lo que dijo, su palidez expresó el resto.
El lentamente se fijó, extendió ambos brazos en señal de abatimiento.
La miró y solo susurró “perdón”, no le dijo nada más, ni se justificó, ni intentó explicar nada…tragó fuerte y bajó la vista.
Ella sentía que todo giraba a su alrededor…miles de pensamientos se agolpaban “por qué no se ríe  tomándome el pelo?” “Por qué no me da una explicación que provoque mi tranquilidad?”, “ Por qué no grita así grito yo también?”.
“Me equivoqué, me equivoqué, no hay nada que pueda decir para justificarme…se me …me…”, levantó nuevamente los brazos….
“Perdón”…se vistió despacio, ella estaba muda, sentía que iba a desvanecerse…era una pesadilla y lo único que quería era que suene la alarma del celular para despertarse.
“Si querés que me vaya unos días…”, “si querés hablamos en otro momento…sé que no tengo perdón, no es algo que te haya hecho a vos o que tenga que ver con lo que somos nosotros...te amo y amo lo que tenemos como familia”.
No la abrazó fuerte, no le rogó que lo perdone, no le dio ningún tipo de explicación por qué estaba agendada como “sucursal 2”.
Todo eso llegó después.
Luego de una serie de días en que ella estaba como una zombie en camisón y pantuflas, pasó a un estado de enfurecimiento ante cada llamada de él o mensaje.
Después de unos meses en que todo fue un gran maremoto de emociones familiares, discusiones, treguas y donde la vaga explicación fue que se trató de una aventura absolutamente estúpida y pasajera, jamás había dudado o puesto el corazón en ese encuentro…estaba agendada así porque esa persona había estado contratada en una de las sucursales, ya no la veía, ese mensaje era de despecho… y había logrado su cometido.
La invitó a viajar, no en familia sino solos, respetando por supuesto los tiempos de ella…pero ya no “soportaba dormir sin abrazarla, extrañaba su perfume, su calor”, los chicos ayudaron a convencerla y la pareja viajó.
Enviaban fotos soñadas en playas más soñadas aún.
La risa y la alegría volvieron a ella, una tarde no vale treinta años de compartir todo, si bien eso debió pensarlo él, ella podía llegar a perdonar, no olvidar, pero era consciente de que pudo haber sido al revés…. “Sería el tan comprensivo?”
Uno de los hijos, no tenía la veta romántica tan a flor de piel, o era desconfiado por naturaleza, o no creía en los finales felices y punto, para él siempre había comas.
Mientras sus padres estuvieron de viaje, se dedicó a investigar.
La época da herramientas de sobra.
Y tan cierto es que el que busca encuentra, es que el que espía pocas veces sale favorecido en la búsqueda.
De manera que no fue “sólo eso”.
Su increíble padre, amado por todos, llevaba literalmente una doble vida desde hacía poco menos que dos décadas, con otra serie de amigos, otros cuñados, otros sobrinos…y lo más doloroso, otra hija, mucho menor que ellos.
Realmente que era impensado en la era de las selfies, y de la pública vida on line que hubiera podido disfrazar todo esto, teniendo en cuenta que la otra familia vivía no solo en la misma ciudad, sino que no muy lejos de ellos.
Por supuesto, la “sucursal dos” sabía perfectamente de la existencia de ellos….alguien resignaba cumpleaños, navidades, fines de año…
Con el corazón destrozado, sólo una frase torturaba su mente “cómo decírselo a mamá”.


Patricia Figura, marzo de 2020