Daños Colaterales…( final de la
saga “Te voy a lastimar”, “A mí no me hiere nadie”)
“Violetas para Nadie”, el título
de ese legendario cuento de Poldy Bird que tanto la marcara en su adolescencia,
volvía una y otra vez a su mente.
Recordaba habérselo leído en voz
alta a su amiga y compinche una de las noches antes a que cada una partiera por
estudio a lugares diferentes, le había calado hondo en el corazón, su amiga se
reía con esa voz grave diciéndole una y otra vez “eso no te va a pasar… quien
se enamore de vos va a valorarte desde el minuto cero”, “inspirás protección”….por
qué venían esos recuerdos justamente ahora a su mente?
Sabía
demasiado bien por qué.
Seis años habían pasado de esa
noche fatídica.
Esa noche en que su mundo se
había venido abajo.
Esa
noche en que su familia fue arrasada por un tsunami.
Esa noche en que supo que nunca,
nada, jamás iba a volver a ser como fuera…su burbuja de amor, cuidado, respeto,
contención, seguridad y alegría se había destrozado.
Él
creyéndola dormida la había tomado por los hombros y le había dicho “tenemos
que hablar”.
Cuando vio sus ojos hinchados,
conociéndola tanto se dio cuenta de que había estado llorando.
Perdió
el equilibrio y la decisión,
esos ojos lo desarmaban, era tan
hermosa, tan suya, tan única, no soportaba ver el dolor en su rostro tan amado.
Su cuerpo aún guardaba los
rastros de esa pasión volcada en el cuerpo de quien le trastornara la cabeza
desde que la viera por primera vez.
Se
mordió los labios.
No
podía argüir que fue una debilidad, un error que terminó antes de comenzar, que
lo había llevado al borde del abismo…era una excelente mujer y la hermana del
alma de su propia esposa.
Existe algo peor?
Por qué era una desgracia por
donde se mirara?
Cuál era el camino?
Irse a vivir a marte lejos de
todo y de ambas?
Una vida sin la cotidianeidad de
su hogar maravilloso, cálido, con hijos increíbles?
Intentar
una vida con quien le hiciera temblar el vientre de sólo pensarla?
Si unos meses antes alguien le
hubiera dicho que iba a estar en esta encrucijada, se hubiese reído con ganas y
se hubiera atrevido también a jurar que no existía tal posibilidad.
Y ahora estaba en el centro del
remolino sin poder nadar para salir de él.
Ella
lo había mirado sin alentarlo a hablar.
Él
la miraba con un rostro atormentado como jamás le viera.
No
había suspiros.
Contenían
inconscientemente la respiración esperando que el otro diga algo.
_ Te amo con toda el alma y sin
embargo te traicioné de la peor manera, no hay nada que pueda decir para
justificar esta monstruosidad que me está pasando, no puedo negarla, no puedo
hacer de cuenta que no pasó, no puedo darte una actuación para no destruir tu
mundo que también es el mío_ lo dijo sin libreto previo, con los ojos anegados
en llanto y la voz estrangulada.
Una lágrima silenciosa rodaba por
el rostro de ella, había perdido toda furia, toda energía, estaba aterida de
dolor…cegada como si mil faroles alumbraran sus ojos, a pesar de estar en la
penumbra de las luces bajas de su dormitorio.
No le preguntó por qué había
estado llorando ella, ni remotamente pensó que había sido testigo de esa mutua
declaración de ¿amor?.
_Te amo, te amo tanto tanto, y a
los chicos, a nuestro hogar, nuestra vida tranquila en este pueblo, amo las
reuniones con nuestras parejas amigas, los veraneos juntos los cuatro…no debe
haber tipo en el mundo más agradecido a la vida que yo… y sin embargo, les
fallé, con un acto mío, personal, de mi responsabilidad…sé que los destruí a
todos de alguna u otra manera_ estaba
pálido, tembloroso, toda la vitalidad que desplegó en esa pasión salvaje,
incontrolable con la amiga de su mujer, lo había abandonado por completo, se
sentía un zombie.
Ella
no reaccionó como lo hubiera hecho horas antes de ser testigo involuntaria de
esas declaraciones demoledoras en la sala de su amiga.
No le preguntó de qué hablaba, a
qué se refería, no lo abrazó fuerte diciéndole que todo tenía solución,
mientras estuvieran juntos todo lo podían.
En
otro momento hubiera creído que él se refería a un desorden financiero, un
error inmenso en lo profesional…cualquier cosa menos que había estado dentro
del cuerpo ávido de otra mujer.
Y
que esa mujer era la mejor amiga, de toda la vida de ella.
Fue una noche larguísima,
dolorosa, en un momento de la misma ella fue como una autómata a abrir las
ventanas de su habitación que daba al jardín…inhaló como si hubiera estado conteniendo
la respiración contra su voluntad.
El
no ofrecía una solución.
No
la tenía.
“no
la hay” dijo él en un momento, desesperado ante el mutismo de ella, “eso no es
cierto”, dijo ella por fin “las soluciones son eso, soluciones, ni lo que
ansiamos, esperamos o deseamos, es resolver de la manera menos dañina posible
un problema”.
Mientras
fue asimilando el golpe, la muerte de su vida tal y como la conocía, ante el cadáver
mismo de su matrimonio, fue descubriendo su resiliencia, no iba a morir, no esa
noche, no ante la traición de los que amaba…no lo merecían.
El aún con su camisa transpirada,
el sudor agrio de la adrenalina, sentado en el piso y apoyado contra el costado
de la cama, sus pantalones siempre impecables eran una sola arruga, los
cabellos que unas horas antes habían sido enredados en dedos largos y
lujuriosos, estaban en desorden de tanto pasarse las manos en gestos
desesperados, vio que iba amaneciendo.
Su mujer, en adorable camisolín,
como era su costumbre, se las compuso para preparar el desayuno de los niños,
despertarlos, y saludarlos en la puerta cuando se dirigieron a su cercano
colegio, ante las preguntas de su nariz y ojos enrojecidos les dijo que debía
tener gripe, que luego del contra turno fueran directamente al club y finalmente volvieran a
casa a la tardecita.
Para
ese entonces ya habría comenzado lo que sería el resto de su vida.
Llamó por teléfono a quien amara
como si fuese hermana de sangre, “nos debemos una conversación” le dijo…silencio del otro lado, luego de un momento
un “voy” apenas susurrado se dejó oír por respuesta.
Era como si se vieran por primera
vez, pero absolutamente diferentes a ese primer “hola” de toda una vida atrás.
La mesa de la cocina los reunió a
los tres, la amiga no pudo dejar de ver la devastación de los rostros de ese
matrimonio perfecto hasta que ella llegara.
No soportaba la distancia con
ella, ese abrazo fuerte, su risa contagiosa y siempre pronta.
Eran tres fantasmas, pobres
restos de lo que habían sido días atrás.
_No hay marcha atrás, no se puede
deshacer lo que ya está hecho, alguna vez se iban a conocer y tarde o temprano
evidentemente esto iba a pasar..les creo cuando dicen que nadie buscó que esto
sucediera, porque soy testigo que la que más insistió en todos estos años para
tenerlos a ambos bajo mis alas fui yo_ rio de una manera triste y sarcástica,
se asombró de su autocontrol, de la claridad de sus palabras, de la fuerza que
nacía del dolor.
_No hay magia, no nos vamos a
despertar de esta pesadilla a pesar de que nos pellizquemos….como supuestamente
soy la “victima”, junto a mis hijos por supuesto, tengo derecho a pedir de
hacer este duelo en soledad, eso quiere decir que, al menos por un tiempo no
quiero verlos, olerlos, escucharlos…y mucho menos convivir_ esto último lo dijo
mirándolo fijamente a él._ no quiero verlos juntos, ni separados, no quiero
saber qué pasó o no con uds…no quiero compartir actos escolares, entregas de libretas,
fiestas, reuniones de pueblo, nada, nada de nada con ninguno_
_Voy a pedir un traslado a otro
pueblo, o al fin del mundo, donde sea, necesito que entiendas que esto no es
contra vos_ la que hablaba era la amiga_ Soy sola, puedo organizarme, pero por
favor no puedo deshacer mi historia con vos, fuiste la familia que elegí de
toda la vida, te juro que esto ni siquiera fue alimentado, no sé qué decir.
Ella
la miró desde su nueva coraza, desde otro lugar, como si fuera una desconocida,
no le respondió.
Se convino que ella dejaría a los
chicos en la casa con el padre por unas semanas, se iría a la pequeña ciudad
donde vivían sus padres, pediría una licencia especial por salud, fue irónica
al decirle que podía hacerle el certificado médico, tomaría distancia y
necesitaba hacerlo sola.
Ellos podían continuar como se
les diera la gana, pero no iba a perdonar el daño que le infringieran a los
chicos.
Esas semanas se fueron sucediendo
una a otra, al principio en medio de un dolor lacerante, sus padres la mimaron,
la cuidaron, jamás hablaron mal de él o de la amiga y ella mentalmente lo
agradeció.
Él
la llamaba todos los días, ella nunca respondió, cosa curiosa, no extrañaba a
los chicos, no extrañaba sus muebles, su jardín, su cocina…era como el águila
que se aísla para renovar sus partes viejas.
Hablaba con los chicos, los
tranquilizó con respecto a su salud, les pidió que fueran tan sanos y fuertes
como siempre, que la vida a veces cambia de un momento para otro y eso no
siempre tiene por qué ser malo, simplemente es otro rumbo, otra dirección y
otras personas se cruzan en ella.
Esas
semanas se transformaron en meses, organizó un traslado laboral que no tardó en
salir
Solo
habló con él para ponerse de acuerdo con respecto al cambio de colegio y dirección
de los niños, naturalmente pasarían feriados, y vacaciones con él, la casa se
vendería, ella no tenía apuro, estaba muy bien donde estaba.
Nunca volvió a hablar con ella
más allá de que su amiga lo intentara, no abrió ninguna de sus cartas y tampoco
los mails que iban directamente a correo no deseado.
Sus padres dieron amor y cobijo a
todo el grupo de expatriados, con el tiempo se fue sintiendo más fuerte, más
tranquila, sus compañeros de trabajo eran un tema aparte, nunca preguntaron,
pero siempre estuvieron, algunos eran compañeros de escuela de tantos años
atrás.
Sólo cuando se firmó el divorcio
al que él se negara en un principio, se permitió llorar, mucho, lloró hasta que
las lágrimas se agotaron, lo hizo sola , ignoraba si él continuaba o no con
quien fuera su amiga, lo que importaba es que el hombre con el que ella había
vivido tantos años y a quien amara ya no era el mismo.
Ya
no confiaría más en él.
Y como la vida ofrece revanchas,
resarcimientos o como quiera llamarse, un día descubrió que en la sala de
profesores siempre la esperaba un bombón, un chocolate, una oblea, una flor.
Sabía de quien venía, era profe,
era colega, era su novio de cuarto grado, era su primer amigo en ese nuevo
lugar, era quien se había bancado interminables cenas escuchando una historia
que dolía cerrar, era el que le obsequiaba miradas de deseo, pero también un
abrazo compañero .
“violetas para nadie”… por qué su
mente repetía ese título una y otra vez?
Es que este nuevo amor, esta
nueva oportunidad llegaba tarde?
Es que ella ya no creía en la
lealtad de una pareja?
O tal vez porque quien fuera su
amiga había reído al escuchar ese cuento hacia siglos atrás y le decía que a
ella se la valoraba y cuidaba desde el primer momento.
No
tenía todas las respuestas a sus propias preguntas.
Pero
se sentía bien, viva, libre…tenía momentos de felicidad que eran intensos, le
gustaba el nuevo hogar que había armado para ella y los chicos, le gustaban sus
nuevos amigos, le gustaba tener a los padres cerca….no pudo evitar la
catástrofe que la asoló años atrás.
Pero
pudo salvarse y salvar a sus hijos.
Por los chicos supo que el papá
no había vuelto a formar familia, vivía solo en un departamento arriba del
estudio.
Como el mundo es un pañuelo supo
que quien fuera su hermana en la amistad, estaba viviendo al otro lado del
mundo, algún lugar de Europa, pero ya no sentía dolor o rencor, simplemente ya
no era parte de su vida.
Entró
a la sala de profesores, sonrió al ver su chocolate preferido al lado de su taza
de café, lo abrió, se apoyó sobre la mesada y la disfrutó de a poco con una
sonrisa esperanzadora en los labios.
Patricia Figura, abril de 2020
Dedicado una vez más, a quien
impulsó que aquel primer cuento de diez años atrás se convirtiera en una saga:
espero haber satisfecho las expectativas de cada lector y de la musa aunque no
protagonista, aclaro, Teresa Calandra.