jueves, 19 de agosto de 2010

Familia o Dignidad...( segunda parte)

Familia o Dignidad (segunda parte)
Con el correr de los años le pareció que su decisión había sido la más adecuada.
Ni la única posible, ni la que más le convenía, ni la que más le gustaba.
La que iba para solucionar el conflicto…o postergarlo.
En el momento fue duro. Muy.
Pero sacó su familia adelante, lo que quedaba de una familia que por años había sido unida, cómoda, feliz, leal.
Hasta que su marido se enamoró de una recién llegada al grupo.
En  honor a él podía decir que “no se lo buscó”.
Creía en lo que escuchó tantos años atrás.
Veinte años atrás.
Luego de esa dolorosa conversación de la que fue testigo involuntaria, de alguna manera pasó la noche, y el día siguiente, y el otro.
El test de embarazo dio positivo y le urgió tomar un camino, no podía convertirse en una zombi, ni en una perseguida, nunca lo había sido.
Ahora mientras sus pensamientos volvían atrás, los veía a todos alrededor de la torta de cumpleaños de su único nieto.
Su hija feliz junto a su esposo, el hijo había tardado mucho en llegar, dolorosos y largos tratamientos premiados con este sol que ya cumplía toda una mano.
Su hijo, radicado en el exterior, de visita año por medio, siempre con su eterna novia, todo lo compartieron, estudios, becas, posibilidades laborales en el interior y la gran propuesta afuera, siempre contentos llenos de proyectos.
Sus propios padres, octogenarios y saludables, compinches…todavía se reunían con amigos a jugar a la canasta la noche del viernes y los domingos  a la mañana el cafecito en el centro con medialunas calentitas.
El más chico…el que se gestó en medio de semejante huracán de emociones, el que se crió diferente pero con el mismo amor, alegre, divertido y sensual sin proponérselo igual que su padre, el eterno rompecorazones de sonrisa rápida y ojitos con chispas doradas.
Un poco más lejos y aplaudiendo al son del “Feliz Cumpleaños” estaba él.
Con canas en las sienes pero igual de atractivo.
Su característica expresión sonriente aún le provocaba un nudo en el estómago.
_Te esperé para hablar._ le había dicho ella, recostada en la cama King size que ambos compartían.
_Siempre nos esperamos_ le respondió con un guiño y su ahora familiar expresión de cansancio en la mirada_ cuál es la novedad?_ despacio se fue desvistiendo, casi metódicamente, ella se preguntaba si continuaría observando ese ritual.
_Sé lo que te pasa con ella_ casi no respiró, lo dijo suave mientras miraba su espalda que se tensó un momento para aflojarse y sin rehuir la mirada se dio vuelta.
_Cómo podes saberlo cuando ni yo mismo encuentro explicación?_
_Podría decirte que es porque te amo, porque hace mil que estamos juntos, porque siempre nos entendimos sin necesidad de las palabras y no te estaría mintiendo…pero se ve que me negué a ver lo evidente y la verdad es que escuché la conversación que tuviste hace un par de semana._
Él  asintió, se acostó a su lado y muy despacio la abrazó como lo hizo siempre.
Cada gesto de amor que podía ser el último era como un puñal que se le clavaba en el alma.
_No sé lo que siento por ella, obvio que no te voy a insultar diciendo que no entendiste, que escuchaste mal, que estás confundida…no, demasiado daño estoy haciendo y créeme que no es mi voluntad_ suspiró y los ojos se le llenaron de lágrimas,  se agarró la cabeza estirando y soltando su cabello abundante, lustroso, aún con el perfume de haberse duchado recién._ No quiero que esto me esté pasando, ojalá él nunca nos la hubiese presentado, me siento desleal con todos… una y mil veces me dije que era la novedad, alguien nuevo con charla y modos diferentes entre los que nos conocemos tanto… pero… no sé… es un dolor que tengo que por momentos me cierra el pecho._
Le dolía cada una de las palabras escuchadas, aún tenía la esperanza de estar en una pesadilla y que el despertador la iba  a sacar de ese infierno.
_Me estás hablando de lo que podes sentir o no por ella… pero quiero saber qué pasa entre nosotros… me resisto a creer que en horas se pierdan tantos años…sobre todo cuando fueron muy buenos y de eso no tengo dudas.
_Por supuesto que lo fueron…soñados, tal vez por eso uno bajó la guardia, no sé, me confié, es como que teníamos la vida escrita sin sorpresas ni sobresaltos y de golpe recibí un cachetazo_
_Qué vamos a hacer?... no sè vos, pero yo no puedo seguir así… de ninguna manera habiendo sido lo que fui, jugando siempre en primera  y viviendo para nuestra familia puedo aceptar los restos de una pasión y el resabio de lo que por culpa no podes entregar en otro lado…Amo a mi familia…pero si pierdo la Dignidad me pierdo yo.
El estaba mudo… ninguno de los dos durmió.
Era realmente separarse por nada?. Insultar al cielo por no atravesar con éxito la primer prueba realmente dura que la vida les presentaba?. Era entonces un amor basado en lo fácil, en lo lineal, sólo cuando va bien?.
Pero iba a poder dejar que él la tocara como siempre?. Confiaría? Si no era esta persona sería otra la que los pusiera decididamente fuera del juego?.
Optaron por separarse por un tiempo, él pidió traslado a quinientos km de donde residían para poder poner una distancia que de otro modo no podrían mantener.
Enterarse del bebé lo emocionó, lo alegró, fue como una revancha.
Atravesaron todas las dificultades inimaginables y nuevas para ellos con los chicos, sin saber la verdad, la distancia a la que no estaban acostumbrados los enojaba.
Pero vino bien.
Él estuvo cuando nació el bebé, ella nunca preguntó por la otra persona, dejaron una puerta abierta …sólo por un tiempo.
El los extrañaba horrores, mucho más de lo que ansiaba estar con la persona que lo había embobado hasta el punto de desarmar la familia.
Luego de casi un año, de visitas, tensiones, hablaron nuevamente y él juró que no tenía dudas, quería su familia, su hogar, sus costumbres, disfrutar el crecimiento del nuevo bebé… que todo fuera como antes, como siempre había sido.
Ella lo pensó…y muy a conciencia.
Siempre iba a quererlo, a estar un poco enamorada, no creía volver a sentir algo así por nadie… y era lógico, era su historia…
Pero no podía volver a permitirse vivir un dolor así, la incertidumbre, los puñales de los celos, la inseguridad, el desgarro de sentir su perfume tan querido y saber que mañana podía no estar.
Se lo dijo y lloraron.
Se abrazaron…fue durísimo….y valió la pena.
Hoy podían mirarse tranquilos a los ojos y compartir la vida de sus tres hijos, desde su lugar, como padres.
Sin resentimientos se puede ser “casi” amigos… con el tiempo…con mucho tiempo.

Patricia Figura, febrero de 2010

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