martes, 19 de noviembre de 2019

Vida? Estamos en Paz?


¿Vida, estamos en paz?

Estaba detenida en uno de los tantos embotellamientos de las arterias de su ciudad.
Odiaba ir al centro en coche, pero no le quedaba otra opción si quería llegar a tiempo a su trabajo, debía presentar documentación en el colegio de sus hijos y firmar para retirar las libretas.
Esto último le parecía un absurdo teniendo en cuenta que luego las entregaban on line.
Miró el reloj de su muñeca, innecesariamente porque ya había mirado el del vehículo y ambos tenían la misma hora, avanzaban muy lentamente, uno de esos semáforos eternos y calles desviadas congestionaban aún más el tráfico, suspiró y canto por lo bajo el tema que sonaba y conocía de memoria, así como todos los que se irían sucediendo.
Delante de ella y a mitad de cuadra, no por la senda peatonal, ve que cruza a los saltos el nuevo ¿novio? de una de sus amigas más queridas, instintivamente estuvo por tocarle bocina y algo la detuvo.
Tal vez la espectacular pelirroja que le extendió los brazos y que seguidamente le dio un sonoro beso en la boca, cosa que lo hizo reír y abrazarla para continuar caminando.
Ella alargó el cuello todo lo que pudo, pero la camioneta que estaba delante de ella le tapaba el ángulo de visión.
Pensó en ella, en su amiga y todo lo que había pasado cuando su esposo falleció cuatro o cinco años atrás, la montaña de deudas que hacer frente, la casa grande y difícil de mantener en todo sentido, los chicos en plena adolescencia y con gastos propios de estudios, academias, recreativos, sociales….no daba abasto con su profesión, comenzó a preparar comida casera los fines de semana y como todo lo que hacía, daba resultados óptimos, pronto los encargues superaron sus expectativas, necesitó ayuda y los chicos se la brindaron, ella sabía crear vínculos.
El grupo de amigas colaboraba llevando y trayendo a los hijos junto con los propios, cuando comenzaron los cumpleaños de quince los maridos, amigos del difunto, se encargaban de buscarlos en la madrugada.
Cuando estuvo más tranquila, comenzó a salir con algunas madres de compañeritos que también estaban solas, compartía con los grupos de antes, pero ahí la ausencia de su compañero se hacía más tangible.
No tardaron en llegar las invitaciones masculinas.
Era simpática, emprendedora, con mucha energía y buena predisposición…compañera, divertida, se dio un par de oportunidades que no prosperaron.
¿Ese “tenés con quién dejar los chicos?” que invariablemente llegaba y era difícil de coincidir con todos los compromisos infantiles, provocaba que el desgano ganara al interés por el flamante parternaire.
Volvió a mirar, pero no lo vio, la cola de autos comenzó a moverse y avanzó varios metros, quedó delante del semáforo y la peatonal se hacía ver en un sinnúmero de personas caminando en todas direcciones.
Le pareció distinguir a la pelirroja sentada en una de las mesitas con sombrillas azules que atajaba el calor del sol, estaba de perfil, miraba hacia algo o alguien que la hacía sonreír, lo vio llegar a él a la mesa con sendos cucuruchos que evidentemente se rendían al clima y se derramaban sobre sus manos.
Parecían relajados y   divertidos.
Un tiempo atrás, su amiga las invitó a matear en su casa, preparó una de sus famosas tortas secas, compró biscochos, y la sonrisa le invadía la cara…les contó que había conocido a alguien especial, diferente, que respetaba sus tiempos y los de sus hijos.
Iban muy lento, de a poco, pero hacía mucho que no se sentía expectante y feliz.
Por supuesto que todas quisieron saber detalles, donde y cómo se conocieron si era soltero, casado o divorciado, si tenía hijos, si trabajaba, edad…ella no las dejó con las ganas, sus ojos estaban iluminados.
A los pocos meses, se organizó un asado donde incluyeron a los maridos, el tipo parecía macanudo, atendía, ofrecía, participó de las conversaciones, la sobremesa, el café con lo dulce, pidió helado para todos y trajo a sus pequeños hijos que tenían más o menos la misma edad que los de su amiga.
Estaba anonadada…herida por ella y por todos, habían abierto su cofradía, su intimidad, su amiga le había brindado lo que jamás había compartido con nadie que no fuera su esposo.
Y él la traicionaba.
En plena peatonal.
En plena luz del día.
El semáforo le dio paso por fin, por primera vez avanzó a desgano.
Hizo todo mecánicamente, no podía apartar de su mente lo que vio y la risa de su amiga cada vez que hablaba de él.
Se estacionó bajo la sombra de un árbol.
Buscó entre sus contactos el celular de ella.
La llamó.
La voz querida la saludó con el Hello, característico de siempre.
Le preguntó como estaba, qué hacía y grande fue su sorpresa cuando le dijo que estaba con él, aprovechando el silencio infantil, todos los chicos en la escuela.
La risa pícara y la voz de él atrás saludándola la dejaron atónita.
Titubeando le dijo que le pareció verlo en la peatonal, unos minutos atrás, que seguramente se había confundido.
_Salvo que tenga un doble, puedo jurar que era él_ agregó.
_Claro!, le respondió_ _ son gemelos, ¿nunca te dije?


Patricia Figura, noviembre de 2019










domingo, 8 de septiembre de 2019

ENTRE AMIGAS....


Entre Amigas..
Te busco, me buscás, paso diez minutos entre un mandado y otro, caminemos mejor, tengo dos horas antes de buscar a la más chica y la fiesta a la que llevo a la más grande, no sé qué hacer de comer, no hagas nada, vamos  unos días por ahí, sin celulares?, nos van a encontrar igual…. Y así se podría seguir hasta el infinito.
Finalmente se opta por lo posible, por lo viable y terminan caminando un rato, más a ritmo de paseo que de footing pero despeja y hace bien igual.
Ambas vivían en el mismo barrio, con los coches enquistados más por cubrir horarios y trayectos familiares que por los de ellas mismas, salvo lo laboral, claro, pero era parte de la organización y aporte familiar.
Juntas tenían la capacidad de reírse, de las situaciones cotidianas, de las renegadas con los hijos adolescentes, de algunos comentarios masculinos, de los maridos que por momentos creían que hablaban chino mandarín porque no lograban descifrar absolutamente nada de lo que decían entre carcajadas mientras las lágrimas corrían entre sus mejillas y los ocultos abdominales dolían.
Se conocieron más de una década atrás, cuando ambas estaban al final de la treintena, coincidieron en una clase de pilates y la onda y el humor que  aportaban a las clases las hicieron compinches y compañeras, los tediosos ejercicios pasaban entre bromas y ridiculeces hasta que la o el profe les llamaba la atención, como si fueran adolescentes.
Después por diferentes motivos personales dejaron de ir, se encontraban cuando en los recorridos cotidianos una pasaba por el frente de la casa de la otra que invariablemente paseaba al pequeño perro, casi un rey en su hogar.
Las bromas y las risas primaban aunque fuera a las disparadas, pero nunca sobre banalidades, les fue pasando de todo, literalmente, a lo largo de los años, pero lo relataban una a otra a modo de tragicomedia e inevitablemente la carcajada llegaba para disipar la angustia, tristeza o incertidumbre.
El azar las volvió a reunir en catequesis familiar…tres años de hacer renegar y volver locos a un grupo de padres dormidos los viernes a la siesta y ni hablar de la pobre catequista que por momentos optaba por “clavarles el visto” y seguir… aunque cuando planteaban algo de verdad y con intención de debate o para establecer conceptos, solían brillar y hasta recibir uno que otro aplauso.
Hasta ese entonces la ¿amistad? era solo de ellas, los maridos sabían que existía una tal…y escuchaban pacientemente parte de las anécdotas que jamás faltaban en las caminatas o encuentros, pero más que de pasada o a lo lejos no había trato, era una relación de a dos.
Casi sin querer, perdón digo casi porque la intencionalidad siempre está aunque sea latente, una calurosa noche de verano, se encontraron las parejas de casualidad en uno de los tantos barcitos que colindan al boulevar de la ciudad y uno de ellos se ofreció a compartir mesa.
Y ahí comenzó “el romance” entre ellos, diferentes en todos o casi todos los aspectos, vidas opuestas, maneras de pensar dispares, excelentes personas, inteligentes y verborrágicos los dos cuando el tema los apasionaba, se adoptaron.
Como compañeros en desgracia más de una vez llegaba el momento de consolarse de las “consortes” que el camino, la vida o la divina providencia les habían otorgado, familieros, caballeros, proveedores del bienestar de  quienes amaban, buena gente, solo había que tenerles paciencia en determinados temas, pero ellas la tenían clara…agua que no has de beber, déjala correr y eso hacían cuando sentían que no iban a recoger varas ajenas.
Eran un recreo, gastronómico si se quiere, ya que cuando estaban los cuatro juntos, lo que se iba a comer era la vedette del encuentro, el cálido quincho que uno de ellos, el cocinero del grupo, construyera para disfrutar con gente querida, era testigo de asados de toda especie, y demás delicias, la madrugada los encontraba con postres, mates, té , café pero sobre todo esa sensación de alegría, distracción que provocaba que el fin de semana se viviera diferente, era como que “rendía más”, y la semana con su mezcla de sinsabores y aciertos pareciera más liviana,
Cada uno tenía sus amistades de toda la vida, las laborales, las de la adolescencia, familiares, gente con la que alternaban, disfrutaban y querían, eran relativamente “nuevos” en cuanto a la gesta de lo que tenían entre sí, pero valía la pena, lo cultivaban, y en algunos aspectos también era único, diferente.
Cuando alguien se acerca con una sonrisa grande, ofreciendo lo bueno de lo que hay para dar o recibir, por lo general la vida tiene la magia de brindar este tipo de cosas, en nosotros está alimentarlas, cuidarlas o dejarlas pasar.
Pero eso sí, lo de ellas fue primero, era otra cosa…había mucho confiado, tal vez mucho callado, privado, pero sabían que lo que en esos encuentros se compartía les pertenecía, no se juzgaba, se entendía y brindaba la oreja o una palabra optimista…como solo se hace entre amigas.

Santa Fe, septiembre de 2019

domingo, 30 de junio de 2019

A TRAVÉS DEL CRISTAL DE LA VENTANA.


A través del cristal de la ventana.

De chica le llamaron siempre la atención las ventanas, cuánto más grandes e inmaculados sus cristales, más acaparaban su atención.
En la época en que leía novelas góticas, podía imaginarse los angostos y emplomados vitreaux que coronaban alguna vieja mansión de piedra, con parque antiguo, fuentes ennegrecidas por el tiempo, trajes antiguos rozando escalinatas de mármol, porte altivo que ella intentaría imitar frente a l gran espejo de su habitación de niña que por fin duerme sola.
Más de una vez se vino a su mente, a medida de que fue creciendo, las palabras de Mark Twain por boca de uno de los personajes de Principe y Mendigo, donde se hablaba de agregar impuestos a las humildes viviendas del barrio marginal, de acuerdo a la cantidad de ventanas que tuviera.
La respuesta negativa de quién en ese momento era el falso rey, quedó en ella para siempre… las ventanas son la única manera de viajar que tiene el pobre, de ver algo más que las paredes enmohecidas durante los largos días de invierno o enfermedad.
Cuando pudo elegir ella misma sus viviendas, dentro de sus posibilidades económicas, siempre buscó que tuviera ventanas amplias que dieran al exterior, a la calle, al asfalto, a la gente que transitaba de un lado al otro.
Era por momentos ese mendigo, queriendo ampliar su horizonte, su panorama, su visión, se aferraba al marco que encuadraba su vista hacia el afuera, sobre todo en los períodos de encierro cuando algún hijo estaba enfermo.
Cuando la vida la cansaba, agobiaba, no le daba respiro, la entristecía o angustiaba, instintivamente se acercaba a la ventana más grande con salida al patio o a la terraza, se llenaba los ojos de cielo y verde… le gustaba que los cristales, si bien la resguardaban del frio exterior, parecieran no existir.
Pensó en él, en los años juntos, en los hijos que iban creciendo, en los conflictos financieros, en las repercusiones que esto traía en la salud familiar, en las presiones laborales, familiares, en los amigos de siempre, en sus propios temas de zozobra, en las distancias que ya no iba a poder salvar, en las recurrencias con los errores propios o ajenos, en su terapia de psicoanálisis en la que invariablemente lo fortuito interfería cada vez que llegaba a un punto álgido y después ya no podía retomar, en el gimnasio al que ya no podía asistir por estar bajo horarios ajenos y propios….sentía que había cavado su propia fosa…tal vez una fosa de amor….pero fosa al fin.
Siempre fue de naturaleza alegre, fantasiosa, divertida, sintiéndose más de una vez responsable de justificar su sonrisa mientras iba de un lado al otro y la gente la miraba con cara de “qué motivos tendrás para ir riendo”, “ esta seguro que vive fuera de la realidad”, “ no debe tener problemas”…hasta que dejó de sentir esa necesidad de justificar sus momentos de bienestar, eran su derecho… casi su deber.
Un pájaro bello, con  un trinar melodioso que ella desconocía, se posó en uno de los árboles frutales que había en su jardín florido, lo observó libre, eligiendo, quedándose exactamente donde quería, retomando su vuelo cuando tuviera ganas…lo envidió, se le ocurrió que no tenía responsabilidades, ni familia que sostener, ni obligaciones cotidianas, no hogar que mantener, hijos que alimentar o pareja que cada cinco o seis años entraran en crisis…y eso que las crisis ayudan a evolucionar…no quería crecer más.
Tal vez estaba prejuzgando al pobre ave.
Tal vez estaba buscando ramas para su nido, se acercaba la noche y su familia podía estar a la intemperie.
Tal vez su hembra estuviera cuidando de los pichones calentita en alguna otra rama y él debía llevarles el alimento diario.
Tal vez alguno de ellos estaba herido por alguna gomera de algún sádico probando puntería y él buscara ayuda.
Tal vez.
Era uno de esos días malos en que todo parecía funcionar perfectamente menos su vida y su entorno.
Si tenía que pensar en qué era lo que la tenía mal, no podía referirse a algo puntual, o a algo más grave de lo que  le sucedía al común de la gente.
Sabía que en algún momento todo se acomodaría, su optimismo ganaría la batalla y la calma familiar volvería a reinar en el hogar, su fastidio mal disponía a todos y sus demandas la alteraban a ella, era un círculo… todo era cuestión de romperlo.
Pero cómo?. Sabía que la respuesta no la hallaría con ese estado de ánimo.
Mientras daba curso a sus tribulaciones el pájaro héroe o abandónico, nunca lo sabría, se había marchado, ella seguía allí, pegada a los cristales…. suspiró,  fue en busca de algo rico en la heladera, no había nada, no había tenido ganas  de ir al súper, se encogió de hombros, fue a su habitación, se sacó las pantuflas, se puso las botas bajas, la campera abrigada y salió a buscarse un chocolate.
Cuando la kiosquera le preguntó cuántos, ya que normalmente llevaba uno para cada miembro de la familia, le respondió con una sonrisa: “uno solo, para mí, me lo llevo puesto”.


Santa Fe, junio de 2019

lunes, 17 de junio de 2019

PARACAÍDAS


PARACAÍDAS


Intentó sentarse por cuarta vez frente a su note para comenzar un trabajo pendiente de entrega, cada una de las veces anteriores tuvo que suspender antes de poder avanzar más allá del título.
Chequeó por la ventana de la cocina en qué programa iba el lavarropas, eso le daba casi cuarenta minutos antes de colgar la segunda tanda con prendas que todos necesitaban después de seis días de lluvias consecutivas y dos idas al lavadero para lo más urgente.
Consultó la hora en su celular y todavía tenía una antes de ir a buscar al menor de sus hijos a una de las tantas actividades extraescolares.
Trató de no pensar en el dolor de cabeza que la aquejaba desde la mañana temprano, en el WhatsApp silenciado por un año del grupo de madres del colegio de la del medio marcaba más de sesenta mensajes sin leer que seguirían así hasta que pusiera vaciar chat, estaban monotemáticas, discutían por tonterías, no leían lo previo entonces había cinco o seis que decían lo mismo sin reparar una en la otra…. Insoportable.
Sonó el teléfono fijo y fue a atender porque podían ser los “grandes de la familia” es decir abuelos, era su mamá que quería saber si estaba bien, hacía dos días que no sabia nada y le extrañó,
Le explicó que estaba a las corridas como cualquiera que tiene casa, hijos, maridos, trabajo, horas extras y pendientes que se acumulan. “Si, yo también tuve tu edad, ya vas a llegar a la mía y vas a seguir con obligaciones y a cansarte más rápido” fue la alentadora respuesta.
Había escuchado a un médico reconocido, en Instagram que decía que el stress no viene por el exceso de actividad si es que estas son gratas y generan entusiasmo, expectativa y alegría…. el stress se genera cuando uno se carga con obligaciones propias y ajenas y vive contrarreloj…la describía perfecto.
Prendió la máquina, se sentó, buscó el archivo con el titulo solitario en el costado de un Word vacío…lo abrió, googleo en YouTube los éxitos de  sus músicos favoritos y se dispuso a escribir.
Buscó las anotaciones previas, las investigaciones y lo que había subrayado como relevante, chequeó una vez más a los autores que había dejado de lado por resultarle densos…había gente que sin duda sabía mucho sobre algún tema pero que carecía totalmente de didáctica para transmitirlo.
Posicionó sus manos sobre el teclado tal y como había aprendido en su curso de dactilografía en PC y cuando iba a marcar mayúscula sonó su celular.
Su amiga, hermana, su amor de años y años de atravesar lo que la vida deparara, juntas…su confidente.
_Helloooooo, estás manejando????? Estoy en la puerta de tu casa, si estabas por casualidad, bajaba diez minutos. _ le dijo con su tono alegre, jovial, aunque el mundo se le cayera en mil pedazos.
_Si, estoy y con el mate preparado, no alcancé a tomar ni uno, te abro.
Se abrazaron fuerte, como siempre, con cariño, comprensión, alegría de verse, ante la pregunta de si estaba trabajando o estudiando le contestó que “no tenía importancia, igual tenía que cortar para ir a buscar a uno de los chicos en minutos”
Conversaron de cincuenta cosas a la vez mientras Phil Collins daba paso a Bon Jovi, Aeroesmith, Air Supply y tantos otros testigos mudos de sus años de amistad y de los mejores lentos que bailaran en las décadas de los ochenta y noventa.
Mientras una cebaba y la otra sacaba la ropa del tender para colgar la nueva tanda se pusieron al día, los maridos, las discusiones con los hijos, las presiones familiares, el descanso en las salidas de a dos o con parejas amigas, los asados de los domingos, los cumpleaños de las amigas, la tristeza ante lo irreversible, la impotencia ante determinadas injusticias, engaños que dolían, próximos reencuentros con los grupos de ex compañeros, viajes programados….ni ellas sabía cómo podían abarcar tanto en tan poco tiempo.
Cuando estaban por seguir cada uno el curso de sus actividades, sabiendo que el recreo las había despejado, alegrado y fortalecido, la dueña de casa le hace una pregunta que le venía rondando desde hacía mucho.
_Cuando te sentís sobrepasada, cansada o aburrida, ¿con qué te evadís? ¿En qué o quién pensás? ¿Cuál es tu fantasía?
Su amiga lo pensó un momento, después mientras tomaba su mochila, las llaves del coche  y los lentes le respondió: _ Antes, decía “a esto no lo puedo manejar, no está en mi, no puedo” y me quedaba con eso, dejaba que en determinadas cosas actúe el universo, Dios, la Providencia divina en una palabra… ahora, le agregué un plus, me ayuda a desconectar, me voy, me relajo, dejo de estar en el lugar en el que me puse por algún motivo y logro irme por un rato hasta que la angustia pasa”_
_Pero a dónde te vas? _ le preguntó mientras listen to your heart, una de sus preferidas les llegaba desde la compu.
_A miles de Km de altura, a un avión seguro, confortable…al que se le abre una puerta y puedo tirarme absolutamente confiada en paracaídas….._ la sonrisa era inmensa ante la divertida incredulidad de la otra_ Sin miedo, con la presión del viento y cayendo a toda velocidad hasta que decido abrirlo y el silencio, la paz, la protección y la seguridad me envuelven_ las pupilas se le dilataron como cuando entraba en otra dimensión, se había ido por un momento de la cocina que las cobijaba a ambas.
_Ah, bueno, me sorprendiste…igual… no sé si es buena idea_ le dijo señalándole los pechos recientemente renovados por el mejor cirujano plástico de la ciudad.
Riendo y continuando ambas con los comentarios de todo lo que podía generar esa fantasía llevada a la realidad, fueron apagando la note, una vez más el trabajo quedaría sólo en el título, se fijaron de tener todo lo necesario para salir al ruedo hasta que las ganas y la realidad propiciaran unos nuevos minutos de resquicio compartido, cargar pilas lo llamaban ellas, amistad.

Patricia Figura, junio de 2019

martes, 21 de mayo de 2019

ENTRE ESPINAS.


Entre Espinas…
Se llevó las manos a los ojos, hizo una leve presión como para quitarles el sueño, había dormido poco y mal.
No fue una pesadilla exactamente, pero la sensación que le dejó lo transitado por esos mensajes que le enviaba su inconsciente la agotaba.
No estaba segura de con quién había soñado, ni en qué lugar se hallaba, donde transcurría o en qué época, pero la sensación de desprotección, angustia, traición aun persistían en ella.
Se volvió de costado y el sol de la mañana ya colaba su luz entre las hendijas de la ventana, el día prometía sol otoñal.
Un ramalazo vino a su mente “nunca va a ser otra persona” … ¿quién le dijo esa frase? ¿Cuándo? ¿En qué contexto?,
No fue durante el sueño, quería rememorar  el tono de voz de quién fuera el emisor de tal mensaje, no pudo decidir si era hombre o mujer.
Se levantó de un salto, puso el agua para el café, fue al baño, volvió al dormitorio a tender la cama luego de sacudir bien almohada y sábanas…costumbre de su abuela  “a la cama hay que tenderla rápido cuando uno no está bien”.
Pero ella estaba bien, justamente ahora sí, su trabajo le gustaba, era lo que siempre había querido y nunca se había permitido poniendo mil excusas, la casa, los chicos, marido, horarios de todo y de todos…ya no estaba eso, tampoco los treinta años que tuviera cuando las demás luchaban por hacerse un lugar laboral.
El silencio de la casa, que encuentra tal y cual la dejó antes de salir, ya nadie dejaba vasos usados en la mesada, platos vacíos en la heladera, toallas húmedas sobre las sábanas, calzados en la sala de estar al pie de la escalera, y las alacenas vacías horas después de pasarse su poco tiempo libre en el súper comprando lo que todos consumirían pero que nadie se ofrecía o podía proveer, a veces la aturdía.
Ahora con los chicos estudiando afuera, trabajando y viviendo solos, sin la rutina obligada de los domingos de clan o toldería, disponía de tiempo para amigas, gym, la famosa sesión de reflexología, que tanto había postergado, el psicoanálisis, estar bronceada aún en junio, pequeños lujos que en otro tiempo le parecían inalcanzables.
Se sirvió la taza de café importado, humeante, perfumado…otra vez algo la golpeó en sus recuerdos “por favor no te hagas esto una vez más”
¿la voz era de una mujer?, ¿de un hombre?
Fue hasta la galería, se sentó a mirar las hojas que no tardarían en caer de los árboles, la hamaca que pendía de uno de ellos, el rastrillo apoyado en la pared de la cochera, el regador que hacía horas había dejado de girar arrojando su lluvia artificial.
La casa le quedaba grande, bella pero incómoda.
Suspiró, algo la estaba haciendo infeliz cuando por fin había logrado lo que tanto ansiaba un tiempo atrás.
Cuando la compraron fue pensando en criar hijos con espacios propios, todos los colores de las estaciones en su hogar, cobijo para amigos, piyamadas, veranos de piletas, asados compartidos, festejos al aire libre…pero también compraron una libre esclavitud, se convirtió en el lugar obligado de todos los familiares y amigos que huían de la ciudad, del ruido de autos, bocinas, hollín, departamentos coquetos, impecables cajas de lujo sin verdes alrededor.
“Siempre estamos con gente alrededor…o trabajando”, eso sí sabía quién lo había dicho, fue el comienzo del fin, cuando ella comenzó a verse sumergida en una vorágine de compromisos otorgados por la costumbre y que después ya es difícil revertir.
“Este fin de semana podríamos hacer otra cosa…irnos un par de días a algún lugar cerca, a descansar, a tomar sol, sin horarios”.
“Las chicas fueron al teatro esta semana, dicen que estuvo bárbaro, querés que saque entradas para este sábado”,
Las respuestas eran invariablemente las mismas: “para eso la compramos, para tener nuestro propio refugio donde estar con amigos, familia, los chicos se bancan contraturnos y viajes a la ciudad todo el tiempo, yo también … el finde por favor un poco de paz, no quiero ni tocar el auto”
“¿Hubieras ido con las chicas, qué problema hay? No tengo ganas de ir y venir de noche, cansado, quiero llegar por fin a casa, bañarme, prender el fuego, mirar la tele, patear un rato con los chicos, acostarme temprano alguna vez”
La cantinela variaba poco y ella sentía que se aburría, que se angustiaba, amaba a su familia, pero estaba ahogada en lo que era su vida.
“Te faltan problemas a vos, ése es tu problema”….y ahí terminaba la participación de su marido en el intento de acomodar algo de su malherido bienestar.
Vio que un coche pequeño, cómodo y de esos que no te dejan nunca a pie hacía su entrada por el sendero de viejos adoquines, y ahí otro ramalazo de su sueño se hizo presente, ya sabía a quién pertenecía la voz… o las voces.
Eran ellas, sus amigas, sus compañeras, sus estacas emocionales.
Las que una y otra vez le habían desatado el nudo de la garganta, del estómago, con sus abrazos, su manera de escuchar sin juzgar, su charla sembrada de risas que aún en los peores momentos se hacía presente.
Bajaron hablando a la vez, tocando bocina anunciando innecesariamente su llegada, blandiendo facturas, las que tanto le gustaban a ella.
No podía alejar todavía la sensación del mal sueño, ni siquiera podía encontrar la punta del ovillo del entramado que tejió su mente atribulada aún…pero comenzó a sentirse mejor, el mate y la charla iba y venía, les contó su idea de vender, mudarse a la ciudad que era donde trabajaba, lo de los trayectos era cierto, pero ahora casi no valía la pena desandarlos, no tenía tiempo de cuidar de tanto jardín y galerías, no necesitaba tantos cuartos de baño, cochera para varios autos….mochila pesada de sostener, si bien económicamente él aún la ayudaba hasta que ella decidiera qué hacer con su vida  y la propiedad con la que paradójicamente él no quiso comprar su parte ni quedarse.
“Quién va a atender todo esto????”. Fue todo lo que dijo.
Tampoco intento convencerla de lo contrario cuando planteó la separación luego de que su hijo más chico fuera a hacer sus primeros intentos en la profesión exactamente al otro lado del mundo.
“Me parece bárbaro le dijo una de las voces, algo cómodo, fácil de mantener, cerca de tu trabajo, que no tengas que lidiar con estacionamiento peleando por un lugar como si se te fuera la vida, más tiempo útil en lo que quieras, menos gasto…todas son ventajas”.
Ese sería el último ancla que tendría que levar, hablaría con agentes inmobiliarios prácticos y discretos, que se hagan visitas sólo para aquellos que realmente estuvieran interesados y en condiciones de comprar, su parte o al menos gran parte de ella la invertiría en su primer refugio sola, a su medida, con mucha luz, macetones alegres con flores todo el año, cortinas livianas que la brisa de las noches de verano agitaran y tal vez así se contagiara también su corazón, la paz, tranquilidad y satisfacción de no vivir entre espinas ya por presiones ajenas harían el resto para que los sueños molestos no la volvieran a visitar en las horas de descanso.

Santa Fe, mayo de 2019

miércoles, 24 de abril de 2019

SIENTO QUE ESTAMOS ANESTESIADOS.


SIENTO QUE ESTAMOS ANESTESIADOS...
La miraron como sin entender, esperando una explicación.
Estaban sentadas frente a un ventanal de paño fijo, donde la suave tonalidad del vivero donde gustaban de tomar el té, se extendía al frondoso aunque pequeño parque circundante.
Eran muy del mismo estilo las tres aunque diferentes en sus opiniones, decisiones, manera de encarar los problemas y también en el modo de cuidar a los suyos.
Amigas desde la cuna.
Inseparables más allá de las ocasionales distancias físicas.
Silencios que no necesitaban pactarse.
Acuerdos tácitos.
Opiniones medidas por el amor y la lealtad.
Cautas y sin herir, y a la vez cada una un torbellino de pasión en lo que a su familia concernía.
_Eso fue lo que me dijo, “siento que estamos anestesiados, que estamos como dormidos, como en piloto automático diríamos antes, modo avión.”, me miró y no supe qué decirle no quería estar viviendo eso_ lo dijo con dolor, con angustia, desde una nebulosa de tristeza.
Se hizo un silencio donde una se llevó la taza añeja a sus delicados labios, la porcelana que contenía el brebaje hablaba de historia, ritos compartidos, risas, festejos, la otra se recostó en el acolchonado sillón de mimbre y suspiró.
_ y vos le respondiste?, a qué viene ese planteo así, de la nada?, a qué se refiere después de tantos años juntos, hijos, nietos….qué cree? Que ya no proyectan juntos o sólo se refiere a lo sexual?_ la polvorita fue la primera en reaccionar_ ofrécele un trio, celos con un amante que sospeche tenés, que se tome vacaciones, que vaya a pescar con los amigos y nosotras nos vamos un par de días de spa “onda internación sin redes” así cada uno medita lo que necesita replantear._
Los ojos como zafiros le refulgían de indignación, se sentía plena, satisfecha, sabía que su aspecto era de privilegio transitando los cincuenta, genética y humor eran sus secretos compartidos, también llevaba un matrimonio de décadas y no quería que nada ni nadie alterara el equilibrio logrado, los espejos duelen.
_ Solo le pregunté a qué se refería, porqué decía eso, tenemos salud, trabajo los dos, hijos, nietos, amigos….sabemos lo que el otro piensa antes de que lo exprese, conocemos qué películas vamos a dejar en el zapping aunque la hayamos visto mil veces, sabemos lo que no vamos a lograr en el otro, pasamos por situaciones de terror, por la adolescencia de los chicos que fueron las discusiones más fuertes, por el fantasma del desempleo… ahora logramos paz y estabilidad…tienen conciencia de lo que es tener eso?????_ los músculos de su delgado rostro se tensaron de tristeza….sabía en su interior que el comentario de su marido no había sido a la ligera, un sin sentido, hacía rato que lo notaba taciturno, con la mirada perdida, su gesto se volvía tierno cuando la miraba, la abrazaba fuerte, como si ella estuviera por esfumarse o algo así…había besos en la frente que para ella eran la mejor diadema,  aunque para él ya no bastaran.
La que se había mantenido en silencio observando y escuchando habló muy despacio, como era su manera, buscando no herir, no ofender, pero sin desviar el problema, siempre buscando atravesarlo y salir airosa del otro lado._ Realmente te toma por sorpresa?, Nunca sentiste en tantos años de noviazgo y matrimonio que entrabas en una meseta donde un día era igual al otro? Rutina, obligaciones, horarios, estructura…como un molde que te contenía y el factor sorpresa no iba a volver a sacudirte?._ sirvió más té para todas, por un momento el cielo se puso oscuro, borrascoso y su vista se fijó en las hortensias que contrastaban contra las paredes del hogar familiar.
_Si, por supuesto, muchas veces y fue cuando más segura  y protegida me sentí… agradecía al cielo esa meseta como vos la llamas y rogaba para que ningún sismo la sacuda_ no entendía qué pretendía él con ese planteo_ Aparte, para qué me lo dice?, qué va a cambiar? Vamos a seguir siendo nosotros, lo que construimos, lo que tanto costó…por qué escupir al cielo??????_
La verborrágica saltó de su cómodo asiento, el más amplio y cómodo del coqueto y cálido refugio, cuadró sus delicados hombros, las piernas aún doradas por el eterno sol que habitaba su cuerpo comenzaron a moverse de un lado al otro mientras ella hablaba y gesticulaba.._ A ver! A ver, a ver!!!! No te está peleando, no te está dejando, ni criticando ni nada malo pasa en realidad….te está diciendo QUE NO PASA NADA Y QUIERE QUE PASE Y CON VOS….querida, pero abri un poco la mente….cuando lo planteaste me chocó a mí también y tal vez lo tomé personal  pero si mi marido o yo misma en lugar de recurrir al abandono de la pareja, a un o una amante, a cualquier distracción que excluya al otro, lo planteamos, quiere decir que una vez más NOS ELEGIMOS….si hay que modificar algo, revertir, innovar, etc… siempre está abierto el juego para los dos, te está invitando una vez más a bailar juntos_ abrió los brazos y la miró fijo como diciendo “no entendes????”.
Los ojos tristes la miraron como esmerilados, sin dejar transmitir las emociones que se sacudían en el interior de ese cuerpo pequeño y delicado,,,,_ el tema es que yo no quiero que cambie absolutamente nada, nada de nada_ cerró los ojos un rato y se llevó la mano a la cabeza en un gesto maquinal, alejando su cabello del rostro_ Pero tal vez tengas razón, hace demasiado tiempo que calzamos piyamas y pantuflas para estar adentro, que nos alcanzamos la sal sin necesidad de que el otro extienda la mano o que el pote de helado se comparte a cucharadas…para mí está perfecto, pero es cierto que somos jóvenes para pasar treinta años más así…será cuestión de esperarlo cambiada, proponer algo que no sea sólo como abuelos…
_Pero clarooooooo…. Ves que no es que se vino el mundo abajo???????, te faltó ponerte la mañanita y el tejido, que no tendrán nada de malo pero que año tras año de lo mismo aburre, andá  ahora y  elegite algo lindo, un buen vinito y tratá de no acostarte solamente a comer chocolates y mirar series con tu marido_ el guiño del ojo y sacudón de cabeza de su amiga la hizo reír.
La pensante sonrió apenas, los ojos se le iluminaron _ Encaren un proyecto, algo, un viaje, una remodelación que los deje satisfechos, una visita postergada…no te asustes ni te angusties…fue sincero con vos…y en la pareja la comodidad de uno puede ser el aburrimiento del otro.
La brissa comenzó a soplar en ese atardecer de abril, un rayo de sol atravesó la nube oscura y la imagen era digna de un cuadro, las hojas otoñales hicieron un pequeño remolino, los perros salieron de la cucha y corrieron hacia el silbido que los invitaba a jugar, ellas comenzaron a levantar la porcelana, una se llevó el dedo con dulce a los labios deleitándose con el sabor, la otra buscó su bolso para guardar su celular y sacar las llaves del coche, en ese momento el sonido del msj de whatssap sonó en el teléfono de quien había planteado su tristeza, “ amor, no tengo ganas de encerrarme temprano en casa, paso por lo de los chicos un rato, necesitas algo?”, con una sonrisa le respondió “Si, estar con vos, te parece si guardamos el auto y nos vamos caminando? Después comemos algo por ahí”.
Le contestó con una carita feliz…y por primera vez en horas ella respiró más tranquila, tal vez no todo esté mal, tal vez a ella también le vendría bien sacudir su letargo…nada puede permanecer estático mucho tiempo y menos una relación de pareja.
Se saludaron hablando todas a la vez, riendo, superponiéndose, dándose consejos y prometiendo una salida entre semana, el sol se fue ocultando y la dueña de casa cerrón el maravilloso portón antiguo y con gesto satisfecho se dirigió a su cálida cocina, en un momento llegaría él y ella quería abrazarlo muy fuerte.

Patricia Figura, abril de 2019

martes, 19 de marzo de 2019

MÁS ALLÁ DE LA VOLUNTAD


Más allá de la Voluntad.
Miró la verde extensión del parque que circundaba la casa que aprendió a querer y cuidar como si fuera propia.
Vidriada, cálida, mezcla de madera, piedras doradas naturales de la zona y mampostería rústica….una cajita de luz en cada una de las habitaciones.
Observó los árboles otoñales, ya no parecían tristes, no parecían llorar, como todo el paisaje tres años atrás.
Las flores tardías aún brindaban color y vida al entorno ideado  por un artista.
Por una artista en realidad.
Que supo crear, con un sinfín de simples detalles, un hogar único.
Para los que amaba.
Y la amaban también.
El sol de la siesta entraba a raudales por todos lados, más aún en ese lugar tan especial del que no se atrevió a mover ni un solo pincel.
El atelier de ella, la mamá de la casa, la vida, la mujer, la amante, la jardinera, la dulzura de sonrisa pronta y palabras justas.
Era la hermana mayor de su amiga, su compañera de baile, de gym, de viajes, de risas, de anécdotas…
La casada que las recibía siempre con limonada fresca y budines caseros ahí en su refugio, su hogar, su lugar especial donde el marido llegaba arremangándose la camisa, aflojando corbata y reboleando zapatos para atajar el penal que ya le tiraba el mayor, o lanzar por el aire a la más chiquita y escuchar sus carcajadas…para abrazarla a ella que se hundía feliz en su pecho.
Cuando la enfermedad de la mamá se instaló en el hogar, el batallón familiar le hizo frente, pero no estuvo en sus manos revertir, y en un abrir y cerrar de ojos todo cambió.
En mitad del año escolar, laboral, donde había fechas que asustaban, su amiga le pidió ayuda con los sobrinos, perdidos como su desolado padre y abuelos.
Más allá de que la familia colaboraba como podía y de que había una señora por horas, la logística estaba dañada, había tareas, reuniones de padres, de ballet, de futbol, cumpleaños, peloteros, pijamadas…todo parecía insalvable.
Comenzaron a turnarse de acuerdo a compromiso laborales, el viudo hacía lo que podía y más también, lloraba solo, en su cuarto antes feliz, preparaba asados, los llevaba al mar cuando algún feriado largo lo permitía y se apoyaba ciegamente en su cuñada y en la amiga de ella, eran sus pilares.
Así fue que se convirtió en una más en esa familia herida.
Conocía los horarios de los chicos, los de la casa, los días en que se hacían las provistas del súper, le tocó hablar con pediatras, socorrer tanto al padre como a los chicos cuando llegaban esos cumpleaños o días de la madre donde las lágrimas inundaban los rostros que había aprendido a amar.
Abrazaba a su amiga cuando buscaba el amor fraterno en las estrellas, o pedía una señal de que estaba haciendo las cosas bien.
Quedó en medio de todo un entorno familiar sin serlo realmente.
E inevitablemente y más allá de su voluntad se enamoró de ellos.
De las voces de los niños preguntando, pidiendo, cantando, repitiendo su nombre con cariño, con agradecimiento.
De esa casa mágica a su modo, donde el amor quedó prendado de sus rincones y ni aun en los peores momentos se dejó de sentir.
De la imagen de pertenecer a ese familión que tenía su amiga, donde hermanos, tíos, primos y abuelos estaban siempre prontos, sin invadir pero sin desproteger.
De él, de su estampa joven y vigorosa, de su increíble capacidad laboral, de su sonrisa triste, de sus asados en domingos soleados, de sus ojos dorados, luminosos, sinceros.
No se sentía una intrusa.
No se sentía una traidora de la confianza depositada.
No sentía que robaba nada a esa mamá y esposa que ya no podía estar físicamente  presente, pero que sin embargo creó los cimientos de un hogar que ella sentía suyo.
Era una flor más de ese jardín ya no tan ajeno.
Era a quien se consultaba para tomar decisiones domésticas.
Era quien ayudaba a rastrillar las hojas de otoño para que el humo subiera como le gustaba a mamá.
Era la que compraba los regalos sorpresa de cada uno.
Era la que llevaba más de una vez al cine o al teatro a los chicos acompañando a su amiga.
Era la que cuando dormía soñaba con hacerlo en los brazos de él
Era la que sentía el cuerpo dolorido de amor, de deseo contenido, de necesidad de un abrazo fuerte, compartido.
Era la que temía que un día el presentara a alguien más…
Era la que enviaba mudos mensajes de amor que tal vez él no estuviera preparado para recibir.
Era quien los amaba, incluso a quién ya no estaba y que paradójicamente con su ausencia logró para ella el tiempo del amor más puro y menos egoísta que jamás había conocido.
El sonido de la cerradura la sacó del ensimismamiento que sus pensamientos le provocaban.
Él entró en el corredor, dejó su maletín, arrojó las llaves dentro de la canasta de mimbre y se sorprendió al verla junto al ventanal, no parecía disgustado, todo lo contrario.
_Hola!!!, no sabía que estabas, no vi tu auto_ le dijo con una sonrisa.
_Está del otro lado, bajé el alimento del gato y lo dejé al lado de la cochera, qué tal tu día?_ el nudo le cerraba el estómago, quería besarlo, hundir sus dedos en ese cabello brilloso, abundante, apoyarse en su pecho, sentir sus brazos cerrándose en su espalda.
_Nos malcrías a todos, me había olvidado del gato, ya nos iba a comer a nosotros_ le dijo sonriendo mientras abría la heladera sabiendo que el jugo de naranjas exprimidas estaría allí, el sándwich  de tentempié en el tupper, y el millón de pequeñas grandes cosas que sabía que la magia no había colocado en su hogar, que había sido ella en su entrega, su amor por todos, por sus hijos, su hogar, por él.
Ella se puso colorada, sabía que él era consciente de por qué ella permanecía ahí más allá de la solidaridad.
_Vos nos salvaste a todos_ dijo repentinamente él, recostándose en la mesada de la cocina y tomando las manos de ella_ Jamás te agradecimos lo suficiente, dimos por sentado que formabas parte de toda la familia sin pensar en lo que has dejado de hacer para vos, para tus necesidades, tu bienestar….nuestra vida quedó en suspenso y vos interrumpiste la tuya._
Ella tragó saliva, jamás habían hablado de manera tan íntima o personal.
_Estuve y estoy exactamente donde el corazón me pide que esté…no dejé nada de lado porque fuera de mi trabajo que adoro y que sigo haciendo, no había nada que me conmueva tanto como el gran privilegio que tuve al poder cuidarlos y acompañarlos en esto tan difícil que les sucedió._
_Quedamos desbastados, por momentos hasta respirar dolía…no podía despegar la espalda de la cama o deshincharme los ojos para que los de ellos no volvieran a llorar y en momentos así escuchaba que vos entrabas y abrías las ventanas, ponías la pava, subías las escaleras corriendo para despertar a los chicos haciéndoles cosquillas, sacabas la ropa al sol, llamabas a los compañeros del cole para improvisar una merienda en el patio…y me prendí egoístamente de todos esos grandes gestos como si tuviera derecho a eso_ sus ojos estaban fijos , uno en los del otro, ella no se atrevía a exhalar._ Sé que hemos hecho uso y abuso de todo lo que nos brindaste, fuimos egoístas en nuestro dolor, pero creo que ya es hora de valernos por nosotros mismos, no tenemos que seguir aprovechándonos de lo que brindas, no es justo para vos.
Ella se sintió morir y él lo vio, lo invadió la ternura, la necesidad de abrazarla fuerte, de besarla, de hacerle el amor…le debía literalmente la vida, así lo sentía, seguramente fuera un amor diferente al que había sentido y sentía por quien fuera su esposa, esto que sentía ahora era un reflejo de lo que ella brindaba, de su entrega desinteresada, del manto de paz que brindó cuando el desasosiego y dolor amenazaban con ganar la batalla.
_¿Querés acompañarme a vivir esto que sé que estamos sintiendo los dos?, Te animas a formar aún más parte de esta familia pero no como quien está de paso, sino como tal vez la parte fundamental que nos mantiene unidos a todos?, Ni siquiera puedo pensar en que no estés en nuestras vidas.
Ella no podía creer lo que estaba oyendo, él la estaba acariciando, le estaba proponiendo un lugar propio, a su lado, con los chicos, en la casa y en la familia que amaba.
_ Y los chicos? Qué van a decir?_ fue lo único que se le ocurrió preguntar.
_ y de quién te pensás que fue la idea de que “me apure antes de que te enamores de otro papá”_ se rieron juntos, se besaron, se acariciaron, se descubrieron…fueron familia primero, ahora además serían marido y mujer.

Patricia Figura, marzo de 2019

domingo, 3 de marzo de 2019

LAS MEDIAS SE CUELGAN JUNTAS


LAS MEDIAS SE CUELGAN JUNTAS

La mañana era soleada, diáfana, no había nubes en el cielo celeste.
Estaba sacando la ropa del lavarropas, no le gustaba ver la pila pendiente, así que lavaba casi todos los días, así fuera domingo o feriado.
Por otro lado, en el ajetreo diario, era poco lo que estaba en su casa, pero no añoraba los días en que apenas salía más que por trayectos ajenos, los cuales aún continuaban.
Se iba a premiar con unas horas de sol y pileta a una cercana localidad costera, iba a reunirse allí con su compañera de trabajo, estudio y de la infancia.
Los mates irían y vendrían al compás de la charla, nunca quedaban sin tema, eran muchos años transitados, muchas ausencias, muchos años en paréntesis que parecieran no permitir un “ponerse al día”.
Mientras la cabeza volaba, las manos también, toallas, chaqueta, vestidos, remeras, ropa deportiva, el tendedero le iba quedando chico, puso una media sostenida en un equilibrio perfecto al costado y perpendicular a las varillas , continuó sacando otras prendas hasta que encontró la pareja de la que había colgado y la sostuvo en un rincón opuesto a la anterior.
“Las medias se cuelgan juntas” le pareció escuchar la voz de su mamá, “todos los pares van juntos”.
Podía verla en las diferentes casas en que habían vivido a medida de que el progreso iba llegando, los sábados se lavaba y tendía todo….eran horas, mientras ella jugaba incansablemente con sus muñecas y baterías de cocina y esperaba almorzar con suerte a las tres de la tarde.
“Las parejitas también van juntas, no hay que separarlas” le había dicho en otra ocasión mientras pasaba la impecable gamuza a las figurinas de porcelana inglesa, acercándolas y comentando que la señora de la limpieza siempre las alejaba.
Un día le preguntó el porqué, mientras la seguía con la mirada en ese ritual de ponerlas en ángulo agudo donde el vértice era por lo general uno de los codos de tales miniaturas, al igual que con los sillones individuales o la simetría en el juego de tocador.
“Porque  no hay que separar a las parejas, trae mala suerte.”
Si bien no discutió tal observación ni le pareció absurda, interiormente estaba convencida de que ese no había sido el motivo de la separación de sus padres años atrás, y también sabía que su mamá estaba bien enterada de los motivos que nada tenía que ver con adornitos mal alineados…pero a la vista, las parejas juntas quedaban bien, al menos en cuanto a objetos se tratara.
La última prenda extraída del blanco artefacto la trajo a la realidad, una toallita de mano bordada, la ubicó como pudo para sacar todo colgado al sol y así poder partir rumbo a febo ella también.
Inmediatamente sus ojos se posaron en el par de medias separados y dudando sólo un segundo, tomó una de ellas, le hizo espacio junto a la otra y con un “por las dudas” mental se dispuso a buscar su nuevo bikini de llamativos colores.
 Al final de la tarde contrastaría de una manera muy sentadora con su renovado bronceado veraniego y su marido se lo haría notar de la manera en que más le gustaba a ambos cuando volvieran a  encontrarse.

Patricia Figura, marzo de 2019