martes, 19 de marzo de 2019

MÁS ALLÁ DE LA VOLUNTAD


Más allá de la Voluntad.
Miró la verde extensión del parque que circundaba la casa que aprendió a querer y cuidar como si fuera propia.
Vidriada, cálida, mezcla de madera, piedras doradas naturales de la zona y mampostería rústica….una cajita de luz en cada una de las habitaciones.
Observó los árboles otoñales, ya no parecían tristes, no parecían llorar, como todo el paisaje tres años atrás.
Las flores tardías aún brindaban color y vida al entorno ideado  por un artista.
Por una artista en realidad.
Que supo crear, con un sinfín de simples detalles, un hogar único.
Para los que amaba.
Y la amaban también.
El sol de la siesta entraba a raudales por todos lados, más aún en ese lugar tan especial del que no se atrevió a mover ni un solo pincel.
El atelier de ella, la mamá de la casa, la vida, la mujer, la amante, la jardinera, la dulzura de sonrisa pronta y palabras justas.
Era la hermana mayor de su amiga, su compañera de baile, de gym, de viajes, de risas, de anécdotas…
La casada que las recibía siempre con limonada fresca y budines caseros ahí en su refugio, su hogar, su lugar especial donde el marido llegaba arremangándose la camisa, aflojando corbata y reboleando zapatos para atajar el penal que ya le tiraba el mayor, o lanzar por el aire a la más chiquita y escuchar sus carcajadas…para abrazarla a ella que se hundía feliz en su pecho.
Cuando la enfermedad de la mamá se instaló en el hogar, el batallón familiar le hizo frente, pero no estuvo en sus manos revertir, y en un abrir y cerrar de ojos todo cambió.
En mitad del año escolar, laboral, donde había fechas que asustaban, su amiga le pidió ayuda con los sobrinos, perdidos como su desolado padre y abuelos.
Más allá de que la familia colaboraba como podía y de que había una señora por horas, la logística estaba dañada, había tareas, reuniones de padres, de ballet, de futbol, cumpleaños, peloteros, pijamadas…todo parecía insalvable.
Comenzaron a turnarse de acuerdo a compromiso laborales, el viudo hacía lo que podía y más también, lloraba solo, en su cuarto antes feliz, preparaba asados, los llevaba al mar cuando algún feriado largo lo permitía y se apoyaba ciegamente en su cuñada y en la amiga de ella, eran sus pilares.
Así fue que se convirtió en una más en esa familia herida.
Conocía los horarios de los chicos, los de la casa, los días en que se hacían las provistas del súper, le tocó hablar con pediatras, socorrer tanto al padre como a los chicos cuando llegaban esos cumpleaños o días de la madre donde las lágrimas inundaban los rostros que había aprendido a amar.
Abrazaba a su amiga cuando buscaba el amor fraterno en las estrellas, o pedía una señal de que estaba haciendo las cosas bien.
Quedó en medio de todo un entorno familiar sin serlo realmente.
E inevitablemente y más allá de su voluntad se enamoró de ellos.
De las voces de los niños preguntando, pidiendo, cantando, repitiendo su nombre con cariño, con agradecimiento.
De esa casa mágica a su modo, donde el amor quedó prendado de sus rincones y ni aun en los peores momentos se dejó de sentir.
De la imagen de pertenecer a ese familión que tenía su amiga, donde hermanos, tíos, primos y abuelos estaban siempre prontos, sin invadir pero sin desproteger.
De él, de su estampa joven y vigorosa, de su increíble capacidad laboral, de su sonrisa triste, de sus asados en domingos soleados, de sus ojos dorados, luminosos, sinceros.
No se sentía una intrusa.
No se sentía una traidora de la confianza depositada.
No sentía que robaba nada a esa mamá y esposa que ya no podía estar físicamente  presente, pero que sin embargo creó los cimientos de un hogar que ella sentía suyo.
Era una flor más de ese jardín ya no tan ajeno.
Era a quien se consultaba para tomar decisiones domésticas.
Era quien ayudaba a rastrillar las hojas de otoño para que el humo subiera como le gustaba a mamá.
Era la que compraba los regalos sorpresa de cada uno.
Era la que llevaba más de una vez al cine o al teatro a los chicos acompañando a su amiga.
Era la que cuando dormía soñaba con hacerlo en los brazos de él
Era la que sentía el cuerpo dolorido de amor, de deseo contenido, de necesidad de un abrazo fuerte, compartido.
Era la que temía que un día el presentara a alguien más…
Era la que enviaba mudos mensajes de amor que tal vez él no estuviera preparado para recibir.
Era quien los amaba, incluso a quién ya no estaba y que paradójicamente con su ausencia logró para ella el tiempo del amor más puro y menos egoísta que jamás había conocido.
El sonido de la cerradura la sacó del ensimismamiento que sus pensamientos le provocaban.
Él entró en el corredor, dejó su maletín, arrojó las llaves dentro de la canasta de mimbre y se sorprendió al verla junto al ventanal, no parecía disgustado, todo lo contrario.
_Hola!!!, no sabía que estabas, no vi tu auto_ le dijo con una sonrisa.
_Está del otro lado, bajé el alimento del gato y lo dejé al lado de la cochera, qué tal tu día?_ el nudo le cerraba el estómago, quería besarlo, hundir sus dedos en ese cabello brilloso, abundante, apoyarse en su pecho, sentir sus brazos cerrándose en su espalda.
_Nos malcrías a todos, me había olvidado del gato, ya nos iba a comer a nosotros_ le dijo sonriendo mientras abría la heladera sabiendo que el jugo de naranjas exprimidas estaría allí, el sándwich  de tentempié en el tupper, y el millón de pequeñas grandes cosas que sabía que la magia no había colocado en su hogar, que había sido ella en su entrega, su amor por todos, por sus hijos, su hogar, por él.
Ella se puso colorada, sabía que él era consciente de por qué ella permanecía ahí más allá de la solidaridad.
_Vos nos salvaste a todos_ dijo repentinamente él, recostándose en la mesada de la cocina y tomando las manos de ella_ Jamás te agradecimos lo suficiente, dimos por sentado que formabas parte de toda la familia sin pensar en lo que has dejado de hacer para vos, para tus necesidades, tu bienestar….nuestra vida quedó en suspenso y vos interrumpiste la tuya._
Ella tragó saliva, jamás habían hablado de manera tan íntima o personal.
_Estuve y estoy exactamente donde el corazón me pide que esté…no dejé nada de lado porque fuera de mi trabajo que adoro y que sigo haciendo, no había nada que me conmueva tanto como el gran privilegio que tuve al poder cuidarlos y acompañarlos en esto tan difícil que les sucedió._
_Quedamos desbastados, por momentos hasta respirar dolía…no podía despegar la espalda de la cama o deshincharme los ojos para que los de ellos no volvieran a llorar y en momentos así escuchaba que vos entrabas y abrías las ventanas, ponías la pava, subías las escaleras corriendo para despertar a los chicos haciéndoles cosquillas, sacabas la ropa al sol, llamabas a los compañeros del cole para improvisar una merienda en el patio…y me prendí egoístamente de todos esos grandes gestos como si tuviera derecho a eso_ sus ojos estaban fijos , uno en los del otro, ella no se atrevía a exhalar._ Sé que hemos hecho uso y abuso de todo lo que nos brindaste, fuimos egoístas en nuestro dolor, pero creo que ya es hora de valernos por nosotros mismos, no tenemos que seguir aprovechándonos de lo que brindas, no es justo para vos.
Ella se sintió morir y él lo vio, lo invadió la ternura, la necesidad de abrazarla fuerte, de besarla, de hacerle el amor…le debía literalmente la vida, así lo sentía, seguramente fuera un amor diferente al que había sentido y sentía por quien fuera su esposa, esto que sentía ahora era un reflejo de lo que ella brindaba, de su entrega desinteresada, del manto de paz que brindó cuando el desasosiego y dolor amenazaban con ganar la batalla.
_¿Querés acompañarme a vivir esto que sé que estamos sintiendo los dos?, Te animas a formar aún más parte de esta familia pero no como quien está de paso, sino como tal vez la parte fundamental que nos mantiene unidos a todos?, Ni siquiera puedo pensar en que no estés en nuestras vidas.
Ella no podía creer lo que estaba oyendo, él la estaba acariciando, le estaba proponiendo un lugar propio, a su lado, con los chicos, en la casa y en la familia que amaba.
_ Y los chicos? Qué van a decir?_ fue lo único que se le ocurrió preguntar.
_ y de quién te pensás que fue la idea de que “me apure antes de que te enamores de otro papá”_ se rieron juntos, se besaron, se acariciaron, se descubrieron…fueron familia primero, ahora además serían marido y mujer.

Patricia Figura, marzo de 2019

domingo, 3 de marzo de 2019

LAS MEDIAS SE CUELGAN JUNTAS


LAS MEDIAS SE CUELGAN JUNTAS

La mañana era soleada, diáfana, no había nubes en el cielo celeste.
Estaba sacando la ropa del lavarropas, no le gustaba ver la pila pendiente, así que lavaba casi todos los días, así fuera domingo o feriado.
Por otro lado, en el ajetreo diario, era poco lo que estaba en su casa, pero no añoraba los días en que apenas salía más que por trayectos ajenos, los cuales aún continuaban.
Se iba a premiar con unas horas de sol y pileta a una cercana localidad costera, iba a reunirse allí con su compañera de trabajo, estudio y de la infancia.
Los mates irían y vendrían al compás de la charla, nunca quedaban sin tema, eran muchos años transitados, muchas ausencias, muchos años en paréntesis que parecieran no permitir un “ponerse al día”.
Mientras la cabeza volaba, las manos también, toallas, chaqueta, vestidos, remeras, ropa deportiva, el tendedero le iba quedando chico, puso una media sostenida en un equilibrio perfecto al costado y perpendicular a las varillas , continuó sacando otras prendas hasta que encontró la pareja de la que había colgado y la sostuvo en un rincón opuesto a la anterior.
“Las medias se cuelgan juntas” le pareció escuchar la voz de su mamá, “todos los pares van juntos”.
Podía verla en las diferentes casas en que habían vivido a medida de que el progreso iba llegando, los sábados se lavaba y tendía todo….eran horas, mientras ella jugaba incansablemente con sus muñecas y baterías de cocina y esperaba almorzar con suerte a las tres de la tarde.
“Las parejitas también van juntas, no hay que separarlas” le había dicho en otra ocasión mientras pasaba la impecable gamuza a las figurinas de porcelana inglesa, acercándolas y comentando que la señora de la limpieza siempre las alejaba.
Un día le preguntó el porqué, mientras la seguía con la mirada en ese ritual de ponerlas en ángulo agudo donde el vértice era por lo general uno de los codos de tales miniaturas, al igual que con los sillones individuales o la simetría en el juego de tocador.
“Porque  no hay que separar a las parejas, trae mala suerte.”
Si bien no discutió tal observación ni le pareció absurda, interiormente estaba convencida de que ese no había sido el motivo de la separación de sus padres años atrás, y también sabía que su mamá estaba bien enterada de los motivos que nada tenía que ver con adornitos mal alineados…pero a la vista, las parejas juntas quedaban bien, al menos en cuanto a objetos se tratara.
La última prenda extraída del blanco artefacto la trajo a la realidad, una toallita de mano bordada, la ubicó como pudo para sacar todo colgado al sol y así poder partir rumbo a febo ella también.
Inmediatamente sus ojos se posaron en el par de medias separados y dudando sólo un segundo, tomó una de ellas, le hizo espacio junto a la otra y con un “por las dudas” mental se dispuso a buscar su nuevo bikini de llamativos colores.
 Al final de la tarde contrastaría de una manera muy sentadora con su renovado bronceado veraniego y su marido se lo haría notar de la manera en que más le gustaba a ambos cuando volvieran a  encontrarse.

Patricia Figura, marzo de 2019