viernes, 22 de enero de 2016

EL PATITO FEO....QUE NO ERA CISNE.

El Patito Feo... que no era Cisne.
Ella había nacido fea, literalmente.
No como la mayoría de los recién nacidos,  que con los primeros gramos y días transcurridos comienzan a embellecerse.
Era decididamente una criatura sin gracia.
Sus amantes padres, cuyos otros hijos eran de lo más común y corriente, sin nada ostensible que destacar, ya fuera en un sentido o en otro, la miraban sin decirlo abiertamente a medida que iba creciendo.
Su carácter cambiante no ayudaba para nada, su gesto algo bobalicón era engañoso, poseía una viveza innata que bien manejada era su mejor capital.
No tenía demasiadas amigas en el colegio, sólo determinado grupo que demostraban que no  “discriminaban” incluyéndola en algunas de sus reuniones, claro, ella no les hacía sombra, no distraía las miradas de los chicos que les gustaba, no era siquiera simpática si no se lo proponía realmente.
Adolescencia difícil, familia sólida, presente, poco demostrativa… sus hermanas le daban consejos para sacar mejor partido de su cabello que era sano y abundante, su madre recorrió cuanto dermatólogo pasaba por la obra social para luchar contra el acné juvenil, pero para desesperación de todos ella se encogía de hombros y seguía su camino.
Cero deportista.
Absoluta sordera si de estudiar algún instrumento se trataba.
No le interesaba en lo más mínimo la vida de club y los consabidos grupos que allí invariablemente se formaban.
Su carácter fue agriándose con el tiempo, terminó sus estudios secundarios, fue al viaje de quinto a regañadientes, nadie tuvo que hacer de “campana” para cubrirla en un beso furtivo.
Varias crueldades de esas llamadas “inocentes bromas de chicos” fueron volviéndole el gesto más adusto y hosco aún.
Odiaba los espejos…. Cuando tuviera su propia casa no tendría ninguno, aún a riesgo de salir disfrazada a trabajar.
Hizo el terciario en tiempo record y comenzó su vida laboral, sus hermanas se fueron casando, su único hermano también, vivía sola con sus padres, pero era como tener caseros…. Ella hacía su vida, con sus horarios, sus padres hacían la suya, por acuerdo mutuo ella pagaba impuestos y servicios y su madre se encargaba de que hubiese siempre algo para comer y la ropa limpia.
No la invadían y ella a ellos menos.
Curiosamente no era una persona insegura.
Era posesiva de lo que consideraba de alguna manera “suyo” pero no era dependiente de nadie, al contrario, eficiente en su trabajo fue ascendiendo rápidamente…. Eso la obligaba a tener en cuenta su aspecto.
Era prolija, tenía un guardarropa básico pero absolutamente combinable, le gustaba armarse “equipos”, “oufits” para no tener que perder tiempo pensando qué ponerse para trabajar, reuniones sociales o vacacionar.
Por una cuestión de salud se impuso hacer algo de gimnasia tres veces por semana, no le interesaba aumentar de peso y tener que ocuparse de  sí misma más de lo necesario.
Eso la hizo sentirse mucho mejor, más elástica, más esbelta, le daba otro porte…para el cumpleaños, sus compañeras de trabajo, que tenían la costumbre de hacer regalos temáticos anuales, es decir, con el de la primera ya sabían qué les tocaba a las otras, le obsequiaron un Boucher en uno de los mejores salones de belleza de la ciudad.
La conminaron a que lo utilice….antes de un viaje laboral por una fiesta en la casa matriz a la que iba con otros directivos de la empresa y representantes de firmas, pidió turno y se internó llevando en parte su portafolio para adelantar temas pendientes.
Por una vez no odió los espejos.
Los años le habían dado algo….experiencia, un dejo de inteligencia en la mirada, actitud y los genios del spa un estilo que le iba como anillo al dedo.
El que sabe, sabe y cada uno a su juego.
Tal vez no era tan difícil mantener la imagen que le devolvía ese cristal implacable a veces y dadivoso otras, como en esta ocasión, tampoco había sido un total sacrificio, un par de horas cada quince días, mantener ese nuevo color de cabello que la iluminaba y suavizaba el rostro, un make up casi disimulado, un toque en las pestañas.
No la habían disfrazado de otra persona.
No se sentía un maniquí llena de afeites que le quemaran las manos por ir a lavarse la cara.
No tenía un peinado que la obligara a la esclavitud.
Era algo muy sutil y que la hacía girar ciento ochenta grados en su aspecto.
Sintió una oleada de gratitud y placer.
Tomó su maletín y en un arranque sin precedentes pidió un nuevo turno por propia voluntad.
No se había transformado en un bello Cisne….pero se veía mejor de lo que siempre se había visto, daba otra imagen, sonrió y se dio cuenta de que la favorecía, tenía lindos dientes….calzó sus gafas de sol, con eso era intransigente, nada de Febo en su piel, no lo toleraba, una vez leyó un artículo que decía que con dinero, cualquier mujer podía ser bella, ella no compartía esa opinión….podía mejorar su aspecto, darle estilo y dignidad…pero la belleza era otra cosa.
Como fuera, estaba satisfecha, se sentía mejor que nunca consigo misma, recorrió un shopping  cercano y eligió un par de prendas para llevar, calzado de vestir y otro más cómodo para andar, mientras su celular vibraba con llamadas urgentes que se dio el lujo por una vez de postergar.


Patricia Figura, enero de 2016

martes, 5 de enero de 2016

LA PROFE....

LA PROFE

Sus dedos largos, con uñas sin esmaltes y anillos de plata pulida, tamborileaban como al descuido sobre el escritorio del aula escolar.
La mirada perdida en sus pensamientos, miraba casi sin ver.
Silencio de examen.
Los alumnos de la secundaria batallaban en una de las “últimas oportunidades” para salvar la materia….una de la cinco o seis que la institución o el ministerio” sugiere” para dar posibilidades a los adolescentes de aprobar,
Y así se llegaba al nivel terciario…casi naufragando, pero esa era otra historia.
Una cabeza rubia, cabizbaja, que si bien jugueteaba con la birome, no parecía escribir demasiado, llamó una vez más su atención.
Algo le pasaba….hacía días que estaba taciturno, ceñudo, la miraba tan penetrante como siempre, pero no se dibujaba su sonrisa rápida y contagiosa, no estaban las bromas que parecían no tener fin y que matizaban sus días…sin decir nada daba media vuelta y se iba.
Todos sus alumnos eran queribles, divertidos, educados, graciosos…pero él era especial, marcaba presencia, demandaba su atención como si no tuviera más de cinco años, le hacía acordar a sus propios hijos  siempre en pugna uno con otro para acaparar sus sentidos.
El resto de sus compañeros se reían  de las demandas de él, de sus declaraciones de preferencia sobre cualquier otra profesora que haya tenido o pueda tener.
Si bien ella cortaba de manera risueña pero firme los calurosos saludos adolescente, guardaba en su corazón cada una de sus demostraciones, era un bálsamo lo que recibía en el trabajo en contraste con su realidad familiar.
El egoísmo de su esposo, cómodo en sus salidas con amigos, siestas eternas, poco románticas, su escapismo en el control remoto del televisor…sus hijos con exigencias y celos entre ellos.
Nada muy diferente a lo que pasa usualmente en la mayoría de los hogares en donde se hace malabares para sostener la economía familiar y donde de a poco se van alejando entre sí….o se acercan para el pase de facturas.
“Siempre hay un hijo que da y otro que recibe”….o al menos es lo que ella sentía con respecto a sus propios padres, ahora, en el ocaso y deterioro, reclamaban su presencia, muy diferente a cuando estaban sanos y fuertes…absolutamente dueños de sí.
Sus ojos se fijaron en  él, la hoja no estaba en blanco, suspiró aliviada, se anotó mentalmente comentar con la preceptora acerca del cambio en su actitud y semblante, cuando su alumno estaba así era inútil intentar conversar o ayudarlo.
“Profe sos la más linda de todas” “Profe, esa remera me habla a mí?” refiriéndose a la inscripción en idioma extranjero en que invitaba al supuesto lector a conocer su interior, “Profe… este tema es para vos” y ahí mismo, en pleno salón improvisaba un karaoke con alguna letra que dejara clara su devoción..
Esbozó una sonrisa involuntaria y él justo levantó la vista.
No le respondió con ningún gesto que hubiese sido lo habitual, apenas una mueca de costado.
En una semana comenzaría el receso escolar, el año que viene si bien sería alumno de la institución, ya no de ella.
Era un grupo hermoso, se trabajaba estupendamente bien con todos, habían compartido viajes de estudio, cenas, actos, estaba invitada a la recepción de quinto que ya se estaba planificando.
Los iba a extrañar muchísimo!!!...lo iba a extrañar.
¿Qué sería lo que  le pasaba? ¿Por qué estaba con esa expresión tan triste? ¿Por qué no confiaba ni en su mejor amigo?.
Suspiró, se disponía a pararse y recorrer entre los bancos cuando él se acerca y le extiende su examen.
La mirada cómplice se pudo percibir por un instante, enseguida sus ojos perdieron la luminosidad y a ella el alma se le estrujó.
Murmuró entre dientes un saludo y abandonó el aula, tal como podían ir haciendo a medida que terminaban.
Uno a uno fueron terminando, se saludaron, acordaron la fecha de entrega de calificaciones, ella acomodó sus cosas, se colgó el bolso sin prender el celular hasta no salir del colegio, preparó las llaves del coche, no quería derretirse en el asfalto después de caminar tres cuadras.
En un recodo, al doblar por uno de los pasillos, lo encuentra reclinado contra la pared, con las carpetas a un costado, la mirada fija en ella, titubeó como si fuera una adolescente que no sabía bien qué hacer…saludarlo al pasar, guiñar un ojo a modo de saludo tal como hacía usualmente para no andar a los gritos, agitar una mano…no había nadie más, sus pazos retumbaban en el silencio de una escuela medio desierta a mediados de un diciembre caluroso.
_Profe…._ dijo él muy bajo y sin su estridencia habitual, separándose de la pared_ te voy a extrañar…mucho, sos la mejor.
Le dejó un beso suave en la mejilla, no esperó un gesto de ella ni una respuesta, un “yo también los voy a extrañar”, dio media vuelta y se alejó por el portón vidriado que ella misma atravesaría minutos después.
Algo le apretaba en la garganta, sus ojos se humedecían rápido últimamente, tenía calor, no sabía todavía qué les iba a dar de almorzar a toda su troupe, se acordó que habían quedado empanadas de la noche anterior, “que coman eso a medida de que se vayan levantando”, salió al sol refulgente, se calzó las gafas de sol, encendió el celular, tenía diez whatsapp que ver, revisó que no fueran urgentes y cerró la pantalla.
El fin de año estaba cerca.
No había hecho las compras navideñas.
Su marido estaba particularmente cargoso con el tema vacaciones.
Ella solo quería un poco de paz…suspiró de nuevo y se encaminó hacia su coche, su familia, su vida.


Patricia Figura, enero de 2016

lunes, 4 de enero de 2016

TODO PUEDE SER...

TODO PUEDE SER…
Seguramente la mayoría de las personas que la conocen, creen que su vida “ya está escrita”, que va a ser siempre así, con una rutina marcada casi por inercia.
Rutina asestada continuamente por imprevistos familiares e infantiles….pero no por eso menos monótona.
La casa les iba quedando chica, aún cuando faltaban años para terminar de pagarla, dos dormitorios y otro que nunca se terminó, utilizado para “cachivaches”, cocina diminuta en el espacio de lo que sería un pasillo, comedor atestado de juguetes, útiles, libros escolares, restos de cartulinas y goma eva (que pueden servir para algo), computadora, televisor, equipo de música, DVD, mesa larga que ocupa el resto de la estancia con seis sillas de las cuales sólo cuatro pueden ser usadas por personas de peso  relativamente normal¿?...las otras son para los más chicos o para los que les guste la aventura.
Si se entiende por aventura sentarse y no saber en qué momento quedan totalmente descoladas y  el piso de cerámicos económicos puede cumplir las veces de un poco mullido asiento.
Salir a trabajar antes de las siete de la mañana, repartiendo los niños en el colegio, marido en el trabajo y por último rezar para encontrar estacionamiento que no sea medido, es su comienzo de un día relativamente bueno, cuando se complica puede ser por motivos varios, fiebre, dolor de muelas, garganta, estómago de alguno de los infantes que no entienden que  NO ESTÀ CALCULADO NI EN EL RELOJ NI EN EL PRESUPUESTO FAMILIAR QUE SE ENFERMEN.
Claro que las ruedas pueden amanecer en llanta por algún desconsiderado clavo que se haya atravesado en su trayecto el día anterior, o que misteriosamente la batería cumpla su ciclo a esa hora inoportuna cuando están todos con mochilas, bolsos, materiales de tecnología y bolsos de natación escolar a hora tan temprana.
Disfrutaba mucho de su trabajo, realmente le encantaba, lo vivía desde el corazón, era también un poco su lugar de descanso, siempre había un recreo para conversar con sus compañeros, organizar cumpleaños, despedidas, bienvenidas, vísperas de feriados y cuanta excusa pudieran inventar para sacudirse un poco la desidia de encima.
Pero lo que sería una gran sorpresa para todos los que la conocen, es que en ese trabajo había también un “incentivo laboral”.
Si, tal cual….una ¿motivación?. Lo cierto es que más allá de que era “su” secreto, lo disfrutaba, lo guardaba celosamente, y le servía para regodearse con la imaginación durante las tediosas horas en que el cielorraso parecía a punto de caérsele encima en las noches de insomnio.
No sabía si el destinatario de sus más atrevidas fantasías sospechaba de la incipiente pero vertiginosa amistad que estaba naciendo entre ellos.
La sonrisa de él cada vez que conversaban le iluminaba el resto del día, se había hecho como un mini ritual de saludo e intercambio de bromas, siempre estaba la expectativa de que algo pudiera ocurrir y él faltase, o que ella no lo cruzara….y el nudo en el estómago cuando en un instante  aparecía en su campo visual….hacía que todo valiera la pena.
Mientras hacía las compras, bañaba al menor, ayudaba en los exámenes a los mayores, se aburría a solas con su marido, aguantaba las quejas de su suegra, ayudaba a su madre….volaba, se iba, imaginaba los diálogos que tendría con su compañero, las conversaciones que sacaría como al descuido, evaluaba las posibles salidas ingeniosas de él… porque era muuuuuuuuuuy ingenioso según ella.
Con eso se conformaba.
No se planteaba dejar a su familia.
Ni separarse de su marido que era tan bueno como anodino.
Ni que hablar si tuvieran que dividir las economías…. de los dos no harían uno, tenían las dos tarjetas de crédito a punto de estallar, la del súper con margen cero, los sueldos eran buenos, pero ellos eran mejores para antojarse con cuanto bicho electrónico existiera así que no había manera de tener un saldo positivo en cuanto a los números.
Tampoco se imaginaba siéndole infiel.
Estaba cómoda con lo que tenía….hasta cosa de un mes atrás.
Todo puede ser…y los giros de 180º existen no solo en las geometrías.
Él la agregó a whatsapp, y ella agrandaba y achicaba su foto de perfil doscientas veces al día, ahí se enteró de que su malsana relación matrimonial había llegado a su fin, por fin había cortado amarras y comenzaba a estar en paz, a disfrutar de un poco de sosiego, charlas, amigos, una comida entre semana sin importarle si tenía que sentarse a cenar a media noche, ella leía con avidez sus comentarios, no sabía que él estaba mal en su matrimonio, las pocas veces que lo había visto con ella, no demostraban nada, ni amor, ni desamor, ni alegría, ni euforia….NADA.
Tácitamente, cuando se encontraban en el ambiente de trabajo, no mencionaban sus charlas on line, ignoraba si él lo hablaba con sus amigos, ella era celosa de esa relación, ni siquiera lo comentaba con sus dos mejores amigas.
Hasta que un día….como suele pasar en las novelas que son  menos creativas que la propia realidad, se encontraron en la salida y los dientes blancos y parejos de él le hicieron brillar los oscuros e inteligentes ojos de ella.
Pareció lo más natural del mundo saludarse con un abrazo espontaneo y un cálido beso en la mejilla.
Compartir un helado de chocolate y vainilla en la fresca confitería de la esquina, reírse mucho…muchísimo, mandar un mensaje que se quedaba hasta más tarde a sus hijos, agregarse en el face “después de todo somos compañeros de trabajo y podríamos armar un grupo cerrado”,  mirar la hora y que las últimas tres hayan pasado como diez minutos. .. Todo era más que natural, nada planificado, fue surgiendo y ella amó esas horas, se sentía OTRA VEZ ELLA MISMA.
Ya no era la malabarista que cuando terminaba agotada la esperaba otra jornada igual…era una mujer que se sentía fantástica conversando con un hombre que le resultaba interesantísimo.
Le costó poner fin al encuentro, sabía que algo tan espontaneo, fresco, divertido y con sabor a “primera vez” no iba a volver a darse de casualidad.
La esperaba toda una madrugada de dulce desvelo.
Seguramente al otro día comenzaría a “arengar la tropa” casi al alba, en su ansiedad por no llegar tarde.
Estaba exultantemente feliz.
Cargó combustible, compró helado para su familia, llevó muchísimas papas fritas para los chicos, una cerveza helada para acompañar la picada, pondría la mesa chica en el patio, escucharía los grillos en sus duetos con las chicharras que anunciarían más calor para el otro día.
No importaba…se sentía muy contenta.
¿Como continuaría todo?….no tenía ni la menor idea.
Todo puede ser…todo puede pasar.


Patricia Figura, enero de 2016