domingo, 15 de agosto de 2010

Cumple de 40.

Cumple de 40

Como hace un siglo atrás, la promesa de una fiesta el fin de semana las tenía alborotadas y eufóricas a todas las del grupo.
Claro que ya no eran los “quince”, estaban allá lejos y hace tiempo… ahora la seguidilla eran los “40”…impronunciables para algunas, bien vividos para otras, un número más para las menos.
Si bien cada una tenía las horas del día más que ocupadas, todas con actividades diferentes, ideales similares, elecciones dispares, suertes cambiadas y épocas que alternaban la bonanza con la adversidad, se hicieron un tiempito para conversar sobre los regalos que estarían buenos, las caras nuevas que encontrarían, las que volverían a ver después de siglos y las infaltables de siempre con sabor al “otro bando”.
Entre contratiempos, idas y vueltas la noche llegó, todas estrenando algo y los maridos con  los consabidos ambos de siempre …para qué gastar en eso si total quedan siempre igual ¿no?.. entre  las mujeres es diferente, siempre es un regalo para los ojos una estampa armoniosa.
Las del grupo obviamente compartieron mesa en parejas, todos se conocían  desde siempre y la conversación era alegre y fluida, la música entre los ochenta y principios de los noventa hacía bailar a más de una en el lugar.
Después de contar cuatro o cinco botox , tres pares de lolas nuevas, y unos cuántos “engordes por la edad”  se dedicaron a cenar la exquisita comida que la homenajeada eligió para sus invitados, notaron dos lugares vacíos en la mesa y  se preguntaron quienes serían los que faltaban.
No se hicieron rogar… apenas llegado el plato principal y casi pisándose los talones dos rubias diametralmente opuestas hicieron su aparición.
Con cara de amenazadas, las amigas se dedicaron a estudiarlas a medida que las recién llegadas saludaban a la anfitriona, a su marido, a los hijos y algún que otro pariente que reconocieron.
Una, despampanante con un koleston rubio rubio claro, escote hasta la cintura que dejaba ver muy claramente dos grandes y rígidos globos casi del tamaño de los de la decoración, catsuit rojo furioso y piel de conejo blanco como abrigo ¿sería ecológico o real?.
La otra, perfil más bajo, igualmente alta, rubio ceniza sin rastros de haber pasado por la pelu, pantalón negro recto, camisa gris perla, suelta prendida adelante y saco negro con unos tímidos hilitos plateados entretejidos, botas abrigadas bajo las cuales podía adivinarse unas calentitas medias de toalla.
y… sí, se dirigían a la mesa donde nuestras chicas luego de cerrar la boca, sonrieron ante las presentaciones…. Dos amigas de la clase de salsa.
Los maridos, muy caballeros ellos, se levantaron levemente al  sentarse ellas, les preguntaron qué iban a beber ( para qué estaban los ocho mozos???) sirvieron vino blanco a la escultura y  tinto a la cuasi oficinista.
Como eran las “desconocidas” la atención se centró en ellas, al menos la conversación en voz alta, porque por lo bajo al mejor estilo contramarea, las chicas cambiaban miradas, susurros, gestos y a los diez minutos habían sacado cuenta de los “touch” que la Diosa tenía en las cejas, el colágeno de sus carnosos y sonrientes labios, los ojos de un romántico verde agua eran de vidrios y por supuestos esos senos desafiantes no eran aptos para las modernas plataformas vibratorias del gym.
La otra era inofensiva… , charla rápida, sonrisa sincera, mirada por momentos nostálgica y buena oyente.
La escultura haciendo caso omiso de la parte femenina, conversaba y fijaba los ojos en los maridos festejando chistes viejos como si los oyera por primera vez, se interesaba en cualquier comentario que estos hicieran y al parecer era un poco sorda porque posando sus largos y enjoyados dedos sobre los muslos  de los que tenía al lado, les pedía que le repitieran al oído porque no “había escuchado bien”.
Luego de que el plato principal quedara levemente atravesado en las gargantas de las amigas, llegó el postre y el momento de retocar el make up en el toilette… ninguna dejaría a la vampiresa sin vigilancia así que fueron de a dos… por supuesto que más allá de que en las fiestas todo se potencia, las emociones, las corridas que hubo para llegar, ubicar los chicos, dejar el trabajo organizado, lo que no se haría al otro día por el cansancio, etc, habían encontrado la mosca en la sopa, algo para hacerse problemas, y el deseo de comentarlo fue más fuerte y terminaron todas  reunidas tipo concentración de fuerzas.
Que si hablaba más al marido de una que al de otra, que entornaba los ojos  para mirarlos, que escuchaba como si la vida dependiese de lo que le estaba contando el esposo de tal o cual, que no había probado bocado, etc.
Por supuesto que todo era real a medias, había mucho de buscarle la quinta pata al gato y estaban subestimando a sus compañeros no sólo de la fiesta sino en la vida.
Reaccionaban ante una posible amenaza a sus hogares, a sus parejas, a los mismos hombres que daban por seguros y que eran incapaces de sorprenderlas, a los que llevarían los ambos oscuros con las camisas de traje y que no se dieron el tiempo de elegirles algo especial también para ellos, no dándose cuenta que  iban a ser  las beneficiarias de verlos distintos, más pintones, arreglados para la fiesta asì como ellos las habían elogiado en la privacidad de cada casa antes de salir para la noche que prometía  ser diferente.
Con tiempo para “verse”, dejar de lado el uniforme de estar adentro, interrumpidos por las demandas infantiles y adolescentes de cada hogar.
Estaban celosas… y no les disgustaba precisamente… era como un nudito en la panza, si la vampiresa se sentía atraída por sus maridos… era lamentable para su ego… ellos estaban muy bien acompañados.
Cual quinceañeras, entre divertidas y acicateadas,  se estudiaron en el gigantesco espejo  del pasillo que llevaba al salón,  los ojos les brillaban traviesamente, estaban ruborizadas de anticipación, espléndidas en la madurez y con todo un bagaje de experiencias que las hacía saber con seguridad que la noche iba a ser disfrutada a full, mucho baile, los infaltables lentos casi al amanecer y volver  con ellos achispados y con toda la casa a disposición, sin chicos, sin apuro y sin necesidad de ahogar un grito de placer …” para que no se escuche en la otra habitación.”.

Patricia Figura, mayo de 2010

5 comentarios:

  1. Antonio Morales Carroz8 de noviembre de 2012, 8:09

    Me encantó este divertido " y serio" relato enmarcado en la fina narrativa de Patricia.Préstale suficiente atención a lo que tienes en casa parece desprenderse del relato.Ésto es igual para esposos y esposas:En la calle siempré habrá una rubia "Koleston" y también un "galán buitre" prestos.Excelente Patricia.Un abrazo fraterno.

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  2. Gracias Antonio! siempre tan intuitivo en tus interpretaciones!

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    1. Un relato que se asimila a mi persona,pero ya pise los cuarenta. Muy bueno amiga.

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  3. Muy buen relato, es como quien suscribe ya pise los cuarenta

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    1. pero los cuarenta de los hombres son como diez menos que en la mujerr!!!!!! jajajajajja gracias Natalio.

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