Altibajos

Altibajos

No sabía qué  la tenía tan molesta, fastidiada, atada, incapaz.

Todo la irritaba, la oprimía, endilgaba sus propias limitaciones a excusas ajenas.

Nunca había sido así, se sentía rara.

Inquieta y enojada.

Pero era sólo por períodos, oscuros, nebulosos, rojos.

En el momento en que cometía las injusticias con sus seres queridos… se arrepentía, y no lo demostraba.

Algo estaba en su mente, no quería dejarlo salir a flote… era mejor terciarizar las culpas.

Ya no tenía veinte años, ni treinta, aunque en realidad se sentía atemporal, como que todo hubiera sucedido ayer.

 La mayoría de las decisiones importantes estaban tomadas, los caminos cruciales elegidos, ahora se trataba de salir adelante de acuerdo a lo que había, o tratar de cambiar lo apenas modificable.

Pero había otros días, más claros, llenos de sol, donde el verde refulgía de esperanza y vida nueva.

Esos eran su revancha, donde no importaba que las cosas no hubieran salido como lo planeado, donde lo cotidiano tenía valor, donde lo insalvable era viable aún en lo utópico.

En esos períodos la casa brillaba, la ropa flameaba al compás de la música que variaba de acuerdo a la euforia del momento.

Sus hijos acostumbrados a los cambios de humor, disfrutaban, en los días claros, de las charlas compartidas, el baile, los amigos que eran bienvenidos sin ninguna invitación …retenían esos momentos, los hacían únicos, atesorables, sabiendo que invariablemente llegaría el invierno con su fría oscuridad.

Tenía miedo… no lo decía abiertamente, pero lo sentía,  podía llegar el tiempo en que los días soleados no penetraran más en las tinieblas de su mente.

Qué  haría entonces?. Quién se haría cargo de sus ataques de ira, de la injusticia que derramaba en sus ataques verbales?. Quién haría sonar su teléfono para invitarla a pasear, a tomar algo, a llevar los chicos a la plaza?.

Su propio compañero agotado de no poder saciar tanta sed … seguiría a su lado? Era el amor tan sólido como para renunciar a su propia alegría? A su salud?.

Acaso ella iba a permitir eso?. Jamás,  nunca, nunca, nunca.

Era tanto lo que los amaba…

Que sería de su vida si sus amigas la soltaban, si el abrazo no volvía?.

Suspiró agotada, si se lo planteaba quería decir que todavía no estaba loca…o no del todo.

Aunque no pudiera manejar el desequilibrio de los días rojos, aún podía darse cuenta cuando estaban por llegar… y pedir al cielo que la ilumine para no lastimar.

Que el límite verbal exista…

Dejó su pincel de cerdas finas sobre el banco que precedía al ventanal, no tenía ganas de ponerlo en remojo, de última era solo un pincel y tenía millones.

Miró amorosamente su obra, la amaba aunque la sabía técnicamente imperfecta.

Era hora de comenzar a pensar en la cena, tenía una familia que se reuniría alrededor de la mesa oval, impacientes por comentar las últimas novedades del día.

Un pollito al vino con papas doradas siempre es bien recibido.

Y si de postre había chocolates para repartir… fiesta completa!

Vamos,  a sacar voluntad, a tratar de ver la salida, de pensar antes de hablar, de poner siempre primero el amor incondicional antes que la oscura y helada incapacidad de contener los leones internos.

                        PATRICIA, julio de 2009