domingo, 26 de septiembre de 2010

A VECES, EL AMOR...ES CIEGO.

A veces el amor es ciego


_ Fue sólo eso nada más_ repitió como si él no la hubiese escuchado, era la tercera y probablemente la última vez que mantenían la misma conversación_ Por una vez en mi vida quise ver reflejado el deseo provocado por mí en las pupilas de un hombre.
Era su única explicación, al menos consciente, que tenía tanto para ella misma como para él.
Él, joven, hermoso, ojalá supiera cuanto, la escuchaba con el rostro dolorido y algo alzado hacia donde provenía la voz tan querida desde siempre, desde….¿cuánto tiempo ya?.
Cinco o seis años, la primera vez que la escuchó ella tenía diecisiete, él veintitrés, caminó siguiendo el sonido a lo largo del desierto corredor del instituto, llegó hasta el aula donde ella enseñaba a hacer un collage a los más chiquitos, y silenciosamente se paró en el vano de una puerta.
_ Perdón busca a alguien?, está perdido? Lo puedo ayudar?_ dejó el material que tenía entre sus manos y se acercó a él.
Sonrió y sus hoyuelos fueron un regalo para los ojos de la joven aprendiz de docente.
_¡Cuántas preguntas en un segundo!, sería imposible perderme, crecí aquí, y lo que buscaba ya lo encontré…tu voz_ extendió muy despacio su mano, se presentó y ella riendo lo hizo también.
_ ¿Sos ave de paso? Que hacés con mis gorditos?_ dirigía sus nublados ojos algo por encima del rostro de ella.
_ Son mis prácticas, si bien el título que voy a tratar de obtener en un par de años es el de docente, quiero orientarme hacia los chiquitos especiales, ser algo así como una integradora, potenciar al máximo todas sus otras cualidades y no que sus vidas se centren en la imposibilidad que por lo general es una sola y en la que se hace hincapié._ había pasión en su voz, alegría, proyectos, entusiasmo.
_Entonces nuestros encuentros van a ser frecuentes, trato de devolver algo de lo mucho e increíble que me dieron, les ayudo a desenvolverse solos, de acuerdo claro, a sus diferentes edades y etapas, voy por todo el edificio y aparte trabajo de profesor de francés_ parecía tranquilo y satisfecho.
Los chicos comenzaron a reclamar  su atención, las diminutas mesas de colores brillantes quedaron ocultas bajo una montaña de arena, yerba, porotos, fideos y demás elementos propios de la actividad.
Entre los dos recibieron los trabajitos que las manitos gordas e inexpertas prepararon para la carpeta que se entregaría al final del año escolar.
No faltó el que la hoja le restaba creatividad y decidió continuar en la cabeza del compañero, tampoco el que se concentró tanto que olvidó ir hasta el baño para “hacer pipí”, pero nada de eso alteró el buen ánimo y humor general.
Cuando todos los chicos se hubieron retirado, ella tomó sus carpetas y juntos salieron a la tarde primaveral que inundaba los extensos jardines del colegio.
El rostro apuesto, limpio de él demudaba tanto placer que su compañera no puedo evitar la risa.
_ ¡Es incomparable! Jamás voy a dejar de asombrarme por más que pasen los años_ comentó mientras sus pulmones se llenaban y vaciaban exageradamente
_ ¿De qué estás hablando?_ miraba para todos lados y si bien el césped recién cortado, el estanque de piedras con sus patitos, y las flores en sus canteros brillaban por doquier, nada de eso era visible para él.
_¿ Cómo de qué hablo?_ se reía ante tanto despiste _ sentí el olor al pasto, regado y cortado, tres tipos diferentes de jazmines perfuman el aire más que tus cabellos, aunque claro ni siquiera ellos, los jazmines, huelen tan rico, y un poquito más lejos están los patos salpicándose con su plumaje.
No dijo nada ante el velado piropo, sólo sonrió y deslizó un “tenés razón”.
Continuaron “viéndose” y charlando dos o tres veces por semana, cuando él pasaba por su sala era igual que si entrara el viento, los chicos se arremolinaban a su alrededor, pidiendo cuentos, caramelos de frutas, jugar al caballito, y ya no había paz, era casi el recreo.
Un par de veces ella se detuvo a escuchar sus clases de francés, más que una gran bibliografía especial, utilizaban CDS,  canciones breves, dramatizaciones, donde al parecer ninguno de los adolescentes tenían vergüenza en participar sino todo lo contrario.
En el feriado largo, se sorprendió pensando mucho en él, estaba impaciente por volver a sus prácticas, sus amigas la notaron extraña, remota, no preocupada exactamente, pero… algo había.
Comenzó a interesarse más en las terapias que se ofrecían para equilibrar la falta de contención social para cualquiera que tuviese que vivir con alguna particularidad más notoria que la de los “normales”, el mundo era egoísta, se dio cuenta bien pronto, pero nada de eso parecía afectarlo a él.
Siempre estaba tan cómodo!!, tan satisfecho, sabía cuando estaba cerca en algún aula o pasillo porque jamás dejaba de silbar o tararear.
¿Por qué no eran así los que tenían mucho más?, ¿acaso se podía decir que él ignoraba la realidad?, ¿su mundo era una burbuja?.
No creía que fuera así, él era seguro, firme en sus convicciones y proyectos, cuando conversaban en los recreos que se tomaban, siempre hablaba con pasión cuando comentaba sus metas. 
Final escolar, acto y merienda de despedida, y ella supo lo que era no ver, porque sus pupilas se negaban a derramar las lágrimas que se agolpaban.
Un nudo le cerraba la garganta, nunca pudo despedirse de nadie sin llorar, menos de sus cachetones, tan chiquitos, confiados, con sus caritas apuntando hacia el sonido de su voz_ Es por un tiempito nada más, vamos todos a descansar y el año que viene si Diós quiere a jugar y a aprehender!!!!!!!!_ les fue diciendo entrecortadamente mientras les entregaba muñequitos armados con caramelos y la tan atesorada carpeta que los papás impacientes comenzaban a hojear.
El “seño” nunca sonó tan dulce, aunque más de una vez volvió a su casa agotada y sin voz, todo había que explicarlo, nada se mostraba y nada más, uno por uno debía recibir atención especial….pero cuando el trabajo se lograba los bracitos cortos rodeaban su cuello y ella sabía que jamás los iba a abandonar.
Él la buscó por el jardín primero, incluso abajo del añoso ceibo donde a ella tanto le gustaba soñar, también en la sala de docentes, en la cocina, en el aula de materno ya vacía, extrañamente en silencio, pero nada, no creía que ella se fuera sin despedirse.
Cuando una colega de él pasó y le deseó felices fiestas, le pidió que se fijara en el toilette, tampoco allí estaba su compañera.
Desanimado regresó a la sala de idiomas donde tenía sus cosas y aún antes de entrar sintió su perfume, era el champú que ella usaba, mezcla de limón y miel.
_Conque  acà te escondiste ¡Recorrí el edificio de punta a punta buscándote_
los bancos estaban algo corridos de lugar así que tanteando uno que otro se sentó junto a ella como dos alumnos esperando al profesor.
_ ¿Y para qué me buscabas? – preguntó en un mal intento de que su voz sonara firme
Sonrió al escucharla, ella tan verborrágica y enérgica siempre, ahora parecía los patitos mojados del estanque escolar.
_ Epa! Qué le pasa a mi asistente? Nostalgia?_le acarició el cabello, más suave que la seda, si importa aclarar.
_Esto es horrible!! _ exclamó permitiéndose por fín  dar rienda suelta a sus contenidos sollozos.
_No sé… no veo nada_ ante la broma ella rió y se sonó la nariz con el pañuelo que él le ofreció._ no es tan terrible, linda, los oídos también necesitan descansar, los alumnos son queribles pero hay pocas cosas que agoten más que la docencia, aprovecha este tiempito para preparar tus materias, nadar, tomar un millón de helados, escuchar los sonidos de los grillitos que te avisan que el verano llega y cuando no quieras abandonar nada de todo eso… otra vez el delantal, los materiales, el cursado, las prácticas, etc, etc, una y otra vez más._ mientras hablaba le rodeó los hombros con su brazo y ella suspirando se recostó.
_ No es sólo por los chicos, los compañeros, la rutina_ respondió despacito_ te voy a extrañar tanto tanto que me angustio hace días de sólo pensarlo._ uff por fín lo había dicho, listo ya está.
Sólo por un segundo deseó que él fijara sus ojos en los suyos cuando se separó ligeramente de ella.
_ Por supuesto, soy parte de todo esto, durante un tiempo formamos un equipo casi a diario, no te preocupes, antes del próximo fin de semana vas a estar con tantos planes e invitaciones que ni te vas a acordar de nuestras horas acá._
_ No soy un perrito para que me des palmaditas tranquilizadoras… y me parece que tenés un tipo de ceguera que no aprendiste a controlar, obviamente no me refiero a la física_ ya no era tan dulce, estaba fastidiada porque él no se la hacía fácil.
_A si? Y qué se supone que debo ver? Que una chica linda y dulce en una tarde de melancolía cree que me va a extrañar más de lo que pueda soportar? _ apoyando los codos en los bancos y sin perder su buen humor trataba de razonar con ella.
_ No creo nada… y vos tampoco, los dos estamos seguros de que no queremos estar alejados tanto tiempo, que todas esas actividades veraniegas que me endilgaste las podríamos disfrutar juntos_ estaban enfrentados, ella no perdía uno de sus gestos, él sólo escuchaba el sonido de su voz.
_De acuerdo, uno de estos días paso a buscarte y salimos a caminar, a tomar algo, lo que quieras, ¿conforme?_no le gustó su tono ligero como para sacarse el tema de encima, al contrario de calmar las aguas, las agitó.
_ No, no te preocupes, por supuesto que estoy haciendo un barullo de nada, estoy un poco tonta hoy, de acá a una semana otra va a ser la historia_ lo dijo en tono casual, mientras se levantaba, le daba un rápido beso en la mejilla y salía hacia la puerta del aula.
Pero él fue más hábil, casi sin que ella se diera cuenta la tomó por las muñecas y la acercó contra su pecho, ambos parados, rígidos, sin hablar durante varios segundos.
Aspiró su perfume, casi sin rozarla pasó su nariz por el cuello, las pequeñas orejas de ella, el cabello largo y suave, sus mejillas, sus labios…ella gimió y apretó sus uñas contra la espalda de él, urgiéndolo a que probara su sabor.
Fue delicado al principio, más insistente después, ella lo alentaba a seguir y él ya no tenía fuerzas para alejarla de sus pensamientos ni de su cuerpo.
Se sentó sobre un banco y ella se pegó a él, volcando en el momento lo que hacía meses que imaginaba, las manos de él trataban de “ver” lo que sus ojos no podían, había avidez en las caricias, los labios ya no besaban, mordían y el corazón les retumbaba dentro del pecho.
Cuando ya casi nada faltaba para llegar al final, con un esfuerzo sobrehumano su compañero la apartó.
Agitados y abrazados quedaron un tiempo esperando que su pulso se calmara.
La primera vez que estuvieron juntos fue después de dos encuentros donde charlaron horas, él se sentía mayor y responsable, ella le demostró cuán segura estaba de sus sentimientos, él le dijo que una cosa era en el instituto donde conocía a todos y era su ámbito, pero que otra muy distinta era la realidad en la vida, habría cosas que no podrían compartir, grupos en los que le iba a costar insertarse, comentarios que ella debería explicar, hasta ir al cine no iba a resultar sencillo.
No quería cansarla, podía aspirar a más.
Tenían conceptos diferentes de lo que era “más”.
Quiso conocerla íntimamente, en detalle, horas recorriendo todo su cuerpo, quería aprenderla, saber qué le daba placer, qué le molestaba, le enseñó a disfrutarlo, a sentirse plena, confiada, el departamento pequeño y cálido fue testigo del feliz comienzo.
Él la ayudaba con los estudios, ella con sus clases, ambos de buen comer siempre tenían algún invitado los fines de semana, los padres de ella lo incluyeron como un hijo más, los de él simplemente la “malcriaban”.
Años de tranquila convivencia, alguna que otra escena de celos con las nuevas alumnas, con amigos que reían junto a ella pero nada más.
Hasta un corto tiempo atrás… a ella un admirador le hizo saber muy claramente sus deseos de tener una oportunidad,  convertida en una preciosa veinteañera, inteligente, vivaz , más de una propuesta había recibido, nada de importancia reían juntos lo podían charlar.
Pero este hombre era distinto de los demás, fue sincero con ella, una flor robada, un chocolate abrazado por un peluche, era el papá de un alumno, viudo, atractivo, de sonrisa amplia y enamorado de la maestra donde su chiquito encontró amor.
_Sólo te pido quince minutos de tu tiempo para compartir un café_ era la salida del colegio, hoy su nene había faltado, fue sólo a verla a ella.
_ No hay nada que hablar, entiendo que esté agradecido porque su hijo se siente contenido y feliz con nosotros, nada más que desde ese lugar acepté sus presentes, pero ahí termina lo que jamás va a comenzar_ caminaban por la calle, él la tomó del codo cuando sin prestar atención ella iba a cruzar.
Un pensamiento pasó por su cabeza ante el gesto, no lo pudo retener, era algo así como que alguien la guiaba a ella y no al revés.
_¿Cuál es tu miedo? Durante meses te he visto con los chicos, he esperado tus entrevistas siendo mi hijo una excusa para encontrarme con vos, he observado tu dulzura, alegría, el brillo del sol que juega con tu cabello, la luz en tus ojos tan cambiantes como tu expresión, en un minuto ofreces mil matices y emociones distintas_ mientras caminaban él la condujo hacia un inmenso banco de hierro formado por flores de lys entrelazadas se sentaron y la descripción que él hizo de ella la hizo “verse diferente”.
Por lo general no prestaba demasiada atención a los detalles físicos, sabía que su compañero no los podía disfrutar, sí se concentraba en las texturas, particularmente prefería las prendas de algodón, “es como acariciar un gatito”, repetía él.
El padre de su alumno no apartaba su mirada fuerte, intensa de la de ella, se sentía más desnuda que jamás en su vida, las densas y oscuras pestañas de él parecían no agitarse, estaba absolutamente concentrado en su rostro, en su inquietud, por un segundo sus ojos parecieron implorantes, como si esperara una señal, una respuesta…expresiones que nunca habían sido para ella.

Estuvo distraída unos días, deambulante, por momentos fastidiada, en otros impaciente y un segundo después culpable por que no podía responder a lo que naturalmente su amor no había dejado de notar.
_ Vamos linda, algo te pasa, si no podés confiar en mí con todo lo que te amo …en quién?_ estaba recostado contra el marco de la puerta de la diminuta cocina donde ella preparaba sendos cafés.
Con un nudo en la garganta y con sus fuerzas ya vencidas se decidió a hablar, se sentaron a la mesa y le contó del hombre que de ella se había enamorado, que durante meses intentó conversar y que ella esquivó todo lo que pudo, que algo en la charla que mantuvieron la desasosegó, la dejó inquieta, habló de ella como si se descubriera por primera vez, se sintió conducida, protegida aunque eso tampoco tenía explicación porque durante años él mismo fue su protector.
_ Fue sólo eso nada más, por una vez en mi vida quise ver reflejado el deseo provocado por mí en las pupilas de un hombre._no podía soportar el dolor en ese rostro tan amado.
_ Puedo entenderte pero no aceptarlo, mis ojos están y estarán siempre nublados pero mi razón está despejada, sé que hay un millón de cosas que no te he expresado con la mirada, pero te juro que creí que era de lo único que te privaba, aunque claro, no pensé que te importara tanto_ estaba abatido, una mano cubría la otra, sobre el mantel a cuadros, mientras lo miraba pensaba que el pullover estaba gastado en los codos, que necesitaba un parche, fue su primer regalo, cinco ¿o eran seis? años atrás.
_Nada  pasó, no podría vivir conmigo si te mintiera en esto_ le urgía abrazarlo y que la abrace, cada vez que tenía un problema, o estaba triste era entre sus brazos donde hallaba el consuelo.
Ahora de alguna manera estaban enfrentados, él ya no estaba seguro de la estabilidad emocional de ella, más allá de que todo se redujera a una conversación,  íntima, con otro hombre, y aunque sabía con seguridad que jamás sería cualquier persona para ella, el quiebre estaba hecho.
Ni por un segundo se le ocurrió juzgarla, tampoco reprocharle nada, era consciente que si algo inquieta a una persona sea lo que fuere lo único posible era hacerle frente, buscar las razones, no negarse la realidad ni disfrazarla con las obligaciones cotidianas.
En el transcurso de los días volvieron a hablar, ella aseguró incansablemente que una vez pasado el episodio se dio cuenta de  que si bien era algo nuevo descubrir la mirada atenta y devota de un hombre, no era de ninguna manera algo que necesitase para vivir.
Lo amaba a él, nunca dudó, fue una debilidad, era cierto, pero jamás una opción.
_ Fue sólo eso nada más_ repitió como si él no la hubiese escuchado, era la tercera y probablemente la última vez que mantenían la misma conversación_ Por una vez en mi vida quise ver reflejado el deseo provocado por mí en las pupilas de un hombre, a lo mejor alguna vez vos mismo te planteas  cómo sería tener algo que por elección renuncias a disfrutar…y, seguramente vas a resolverlo, vas a volver a elegir libremente, ya que de otro modo no tendría valor y yo espero tener la sabiduría e inteligencia para darte el lugar y comprenderte.
Por un momento quedaron en silencio, el CD de lentos se escuchaba de lejos, cada uno quedó sumido en sus propios pensamientos.
_¿ Vamos a tomar un helado?_ le preguntó él tendiéndole una mano, ella casi lloró de alivio, fue a su encuentro, en su pecho amplio y fuerte se cobijó.__si querés me compro unos lentes de contacto bien intensos y apunto derecho a tus ojos_ propuso sonriendo
Ella rió diciendo_ Por Diós!!! Vas a parecer el novio de la Barbie_ se colgó de su brazo como siempre, feliz de que la tormenta más fuerte, y seguramente no la última, hubiera podido capear … el departamento quedó vacío, la música siguió sonando desde el pequeño equipo del dormitorio, la charla de ellos se fue perdiendo por las escaleras,
Todo continuó su curso, tal vez por dentro cada uno tenía algunas cosas que pensar, pero si algo los inquietaba sabían que con el otro podían contar.




                         Patricia, septiembre de 2007-






2 comentarios:

  1. Muy idílico, debería ser siempre así. Me encantan tus situaciones y como las desarrollas.

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    1. gracias Moni por dedicarle tu tiempo a mi blog. Creo que es una decisiòn difìcil, pero ¿quièn no està incapacitado de una u otra manera?????

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