lunes, 27 de septiembre de 2010

ELEGILE EL FINAL...

Elegí el final.

Final feliz o el adecuado?
Cuál elegirá esta historia?
Dependerá de la buena voluntad o de la lógica?
Cada ser humano voluntariamente talla su destino.
Mal que le pese a muchos...es así.
Somos una suma de elecciones, diarias, cotidianas, a conciencia o no, pero lo somos.
Y eso va formando nuestras etapas que pasamos de unas a otras, echándole la culpa casi siempre a alguien más, sea un ser Divino o tan sólo terrenal.
Hay un millón de presiones exteriores, que nos ayudan a dudar, aunque de las interiores muchas veces es preferible no hablar.
Doce años de casados, y tres de noviazgo formal.
“la pareja genial” donde los conocían, así terminaban por denominar.
Ella no sólo era muy actual, sino simpática, inteligente, trabajadora y mamá.
Él no sólo era buen marido, era compinche, buen amigo, emprendedor y también papá.
La casa de sus esfuerzos, que comenzaron unos años atrás, era el marco perfecto para la familia que soñaron formar.
Dos hijos varones, parecidos a mamá, aunque en el temperamento se podía adivinar, una mezcla increíble, fruto de esa pareja genial.
En los grupos del colegio formaban parte sin que se los tuviera que invitar, ambos tenían amigos de la infancia y también de la facultad.
Aunque se repartieran en mil pedazos todos se volvían a juntar, a la hora de la cena, mientras se peleaban por hablar.
_Vos llevas a los chicos, así yo paso por lo de mamá, en un par de horas nos encontramos en la terminal.
_Te volvés en el auto, llevalo a controlar, en un par de días vuelvo, no creo demorarme más.
Un beso fuerte los unió y también los despidió.
Cuando él no estaba algo faltaba en el hogar.
Parecía que los chicos se portaban peor que mal.
Llegó el resúmen de la tarjeta, que no acostumbraba a controlar, ¿ para qué si de todas formas hay que pagar?, lo abrió distraídamente para las hojas a la vista poder colocar, sobre el escritorio de caoba que en un remate acababa de comprar.
Algo llamó su atención, no era de un lugar habitual, ni estación de servicio ni comidas para llevar.
Se acercó el papel a los ojos y leyó una vez más....¿ una muñeca? Para quién su marido había podido comprar?
Seguramente era un error, los negocios a veces prestaban boletas a otro lugar, ya le preguntaría a él en su regreso al hogar.
Fue a buscar los documentos del coche, se hacía tarde y la esperaban para el té bingo a beneficio escolar.
Revolvió el último cajón del ropero, donde su amor papeles solía guardar.
Un papel blanco membreteado apareció ante sus ojos,  de un estudio jurídico cuyo nombre le era vagamente familiar.
Un juicio por paternidad.
El sol entraba de lleno por la ventana del dormitorio matrimonial, ella miró sin ver a través de las blancas cortinas de voile.
Así permaneció, mucho tiempo más, al té bingo jamás habría de llegar.
Un último rayo solar formaba un triángulo sobre la cabecera del lecho conyugal, cuando ella aún confundida, a preparar la cena se dispuso una vez más.
Llegaron los chicos, portazos y bicicletas sonaron por igual, “ ¡ma ya llegamos!, ahora no me quiero bañar! Le gritaron como siempre, como era habitual.
La mente le funcionaba a mil por hora, no podía imaginar, que circunstancia desgraciada la había sumido en esta desdicha que jamás hubiese podido sospechar.
Nunca estuvieron alejados, doce años de matrimonio y tres de noviazgo formal.
Apenas se conocieron, no fue una pasión normal.
No podían dejarse de amar, una y otra vez hasta no poder más, uno en brazos del otro, y siempre en cualquier lugar.
Se escapaban de reuniones, para un momento poder hallar, donde juntos entraban en una eléctrica felicidad.
Los chicos comentaban algo de un campamento, al que los scouts de la parroquia acababan de invitar, cuando el conocido sonido de la cerradura pudo escuchar.
_¡ma! llegó papá, ¿ nos habrá traído algo?, aunque sean dos días se fue igual.
La sonrisa de llegada se desdibujó en ese rostro al que más no podía amar.
El mudo interrogante de sus ojos, le decía que para él todo estaba igual.
Los celos le quemaban el vientre, que la pasión tantas veces le había hecho temblar, lo imaginaba en brazos de otra, cuya sonrisa sin rostro, de ella se parecía burlar.
El par de horas transcurridas, hasta que en su habitación pudieron estar, la desgarraron en pensamientos dolorosos imposibles de controlar.
_ ¿Me vas a decir la verdad?, no estoy segura de querer oirla pero así no puedo estar.
_ Nena... ¿qué es lo que tenés? No me lo puedo imaginar, llego como siempre, deseando poderte abrazar, y me encuentro con unos ojos que no son los tuyos, ojos que no te ví jamás.
La pequeña mancha de humedad en el cielorraso parecía bailar, “ tengo que hacerla arreglar, si llueve  se va a agrandar”, pensaba distraídamente mientras con el papel jugueteaba antes de entregárselo sin hablar.
Obviamente no lo leyó, sabía de que se trataba, era su pesadilla, su calamidad, no negó nada ni intentó disfrazar la verdad
_Te amo más que a mi vida, ni siquiera lo podés dudar, para mí no existe otra realidad que el hogar que formamos juntos, esta casa que los dos soñamos por igual, tengo una hija, parece que eso también es verdad.
_Parece que a nuestra vida  terminás de matar.
Un barril interminable en mi despedida de soltero, bebida blanca, y una “sorpresa” que mi mente siempre quiso olvidar.
Estaba borracho y dado vuelta, cuando ella mil estrategias sobre mí comenzó a intentar.
No recuerdo haberla poseído, si te digo la estricta verdad, pero así ha sido porque hace un año me he enterado que de su nena soy el papá.
El ADN es indiscutible, le he pedido tiempo para poderte de alguna manera todo esto explicar.
Ella no tuvo un padre presente, no desea que a su hija le pase igual, quiere que la trate, que sepa de sus clases de inglés, del colegio privado que hace un tiempo pago para colaborar, quiere que tenga hermanos y la acepten como una más.
Para mí al principio no había diferencia, era como si ese segundo en el que me derramé años atrás, en una sábana vacía lo hubiese hecho en realidad.
Después su manito confiada en la mía, una vez por semana, me acostumbré a llevar.
Sabe de ustedes, comprende que los amo y los protejo como con ella no podré hacer jamás, espera paciente que llegue el día en que la acepten sin despreciar.
Un segundo cambia toda una vida, una y otra vez más.
¿Era responsabilidad de ella semejante determinación tomar?
¿Qué se suponía que hiciera? más allá de lo legal, esa nena que horas antes no existía, tendría derechos como los hijos que ambos tuvieron y pidieron al cielo colmarlos de felicidad.
_Siento que me golpearon, con saña, con maldad, y es doblemente doloroso que sea una mano querida la que me vino a apalear. Qué puedo decirte? Decida lo que decida nunca nada volverá a ser igual.
Suponiendo que los chicos entiendan...como voy a poder soportar? Que en cada proyecto nuestro ella tenga derecho por igual? Que un segundo en que brotaste sin poderlo, tal vez, evitar, modifique toda mi vida y las de mis hijitos a los que de todo dolor siempre tratamos de alejar?
La comprendía por completo, se ponía en su lugar, cada uno ocupaba un borde de la cama, que tanto los había visto gozar.
Hubiera querido abrazarla muy fuerte, alejarla para siempre de todo mal, pero sabía que no era el momento para poderla cobijar.
Hubiera muerto por estar en brazos de él que una muralla siempre ponía para protejerla de cualquier calamidad.
Cada segundo cuenta en nuestra vida, si vamos hacia la derecha, a la izquierda debemos olvidar, si en cambio elegimos el centro de los costados nos vamos a alejar.
Cada uno elige en la vida, hacia que rumbo ha de tomar pero cada una de nuestras decisiones incide sobre los demás.
Hasta aquí llega mi historia, poco importa como la puedo terminar, te invito a que seas partícipe.
Elegí vos el final.

Patricia, abril del 2007.






1 comentario:

  1. este cuento, fue uno de los que elegì cuàndo la SEA (soc de escritoras y escritores argentinos) delegaciòn santa fe, me presentò en el Centro Cultural Municipal, hace unos años atràs.... lo comparto con uds.

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