lunes, 6 de septiembre de 2010

POR QUÈ ESTUVE AHÌ?

Por qué estuve ahì?

Seguramente deben  de estar arreglándose  para el encuentro.
Las seis…ahora cinco desde hace casi… ¿seis? ¿Siete meses?.
No llevo la cuenta.
En mi alma seguramente son muchos más.
¿Cuál fue él error? ¿Cómo se llegó a la traición? ¿ Hay “necesidad”  que la justifique?.
Amigas, ni conocidas, ni compañeras, ni habitué de un lugar…Amigas, con mayúscula.
La súper emprendedora, sin temor a los riesgos, con familia ideal y esperando aún ese “encuentro” que le erice la piel, aunque no lo viva, aunque lo reprima…¿entonces?.
La convencida de que la vida se ensañó con ella, que si le tiene que pasar a alguien seguro que es la “beneficiaria”, que no tiene la de cal y la de arena sino una cruz.
La cerebral, pura organización, estructura, metas breves y objetivos altos…sólo de lunes a viernes, claro, el finde es intocable, único, dormir hasta que el sueño no exista, planear salidas, paseos, viajes, grandes almuerzos para compartir con las otras…y sus maridos , hijos y amigos de los hijos.
La que sólo deja su vida transcurrir, imbuida en sus propios planes, sin mirar alrededor, cumpliendo los sueños de sus pequeños hijos, adelantándose a las necesidades de su amor y encontrando el sosiego en largas cartas escritas con caligrafía inclinada y sin destinatario conocido.
Y las opuestas…diametralmente.
Tanto en lo físico como en la manera de ser, en sus realidades cotidianas.
En la prolífica  matriz de una con la esterilidad de la otra.
En las pacíficas horas de una y las ajetreadas de la otra.
Pero todas amigas, solícitas entre sí, aún a pesar de las distancias puesto que las elecciones de vida no siempre las mantuvo en un radio común…un bloque indestructible a través de los años.
Hasta que llegó el error, la prueba que no se superó, la determinación que no se tomó.
La providencia sacó de planes a una de ellas y el golpe fue más de lo que pudo soportar, una cruenta enfermedad se adueñó del cuerpo de su esposo.
Las amigas llamaban, iban y venían, los esposos se turnaban para el aseo, los estudios médicos, trámites, y una cervecita fría para desahogar el dolor.
Las charlas cambiaron de tono, no era lo mismo que un encuentro grupal
Una primaveral  noche de septiembre, uno de ellos se acercó al jardincito donde la agradecida y cansada esposa del enfermo le ofreció algo fresco para tomar, no sabían que yo había llegado y que me encontraba sólo a unos pasos.
Escuché lo que jamás hubiese querido oír, ojalá no hubiese acudido aquella noche para llevar helado y frutas a mis amigos, en la etapa terminal era poco lo que él podía comer y sabía que las visitas aunque tardías lo alegraban.
Ahora estaba en una disyuntiva…la razón me decía que debía callar, las emociones humanas son únicas, incomparables unas con otras, nadie reacciona de la misma forma, pero…¿y la lealtad?.
No me correspondía hablar, no a mí, cuando me acercaba escuché involuntariamente  una confesión que él debió tener con su propia esposa, no con la amiga de ella, y ambas eran dos de mis más queridas amigas.
No pude poner “cara de recién llego”, así que me fui, mi familia recibió agradecida los postres y yo me alejé con la excusa de un malestar repentino.
Evidentemente nuestra amiga guardó el secreto que le fue revelado.
Ningún escándalo ni comentario llegó jamás a mis oídos.
Él necesitó hablar con alguien y ella no lo traicionó.
Pero para mí después de esa noche ya nada es igual, ni los juzgo ni dejo de quererlos…pero cuándo estamos juntos y veo el triángulo de engaño y silencio no puedo evitar la incomodidad.
Así que de las reuniones me he alejado un poco, excusas por ahora, hasta que llegue la verdad…o no.
Acompañamos el alma de nuestro querido amigo y  con nuestras familias  abrazamos  y consolamos a los que quedaron sumidos en la desolación.
Pero sin “comerla ni beberla” me siento mal, fui testigo involuntaria de algo que de saberse, a una de mis amigas le sería arrebatado todo, sus cimientos, su alegría y también en algún punto su dignidad.
Otra lo sabía y podía vivir con el secreto.
Yo las extraño con alma y vida a todas pero no logro encontrar el camino correcto para hallar la paz.

                                              Patricia Figura, diciembre de 2008.



4 comentarios:

  1. Me mataste... ¿Cuál es el secreto? ¿Son amantes? O es otra/o el amante? Quiero más!!!!!!!!

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    1. jajjaajaj no se cuàl es el secreto, confesiòn que el hombre tuvo con la amiga de su esposa....y no con ella, tampoco se porquè a la protagonista la afectò tanto saber que èl se sinceraba con quien no era su pareja, evidentemente necesitaba hablar pero si se entera su mujer, la pierde... se libera con la amiga y ella no lo traiciona.... ahora què le contò Olguita... non sapeba.

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  2. Guardar o ser depositario de un secreto, como dice tu personaje, es compartir una pesada y lacerante cruz; sin comerla, ni beberla. Como siempre, fue bueno leerte. Cacho Acosta.-

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    1. ya lo creo Cacho, pero no corresponde hablar en lugar de otro, no???

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