viernes, 3 de septiembre de 2010

ERA UN JUEGO, NADA MÀS.

Era un juego, nada más


Todo lo perdió por una banalidad, su ego inquieto, difícil de calmar.
Como una diversión comenzó la historia, sin saber que terminaría con su vida familiar.
Sedienta de frases floridas, miradas que desnudan no sólo el alma, aunque desde siempre las recibiera del jefe de su hogar, dio lugar a que otros labios y ojos ajenos las pudieran expresar.
Estaba todo controlado era un juego nada más.
Su familia la adoraba y su marido más no la podía amar.
Pero algo la inquietaba, pura rebeldía nada más.
Los años no debían dejar su huella, en quien fuera la reina de la belleza hace muchos años atrás.
Un incentivo adicional...alguien que deseara poderla besar, sabiendo que sus deseos inconclusos iban a quedar.
Dulces y mensajes prohibidos, flores robadas de algún cercano lugar, miradas llenas de alabanzas y algún saludo que se extiende más de lo habitual.
Así comenzó todo y así debía terminar.
Pero la curiosidad mató al gato y con ella pudo más.
Compañeros de trabajo, algunas horas juntos debían pasar, hay que tratar algunos asuntos, es mejor reunirse con mayor tranquilidad.
Un café, cambios de opinión con respecto a lo laboral y la mirada de él que le expresaba un amor incondicional, incluso un brillo de lágrimas en sus ojos se podían adivinar, ¡era tan fuerte lo que sentía por ella ¡que no sabía por cuanto tiempo más podría callar.
Era inevitable sentirse halagada, con eso no hacía ningún mal, a su casa siempre llegaba a tiempo para cocinar.
Meses enteros con la misma melodía resonando sin cesar, hasta que sin saber cómo el primer paso le permitió dar...ella tenía todo controlado, su hogar era feliz de verdad.
No contó con la electricidad, que en su cuerpo se llegó a desatar, tan sólo al contacto de aquellos labios que no la dejaban respirar.
Su mente seguía alerta peros sus bellas manos iban por más, clavando sus largas uñas en ese cuerpo ajeno que por tanto tiempo la persiguió sin descorazonar.
Hasta que todo se hizo pura tensión, los latidos en las sienes amenazaban con hacerla desmayar, anuló a la familia de su mente y su necesidad optó por calmar.
El sonreía satisfecho, su sueño se había hecho realidad, mientras ella sólo murmuraba “esto no debe volver a pasar”.
Como un imán se atrajeron sin frenarlos la culpabilidad, ella era otra vez una veinteañera  capaz de enloquecerlo con sólo caminar.
Nunca entendió que el que más te ama puede ser el que te controle más.
Y el nuevo brillo en su mirada a los de su casa no dejó de hacerse notar.
Incidente desafortunado el que todo al descubierto dejó sin lugar para dudar.
Lo que su esposo amante sospechaba, descubrió que era realidad.
Reaccionó brutalmente, ciego y dolido ante lo que ya no era una sospecha más.
Sus hijos jamás comprendieron que sucedió en tan feliz hogar.
Su amante muerto a golpes, la vergüenza todo lo invadió sin poderla refrenar.
Su trabajo, vida y familia perdió por una banalidad.
De brillar en lo alto, con lujo y comodidad, pasó a vivir casi de la caridad, su marido en la cárcel, ya no velaba por su tranquilidad.
Fueron tiempos difíciles, nada se ajustaba a lo que antes fuera su  realidad.
Ya no se estrenaba lindos vestidos ni tenía invitados para cenar.
Sus hijos siguieron como pudieron, parientes y amigos los trataron de cobijar.
Aunque tristemente sabían que el futuro brillante que tanto habían planeado, ya no se haría realidad.
El tiempo fue pasando y todo se desdibujó en la memoria de los demás.
Ella consiguió otro trabajo y con su vida intentó continuar.
Su marido jamás le permitió una visita, al mugroso lugar donde debía su arrebato saldar, con el tiempo ella dejó de intentarlo, sus hijos traían malas noticias de aquel lugar.
Pasaron los años y siguió cuidando su aspecto personal, con las cicatrices más apagadas su esencia prevaleció una vez más.
Varios acompañantes ocasionales de más de una velada la hicieron disfrutar, aunque de algo estaba segura...su corazón no volvería a entregar.
De vez en cuando la veo pasar, bien arreglada y sin kilitos de más, pero ella no mantiene la mirada y apenas un murmullo desliza al saludar.

                              Patricia, marzo de 2006.
















1 comentario:

  1. Qué triste, pensar cual fue su final... triste para todos. Por sólo un instante.

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