Más
allá de la Voluntad.
Miró
la verde extensión del parque que circundaba la casa que aprendió a querer y cuidar como si fuera propia.
Vidriada,
cálida, mezcla de madera, piedras doradas naturales de la zona y mampostería
rústica….una cajita de luz en cada una de las habitaciones.
Observó
los árboles otoñales, ya no parecían
tristes, no parecían llorar, como todo el paisaje tres años atrás.
Las
flores tardías aún brindaban color y vida al entorno ideado por un artista.
Por una artista en realidad.
Que
supo crear, con un sinfín de simples detalles, un hogar único.
Para
los que amaba.
Y la amaban también.
El
sol de la siesta entraba a raudales por todos lados, más aún en ese lugar tan
especial del que no se atrevió a mover ni un solo pincel.
El
atelier de ella, la mamá de la casa, la vida, la mujer, la amante, la
jardinera, la dulzura de sonrisa pronta y palabras justas.
Era
la hermana mayor de su amiga, su compañera de baile, de gym, de viajes, de
risas, de anécdotas…
La
casada que las recibía siempre con limonada fresca y budines caseros ahí en su
refugio, su hogar, su lugar especial donde el marido llegaba arremangándose la
camisa, aflojando corbata y reboleando zapatos para atajar el penal que ya le
tiraba el mayor, o lanzar por el aire a la más chiquita y escuchar sus
carcajadas…para abrazarla a ella que se hundía feliz en su pecho.
Cuando
la enfermedad de la mamá se instaló en el hogar, el batallón familiar le hizo
frente, pero no estuvo en sus manos revertir, y en un abrir y cerrar de ojos
todo cambió.
En mitad del año escolar, laboral,
donde había fechas que asustaban, su amiga le pidió ayuda con los sobrinos,
perdidos como su desolado padre y abuelos.
Más
allá de que la familia colaboraba como podía y de que había una señora por
horas, la logística estaba dañada, había tareas, reuniones de padres, de
ballet, de futbol, cumpleaños, peloteros, pijamadas…todo parecía insalvable.
Comenzaron
a turnarse de acuerdo a compromiso laborales, el viudo hacía lo que podía y más
también, lloraba solo, en su cuarto antes feliz, preparaba asados, los llevaba
al mar cuando algún feriado largo lo permitía y se apoyaba ciegamente en su
cuñada y en la amiga de ella, eran sus pilares.
Así fue que se convirtió en una más
en esa familia herida.
Conocía
los horarios de los chicos, los de la casa, los días en que se hacían las
provistas del súper, le tocó hablar con pediatras, socorrer tanto al padre como
a los chicos cuando llegaban esos cumpleaños o días de la madre donde las
lágrimas inundaban los rostros que había aprendido a amar.
Abrazaba
a su amiga cuando buscaba el amor fraterno en las estrellas, o pedía una señal
de que estaba haciendo las cosas bien.
Quedó en medio de todo un entorno
familiar sin serlo realmente.
E inevitablemente y más allá de su
voluntad se enamoró de ellos.
De las voces de los niños preguntando,
pidiendo, cantando, repitiendo su nombre con cariño, con agradecimiento.
De esa casa mágica a su modo, donde
el amor quedó prendado de sus rincones y ni aun en los peores momentos se dejó
de sentir.
De la imagen de pertenecer a ese
familión que tenía su amiga, donde hermanos, tíos, primos y abuelos estaban
siempre prontos, sin invadir pero sin desproteger.
De él, de su estampa joven y
vigorosa, de su increíble capacidad laboral, de su sonrisa triste, de sus
asados en domingos soleados, de sus ojos dorados, luminosos, sinceros.
No
se sentía una intrusa.
No
se sentía una traidora de la confianza depositada.
No
sentía que robaba nada a esa mamá y esposa que ya no podía estar
físicamente presente, pero que sin
embargo creó los cimientos de un hogar que ella sentía suyo.
Era
una flor más de ese jardín ya no tan ajeno.
Era
a quien se consultaba para tomar decisiones domésticas.
Era
quien ayudaba a rastrillar las hojas de otoño para que el humo subiera como le
gustaba a mamá.
Era
la que compraba los regalos sorpresa de cada uno.
Era
la que llevaba más de una vez al cine o al teatro a los chicos acompañando a su
amiga.
Era
la que cuando dormía soñaba con hacerlo en los brazos de él
Era
la que sentía el cuerpo dolorido de amor, de deseo contenido, de necesidad de
un abrazo fuerte, compartido.
Era
la que temía que un día el presentara a alguien más…
Era
la que enviaba mudos mensajes de amor que tal vez él no estuviera preparado
para recibir.
Era quien los amaba, incluso a
quién ya no estaba y que paradójicamente con su ausencia logró para ella el
tiempo del amor más puro y menos egoísta que jamás había conocido.
El
sonido de la cerradura la sacó del ensimismamiento que sus pensamientos le
provocaban.
Él
entró en el corredor, dejó su maletín, arrojó las llaves dentro de la canasta
de mimbre y se sorprendió al verla junto al ventanal, no parecía disgustado,
todo lo contrario.
_Hola!!!,
no sabía que estabas, no vi tu auto_ le dijo con una sonrisa.
_Está
del otro lado, bajé el alimento del gato y lo dejé al lado de la cochera, qué
tal tu día?_ el nudo le cerraba el estómago, quería besarlo, hundir sus dedos
en ese cabello brilloso, abundante, apoyarse en su pecho, sentir sus brazos
cerrándose en su espalda.
_Nos
malcrías a todos, me había olvidado del gato, ya nos iba a comer a nosotros_ le
dijo sonriendo mientras abría la heladera sabiendo que el jugo de naranjas
exprimidas estaría allí, el sándwich de tentempié
en el tupper, y el millón de pequeñas
grandes cosas que sabía que la magia no había colocado en su hogar, que había
sido ella en su entrega, su amor por todos, por sus hijos, su hogar, por él.
Ella
se puso colorada, sabía que él era consciente de por qué ella permanecía ahí
más allá de la solidaridad.
_Vos
nos salvaste a todos_ dijo repentinamente él, recostándose en la mesada de la
cocina y tomando las manos de ella_ Jamás te agradecimos lo suficiente, dimos
por sentado que formabas parte de toda la familia sin pensar en lo que has
dejado de hacer para vos, para tus necesidades, tu bienestar….nuestra vida
quedó en suspenso y vos interrumpiste la tuya._
Ella tragó saliva, jamás habían
hablado de manera tan íntima o personal.
_Estuve
y estoy exactamente donde el corazón me pide que esté…no dejé nada de lado
porque fuera de mi trabajo que adoro y que sigo haciendo, no había nada que me
conmueva tanto como el gran privilegio que tuve al poder cuidarlos y
acompañarlos en esto tan difícil que les sucedió._
_Quedamos
desbastados, por momentos hasta respirar dolía…no podía despegar la espalda de
la cama o deshincharme los ojos para que los de ellos no volvieran a llorar y
en momentos así escuchaba que vos entrabas y abrías las ventanas, ponías la
pava, subías las escaleras corriendo para despertar a los chicos haciéndoles
cosquillas, sacabas la ropa al sol, llamabas a los compañeros del cole para
improvisar una merienda en el patio…y me prendí egoístamente de todos esos
grandes gestos como si tuviera derecho a eso_ sus ojos estaban fijos , uno en
los del otro, ella no se atrevía a exhalar._ Sé que hemos hecho uso y abuso de
todo lo que nos brindaste, fuimos egoístas en nuestro dolor, pero creo que ya
es hora de valernos por nosotros mismos, no tenemos que seguir aprovechándonos
de lo que brindas, no es justo para vos.
Ella se sintió morir y él lo vio,
lo invadió la ternura, la necesidad de abrazarla fuerte, de besarla, de hacerle
el amor…le debía literalmente la vida, así lo sentía, seguramente fuera un amor
diferente al que había sentido y sentía por quien fuera su esposa, esto que
sentía ahora era un reflejo de lo que ella brindaba, de su entrega
desinteresada, del manto de paz que brindó cuando el desasosiego y dolor amenazaban
con ganar la batalla.
_¿Querés
acompañarme a vivir esto que sé que estamos sintiendo los dos?, Te animas a
formar aún más parte de esta familia pero no como quien está de paso, sino como
tal vez la parte fundamental que nos mantiene unidos a todos?, Ni siquiera
puedo pensar en que no estés en nuestras vidas.
Ella
no podía creer lo que estaba oyendo, él la estaba acariciando, le estaba
proponiendo un lugar propio, a su lado, con los chicos, en la casa y en la
familia que amaba.
_
Y los chicos? Qué van a decir?_ fue lo único que se le ocurrió preguntar.
_
y de quién te pensás que fue la idea de que “me apure antes de que te enamores
de otro papá”_ se rieron juntos, se besaron, se acariciaron, se descubrieron…fueron
familia primero, ahora además serían marido y mujer.
Patricia
Figura, marzo de 2019
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