domingo, 3 de octubre de 2010

lo inesperado

LO INESPERADO.
Tenía la sensación de  que algo faltaba hacer.
Un pendiente… algo inconcluso…algo que no tenía el final adecuado.
Era una sensación latente… si quería pensar en ella … se le escurría, no podía  asirla.
Quería levantarse, ducharse, mantenerse despierta.
La cabeza le daba  vueltas.
Miró de reojo el reloj despertador… eran pasadas las once de la mañana, de un domingo soleado, podía percibirlo entre las hendijas de la celosía.
Intentó pensar nuevamente… pero antes de hacerlo la frase la golpeó con toda crudeza.
“Ella está muerta”…. “no se sabe qué pasó”, “están investigando”.
Era eso, cierto, no era un sueño ni una pesadilla, era el primer día del resto de su vida sin ella.
No sabía que le importaba tanto… obvio que la quería… pero nunca se le ocurrió pensar en que de una hora a la otra las cosas cambiarían para muchos...para los que la conocían, para su familia, sus hijos, su esposo, sus amigas….
Se hicieron compañeras “de la vida” un par de años atrás.
Llevaban los chicos al mismo colegio y los del medio iban al mismo grado, se encontraban en las reuniones de padres, en la entrada o salida, charla va charla viene…comenzaron a ponerse de acuerdo para salir a caminar dos veces por semana.
Lloviera o tronara el recreo era ininterrumpido… sì o sì se tomaban una hora para distenderse y ejercitar las piernas.
Era terapéutico…arreglaban el mundo … sobre todo el de ellas.
Más de una vez la risa les alteraba el ritmo, lo que solas les parecía agobiante, compartido era motivo de bromas  y chistes .
A medida que “gastaban” las suelas de las deportivas zapatillas  “especiales para marcha” atravesaron crisis de pareja,  enfermedades de los chicos, el yeso de una en la mano durante más de 20 días, discusiones con amigas, elecciones de vestidos para fiestas familiares, trajes de actos escolares que debían preparar, conflictos laborales…y también los consabidos temas “femeninos” que los esposos tenían poca paciencia en escuchar y las madres otra visión… que por lo general les alteraba la paciencia.
Nunca mezclaron a las familias ni a otros amigos, no hubo reuniones de parejas, ni cenas compartidas …sin embargo cada una conocía a los afectos de la otra, los gustos, las decisiones tomadas, los viajes, las manías, los enojos…era un mundo cuidado, relativamente nuevo en la vida de cada una… pero precioso y eran celosas de èl.
Un mediodía… uno de sus hijos le comentó que su compañero no había ido al cole y le extrañó porque jamás faltaba.
No le dio importancia… como mamá sabía de fiebres repentinas, alergias, torceduras y mil imprevistos que podían alterar la rutina familiar.
 Al otro día luego de llevar a los chicos al colegio, esperó como de costumbre y lista para comenzar la caminata a su compañera, estaba demorada, llegaría estacionando en el reservado para transportes escolares, bajarían los chicos arrastrando sus mochilas y ella con un gesto le indicaría que buscaba dónde estacionar y volvía.
Los portones escolares se cerraron.
Era raro.
Nunca llegó y los chicos tampoco.
Le envió un mensaje al celular y no obtuvo repuesta.
Caminó unos minutos como para aprovechar la mañana pero … no se sintió cómoda ni tranquila, no era usual lo que estaba sucediendo, seguramente alguno de los chicos estaba enfermo, pero tampoco acostumbraba a no avisar o dejarla esperando.
Cuando su hijo regresó al hogar, el último día hábil de la semana, en compañía de sus hermanos,  le comentó que su amiguito había faltado tanto porque su “mamá se murió”.
¿Cómo? Qué decía?. ¿Qué pidieron una oración por la familia?... pero qué había pasado? Cómo nadie avisó?... para qué estaba la dichosa cadena escolar? Podía ser efectiva alguna vez?.
Enajenada y casi sin poder respirar se encerró en el escritorio y marcó su número telefónico, nadie respondió, llamó a otra mamá pero estaba tan ajena como ella en cuanto a los motivos  o al suceso en sí, llamó al colegio y pidió hablar con alguna autoridad… esperó que la comunicaran…fue de un interno a otro hasta que logró comunicarse con la directora que muy sucintamente le dijo lo que a ella  le había informado un familiar, fue durante el fin de semana, se hizo una investigación, no dieron mayores detalles salvo que ingresó al sanatorio con fuertes dolores abdominales…aparentemente una hemorragia interna… todo era muy confuso.
De lo que no cabía duda era de lo difícil que sería todo de ahora en más.
Si para ella, que podía continuar con su vida, sería insoportable recorrer las calles que juntas habían transitado entre anécdotas y consejos durante dos años… no quería pensar lo que sería levantarse cada mañana para sus hijos y no encontrar los brazos de mamá sacando el frío de la espalda, acercando el tazón de leche caliente, preparando la merienda, revisando las mochilas… para su marido y compañero, llegar al final de cada jornada y no hallar el beso cariñoso y la impaciencia por compartir los aciertos e infortunios del día, la peli antes de dormir, los proyectos.
Estaba agobiada de sólo pensarlo…trató de tranquilizar a sus propios hijos, prometerle que no se iba a morir, que no es lo usual… charló hasta la madrugada con su esposo, se durmió llorando.
El sábado su marido llevó a los chicos de la abuela, ella necesitaba estar sola, sin demandas, sin que le hablaran permanentemente… igual estaba impresionada y por momentos sólo quería abrazarlos fuerte y rogarle a Dios que le permita verlos crecer y acompañarlos hasta que fueran grandes e independientes.
Ahora, el domingo pleno de sol se le antojaba encandilante, interminable, la extrañaba… era injusto, doloroso… era joven y sana… era feliz…tenía una familia que la amaba y por la que ella se entregaba  con amor alma y vida.
Nunca e imaginó algo así…entre todo lo que hablaron… jamás se tocó el tema de la muerte y menos de ellas, tan jóvenes y con tanto por hacer.
Reunió fuerzas para levantarse, el olor a café recién hecho le llegaba de la cocina… se asomó y su esposo le hizo un guiño cariñoso mientras le señalaba las medialunas de manteca que ella tanto  disfrutaba aunque aseguraba que eran la causa de su”pancita”.
_Necesito tener los chicos acá_ le dijo en un susurro  y con los ojos entrecerrados , hinchados.
_Bueno, desayunemos… dato un baño tranquila, compramos una tirita de asado y los buscamos…hay sol… a lo mejor a la tarde los llevamos un ratito a la plaza.._.
La vida iba a continuar…nunca iba a ser lo mismo…ella no sería la misma…pero irían sumando días,  y con el tiempo el olvido no ganaría al dolor… pero aprendería a vivir con èl a cuesta.
PATRICIA FIGURA, octubre de 2010

8 comentarios:

  1. Excelente , me tuvo en vilo todo el tiempo ...Me gustò la manera en que lo relataste , el compañerismo creado , còmo poco a poco crecìa esa amistad , tanto compartido ...
    Luego la ruptura permanente , fatal , dificil de creer y tan dolorosa , que se lleva una parte de tu alma ....
    triste y bello a la vez ..
    Patricia ,,es increible como logras que uno se prenda de cada uno de tus cuentos , me maravilla... y vuelvo a felicitarte
    beso!

    ResponderEliminar
  2. què màs puedo agregar? gracias ani.

    ResponderEliminar
  3. Veo que no te qudó mi comentario anterior, pero cada vez que volves a colgar uno de tus cuentos lo releo porque me gustan. Son reales, aunque este en particular no es un tema que se trate pero, tal cual como lo decís en el cuento, son temas de otros...

    ResponderEliminar
  4. gracias Susi.... son cucos que uno prefiere creer "ajenos".... besos.

    ResponderEliminar
  5. Ya lo había leído. Cruda realidad. Me pasó con tres amigos. Fue muy duro.

    ResponderEliminar
  6. Debe ser terrible, Olga querida perder un amigo, no quiero ni pensar en pasar por eso en tres ocasiones.... besos

    ResponderEliminar
  7. Antonio Morales Carroz30 de mayo de 2012, 12:33

    Ellas crearon una auténtica "cofradía" de dos.Al no hacerla extensiva a otros amigos y familiares,quizá era una forma de proteger esa amistad,pero también al final resulta más duro el dolor.Como siempre ,Patricia, muy bien hilado tu relato,lo cual destaca tus habilidades de escritora .Me gustó mucho.
    P.D:Patricia,en el párrafo que dice"El sábado su marido llevó a los chicos de la abuela" no debería decir "a casa de la abuela",o debo darlo por sobreentendido?.Un abrazo gacetero.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. hola Anatonio Morales Carroz! gracias por tu comentario y por el tiempo que le dedicàs a mis cuentos. Es cierto, la manera correcta serìa: a la casa de la abuela, pero es un modismo muy nuestro decir "vamos de la abuela o a lo de la abuela" es muy coloquial.

      ojalà siempre te hagas un tiempo para visitarme.

      Eliminar