jueves, 21 de octubre de 2010

A MIS CAMINATAS....

A mis caminatas.


Caminaba y caminaba, incansablemente...
¿Qué buscaba?, ¿acaso lo sabía? ¿creía saberlo?.
En la imaginación todo se solucionaba tan lineal y tan fácil.
Bastaba con que la providencia acatara sus designios y no que los hechos fueran mera consecuencia de erradas decisiones.
Había un espejo no demasiado fiel, no partía de la misma imagen, pero los paralelos existían.
En ocasiones era divertido verse reflejada de tal manera, pero proyectándolo a futuro solo daba estupor.
Abría las rejas de la que por el momento era su hogar, casi su fortaleza inviolable y salía libre a caminar, una cuadra tras otra, cruzaba avenidas, cambiaba de barrios, observaba a veces una que otra construcción imaginándose tal vez un futuro felíz allí.
Futuro felíz... jamás sería tan absurda de pensar que sería un final felíz... la cosa no debía terminar cuando comenzaba a marchar.
De la misma manera había lugares que recorrió cientos de veces y ni siquiera registró, es que era en esos momentos en que su ser, su consciencia, su capacidad de discernir se hallaban enajenados protegiéndola, acunándola, acorazándola para todo lo que aún faltaba.
Invariablemente volvía, saciada e inquieta a la vez.
Agotada pero con más energía que horas antes.
Sus pilas eran sus piernas, tensas, satisfechas, reclamando el reposo.
Así un día y otro, meses, el espejo de enfrente ya casi no reflejaba su imagen, o estaba muy distorsionada, no aceptaba esa imagen para sí, y ciertamente que no lo fué.
De a poco, contra su impaciencia, e invocando a la divina providencia...las cosas se fueron acomodando.
Cambió la fortaleza por un hogar, aunque fuese más vulnerable.
Cambiaron los espejos...sólo existe el propio, o casi.
Cambiaron las largas horas tristemente libres por el ajetreo felíz y casi organizado.
Cambiaron ciertamente las largas caminatas... y confieso, ya que en realidad hablaba de mì misma…. que a veces las extraño, mis piernas, mis músculos y por qué no, mi cabeza, también las extrañan un poco.
Llegará el momento de poder retomarlas, pero no será una lucha inquieta y febril el recorrido, será un descanso a las obligaciones cotidianas, un desenchufe a las tareas rutinarias, ¿ y por qué no? Será el premio merecido de compartir un trayecto bendecido acompañada a tu lado y con mi mano en tu mano.


Patricia, junio de 2005.

1 comentario:

  1. Qué lindo!!!! cómo no lo leí antes? me encantó! en un tiempo, cuando me "estacione" los horarios, caminamos!!!

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