NO
PIDO DISCULPAS
Enero
se presentaba como siempre, sin los altibajos laborales pero tampoco con el
agotamiento de las “vacaciones fuera del terruño” donde en diez días había que
manejar durante horas o cambiar de vuelos (para que sea más económico) llegar a
destino dos días después de haber salido, desenchufarse de los pendientes y
cuando se comenzaba a lograrlo…. Zas de vuelta a casa…. no era su estilo de descanso, salmón entre la corriente.
Sin
hablar de estar durante diez días lo seis juntos las veinticuatro horas del
día, ese era otro tema no menor, no estaban acostumbrados a estar todo el
tiempo más o menos en un mismo lugar,
había criado a su familia con la idea de autonomía y espacios propios más allá
de los físicos, los hijos tenían muchas actividades aparte de las escolares
y el mecanismo estaba bastante aceitado sin contar que su segunda profesión era de taxista.
Su
marido trabajaba mucho, empresa demandante, un poco obsesivo de sus productos, muy compañero, muy amante, muy padre, muy
acostumbrado a dirigir, menos en su hogar, ahí no había batuta, se consensuaba.
Ella
se ocupó personalmente de sus cuatro hijos, niñas y niños alternadamente, cuando volvió al ruedo lo hizo de la
única manera que sabía…. con todo y desde las tripas, se frustró, enojó, peleó,
ya no estaba todo el día y todo el año a expensas de lo que los demás necesiten,
su trabajo también requería tiempo, paz,
sosiego, algo de aislamiento personal y no podía delegar de entrada todo lo que
colgaba de sus hombros en cuanto a lo cotidiano.
Pero
por supuesto, todo se fue acomodando, dentro de lo que pueden acomodarse las
cosas para quienes viven involucrados con su vida y la de sus afectos.
Cada
vez que llegaba el tiempo de vacaciones, sean estas veraniegas o invernales
veía el stress anticipado a su alrededor, que alojamiento, que en tal página
están las ofertas, que en tal otra hay dos horas para cancelar, que los puntos
a canjear de tal banco, que por tierra
que por aire que por mar.
E
invariablemente se encontraba dando explicaciones, temporada tras
temporada de por qué elegía otra cosa para ella.
Veía
caras de asombro ante su sonrisa usual, su buen humor, su alegría, estaba
segura de las determinaciones que iba tomando, eso le daba lo más valioso que
había conseguido luego de su familia: PAZ, y eso era no negociable.
Su tiempo de vacaciones en realidad
estaba repartido durante todo el año, con pequeñas escapadas
a solas con su esposo, a cenar, al cine, a desayunar, a replantear decisiones
frente a un café, a tomarse de la cintura en la oscuridad, encontrarse una
madrugada, enviarse mensajes cuando la casa estaba vacía..
Con
sus hijos trataba de tener algunas
actividades personales, eran tan diferentes unos de otros que salvo en algunas
salidas especiales compartía momentos a solas con cada uno.
Pero lo que le dibujaba la sonrisa
que provocaba el asombro de quienes pasaban los períodos de licencia en su
ciudad, eran esos recreos a solas, con ella, leyendo bajo
la frondosidad verde de su refugio, las horas en las que buscaba el abrazo del
agua clara de la pile a la que era habitué , las largas caminatas a buen ritmo
tanto de sus piernas como del intercambio de risas compartidas con sus amigas
que ocasionalmente la acompañaban, los helados mientras se regalaba con alguna
película pendiente…esos trayectos manejando a sus destinos elegidos y ya no
llevando y trayendo contra reloj a toda
la prole.
Tal
vez era egoísta.
Era malo ser egoísta?
No es patrimonio de cada uno como cargar pilas? Estaba mal sonreír mientras
manejaba, caminaba o hacía las cosas de su hogar aunque la ciudad estuviera
derritiéndose?
“no pido disculpas”
se dijo una vez más, había girado con su vehículo en U para retomar el camino a
su casa, había pasado una tarde fantástica, se sentía feliz, enérgica, iba
sonriendo y un peatón con cara enjuta y mueca insatisfecha la miró como
diciendo “ en que mundo vivís?”…”en el que trato de crearme sin molestar a
nadie” hubiera querido responder, pero
eso hubiese sido justificar su alegría, y de eso no era merecedor nadie, su
marido tenía razón cuando lo conversaban y le decía más de una vez.. “cada cuál
es feliz a su manera”.
Y
ella a la suya, hoy podía decir que lo era.
Santa
Fe, enero de 2019
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