lunes, 17 de septiembre de 2012

ENSALADA DE VECINOS


ENSALADA DE VECINOS.

Como en cualquier lugar del mundo más cercano o más lejano, los vecinos están.
Existen.
Son parte de la diaria más allá de que te mezcles o no, que solo saludes o entables algún tipo de relación.
Lo que es innegable es que son el paisaje cotidiano de diferentes épocas de nuestra vida, aunque todo parezca quieto, estático, la verdad es que no es así, a veces los cambios se van sucediendo sin que te des cuenta, las ausencias son notadas mucho tiempo después, otras casi inmediatamente, algunas nunca se registran.
Hay todo tipo de historias detrás de muros, que depende el barrio en cuestión, suelen ser muy ostentosos y selectos como humildes, típicos, casi impersonales.
Lo que nunca puede ser una igual a otra, es la vida de sus moradores.
Es increíble que aunque todos en mayor o menor medida cumplamos las etapas de vida esperadas, nacer, crecer, reproducirse y morir… el transcurso pueda ser tan disímil.
Tomando ejemplos al azar, hay una verdadera ensalada de vecinos y creo que eso se aplica a cualquier lugar, época y condición social.
Esa pareja que uno ve pasar con la sonrisa estática, de enero a enero, con chicos de la mano, camino al parque, a la escuela, a la heladería…con una especie de satisfacción permanente y que muchas veces parece increíble teniendo en cuenta que su pequeña casita, robada al espacio de otra más grande, casi no cuenta con ventanas donde entre el sol.
Oscura y húmeda… con el ruido de la tele en una habitación donde literalmente no entra la luz ni la brisa… donde el olor a humedad se siente de lejos.
O la mujer, que poco cambió con los años, hija demandante y posesiva de una madre enferma y sobre exigida durante años… callando tristezas, criando nietas cuando apenas puede con sus dolores físicos.
Ajena a todo entorno y sin embargo creyendo saber lo que encierra el alma de cada uno, erigiéndose en juez de cada persona que habita a su alrededor, no encontrando nada bueno en nadie, justificando con absoluta impunidad sus decretos… sola, siempre sola escondida detrás de grandes gafas de sol invocando vanamente el nombre de Dios para esgrimir verdades auto inventadas.
La nota de color en el clan familiar donde una especie de parientes como límites sanguíneos poco claros, “coparon” parte importante del lugar con un continuo ir y venir, festejos, salidas, sillones en la puerta, chicos jugando, madres controlando, abuelos renegando y padres que se suman al final del día.
La dignidad de una madre, impecable, con sus hijas inmaculadas aún en la humildad de una casita ganada por ocupación…sin las comodidades habituales y con poco espacio físico, pero impolutas las tres todos los días del año.
Yendo a la escuela a pie, llueva o truene, bajo el sol quemante o en frías mañanas de invierno… charlando, haciendo bromas, con sus mochilas relucientes y los guardapolvos blancos.
También están los que pudieron conservar las comodidades y el buen pasar.
Donde los chicos no andan por la calle, tienen actividades extraescolares que les insumen las tardes, comparten sus festivales con familiares y padres protectores, salidas en coche para llegar cómodos al colegio, calentitos en invierno y con el fresco de un aire acondicionado en verano, vacaciones relajadas, con piletas, amigos, helados y refrescos para compartir, educados con todos los vecinos y solidarios.
Está el que se da maña para arreglar todo y es el depositario de los electrodomésticos de varias cuadras a la redonda, el que vive a las corridas sin tiempo para ver si llueve o sale el sol, el que no pasa del porche de su casa, el que cambia de auto como de ropa interior, el que cultiva flores, el que todavía regala caramelos a los chicos, el que está siempre enojado, el que siempre sonríe.
Los negocios y sus vendedores también forman parte de la postal, que si bien pareciera permanecer inalterable, sutiles cambios se van dando a través de los años.
Algunos cierran, otros abren, algunos parecieran que son eternos, imposible saber a qué se debe, pero cuando en algunos tenès cuatro o cinco personas esperando, el otro tiene un paisaje en la panza de tanto mate esperando que alguien entre a pedir un cuarto de bizcochos.
Cada rostro, cada frente de una propiedad, una nueva construcción, todo forma parte de la vida diaria de un barrio, de todos los barrios… los vecinos son parte de la historia de cada uno, aunque jamás se halla cruzado más que un saludo… aunque muchas veces no se sepan los nombres o los apellidos.
A lo mejor un comentario de conocidos nos hace enterar de algo que sucedió frente a nuestras narices y que jamás hubiésemos sabido.
No se si es parte de la intimidad.
O es que nos volvimos más antisociales.
O más egoístas… preferible no ver al que necesita compañía, ayuda, un gesto.
O el hecho de no invadir ni ser invadido.
Mantener lejos el chismerío que jamás da nada bueno.
Pero lo cierto es que por algo se comparte un espacio y un tiempo, la casualidad o la causalidad…no deberíamos ser tan indiferentes a nuestro alrededor.
Vivir tan de puertas adentro cuando a lo mejor del otro lado del muro alguien llora en silencio.

Patricia Figura, setiembre de 2012

2 comentarios:

  1. Antonio Morales Carroz18 de septiembre de 2012, 11:45

    Excelente.En la Patricia escritora moran la sociología y la psicología, las cuales se vierten en sus "cuentos para adultos" a través de un fino estilo.Como siempre disfruté la lectura.Un abrazo gacetero.

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  2. gracias Antonio Morales Carroz por tu gentìl anàlisis de mis cuentos.
    me hacès enorgullecer.

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