viernes, 7 de septiembre de 2012

A MERCED DE...


A MERCED DE …
Los pensamientos escapaban una y otra vez de su mente revolucionada, inquieta, febril por momentos.
Mientras sacaba la ropa del canasto.
Cuando cargaba el lavarropas a las seis y treinta de la mañana, para poder colgarla al sol cuando volviera de trabajar, exhausta a las tres de la tarde.
O cuando tendía las camas, odiaba verlas revueltas, la parecía que toda la casa estaba sucia, barría, o manejaba llevando los chicos al colegio, en el trayecto a su trabajo, a la vuelta, mientras cocinaba, hacía mandados…. En todo momento las ideas se sumaban, germinaban, eran descartadas de un manotazo mental, sólo para surgir nuevamente.
Se sentía a merced de vidas ajenas.
De los compromisos que otros tomaban y que ella debía cumplir.
Los horarios escolares, inevitables, ineludibles.
Los extraescolares, igualmente irrevocables.
Los sociales, que de no llevarse a cabo conllevarían a toda una retahíla de quejas y reproches.
Los laborales….jefes asegurando entregas a término, trámites finalizados, entrevistas, horas de colas en organismos públicos poco operativos, fallos judiciales nada expeditivos, pero ella dando la cara, corriendo, saltando y tropezando por cumplir con lo que otro había prometido sentado cómodamente desde un escritorio.
A veces le parecía que no tenía las riendas de su vida.
La pesadilla recurrente en épocas de crisis la visitaba con más asiduidad.
Iba por una avenida, de mucho tránsito, con los ojos muy abiertos y sin embargo sin ver nada… oscuridad total, no podía detenerse porque sería invariablemente atropellada por quien viniera detrás… pero sin poder ver si otro frenaba delante suyo… luchaba por encender las luces del coche… tampoco había luces encendidas en la calle, ni en los otros vehículos… y la velocidad no disminuía… seguía constante, no dependía de lo que ella hiciera… estaba a merced de algo que ni siquiera sabía de qué.
Estaba a merced de lo que otros decidieran para su día, no cabían espacios propios, tiempos de ocio.
¿Esa era la libertad por la que había bregado cuando era adolescente?.
Iba a ser independiente, tener su entrada económica, no estaría atada a la casa, saldría  a trabajar todos los días, no perdería contacto con la rueda cotidiana….
La soga había cambiado.
¿Malas elecciones?.
¿Debió ejercer de manera autónoma para no quedar sujeta a estructuras ajenas?
¿Resignar ingresos?.
 ¿Acaso tenía su vida algo especialmente diferente a la de otras miles y millones de mujeres que llevaban adelante su hogar, su trabajo, la salud de los viejitos de la familia, los compromisos infantiles?
¿Qué le pasaba a ella?.
¿Desde cuando?.
¿Era simplemente desagradecida por no tener una cruz en su vida sino contratiempos propios de una familia?
O sencillamente estaba cansada.
No era la altura del año, nunca creyó en eso, termina uno y comienza otro, las vacaciones tenían tantos horarios como los días laborales… claro que eran “horarios de esparcimiento”.
Una y otra vez las preguntas se agolpaban en su mente.
Para algunas tenía respuestas.
Para otras….se sumergía en su pesadilla.
Estaba segura de que en el fondo nada quería cambiar.
No podría prescindir de su familia.
Su marido era compañero, leal, fuerte…. acostumbrado a hacer y deshacer en su trabajo, aligeraba sus tareas cotidianas cuando podía, le demostraba su amor por la familia, por ella.
Sus hijos eran excelentes todos.
Absolutamente diferentes entre sí.
Sanos, felices, bullangueros, divertidos.
¿Cuál era su mosca en la sopa?.
La falta de tiempo personal.
Su mala administración de las pocas horas libres.
Fantasmas de problemas no resueltos.
Determinaciones difíciles de tomar.
La comodidad de que todo siga su cauce.
No tener un problema real.
Sea como fuere…. los pensamientos podían seguir su curso, atormentarla o anestesiarla… pero era decisión de ella quedar o no a merced de ellos también, tomarlos como un condicionante más en lugar de convertirlos en una vía de escape.
No podía vivir una vida de libreto, en la negligencia de acomodarse a lo que un guionista decida por ella.
Había que enfrentar la diaria lo mejor posible y convertir las cargas en ventajas, saber ver lo bueno dentro de lo conflictivo y salir adelante.
Estaba bien armada para eso…solo un poco cansada….desacelerando un poco, el cansancio pasaría… habría un tiempo más o menos tranquilo hasta que los vaivenes de la vida la llevaran hacia otro desafío, aunque este no consistiera en otra cosa que descansar tranquila.


Patricia Figura, setiembre de 2012.

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