viernes, 30 de septiembre de 2011

NO FUE HACE TANTO....

No fue hace tanto….

Los sábados eran los días de mudanza.
Se baldeaban las habitaciones desocupadas, abrían las altas y angostas ventanas de celosía, colocaban macetas con flores en los diminutos balconcitos para dar la bienvenida a los nuevos inquilinos.
En los años cuarenta, según me ha contado alguna vez mi mamá, era muy difícil que una pareja de clase media pudiera casarse con vivienda propia, ni siquiera alquilar una casa completa, por lo general antes de la boda recorrían  los barrios de su conveniencia, o las casas de los familiares y en cuanto veían el famoso cartelito “se alquila habitación “, comenzaban  a comparar unas con otras.
“Por esta calle pasa el tranvía”, “pero esta otra tiene dos baños”,“esta tiene la habitación del frente”, “demasiado cerca de la cocina”, “ está cerca de la casa de mamita” y luego de enumerar ventajas y desventajas…. Se decidían por la más económica…. Había que ahorrar antes de que llegaran los chicos.
Los muchachos de las familias se encargaban de trasladar los flamantes juegos de dormitorios, lustrados con esmero, una mesita chica con hasta cuatro sillas los que tenían la suerte de contar con piezas más amplias que las habituales.
Las madres y hermanas de las novias, acomodaban el ajuar bordado amorosamente por abuelas, tías y cuñadas en las largas tardes de invierno mientras escuchaban el radioteatro.
Todo era alegría y ajetreo, manos solidarias y atareadas, el mate iba y venía, los más chiquitos jugaban a las escondidas, el más viejito , sentado en una esquina controlaba que la dueña de casa ofreciera por ese día un plato de sopa de verduras a los trabajadores, los días de mucha humedad se “alambraba” por que la pintura recién terminada en el cuarto en cuestión no transpire para más tarde descascararse sobre los recién casados.
Se comenzaba así, desde abajo, sin una casa propia y el coche en la puerta, pero se iba avanzando, unos más otros menos, algunos tenían oportunidades que sabían aprovechar y llegaban a la cúpula de la empresa que los había visto entrar como cadetes, y con ellos mejoraba también la familia.
Había más sueldos fijos, más ayuda en los hogares, en la clase media de no hace mucho, no se necesitaban niñeras y pagar  a quien cuidara los niños y el hogar, si la mamá de la familia debía trabajar o gustaba en hacerlo, miles de manos se extendían para ayudar, “anda tranquila que yo te lo miro al nene”, eran casa amplias que albergaban a varias familias a la vez y entre todas formaban una.
Con todas las complicaciones de una convivencia o falta de  intimidad ,  con horarios para el baño, para lavar la ropa en el patio, la cocina por turnos el que no se conformaba con el calentadorcito en la pieza, pero había más charlas cara a cara, se sabía cuando uno estaba triste, cuando fallaba la salud o los trabajos peligraban…se contaban cuántos meses habían pasado de la boda en los nacimientos de los bebés, y si se extendía a después del año los susurros en el patio “capaz que no puede quedar embarazada la pobre” no se hacían esperar.
Para muchos, esa época fue mejor, yo creo simplemente que es distinto, se ganan algunas cosas y se pierden otras, los avances son muy buenos, pero es de necios ignorar que está el que los aprovecha para bien como el que abusa con ellos para dañar.
 También es cierto que la intimidad y la individualidad tienen un lugar preponderante en el momento de llevar a una familia adelante, si la persona no tiene su espacio, su lugar, su tranquilidad, mal puede compartir nada con otro, pero es innegable que ahora todo es más egoísta, más solitario en muchos aspectos y ese abrazo amigo, ese tiempo que transcurre lento con charlas descansadas , esas mesas largas donde siempre había algo rico para  compartir….no se dan como antes, siempre queda para más adelante, para cuando estemos más tranquilos, para cuando los chicos sean más grandes, para cuando terminemos de pagar el auto, las escuelas, los créditos…
¿Se vive más apurado para terminar de… qué?  porque cada una de esas cosas o de esas personas hacen a nuestra vida, entonces el apuro es por llegar al final de nuestra vida? que ya no hayan pendientes?.
Vivo muy en el hoy, y para tener acceso a  este mundo aggiornado, es menester subirse al tren y seguir el ritmo, nuestros hijos necesitan más estudios que los que teníamos algunos de nosotros, los idiomas son necesarios como la alfabetización, ya no basta con la buena presencia y el trato amable…. Hay muchos para un mismo puesto….
Pero es lindo escuchar historias nostálgicas y tomar algo de ellas para matizar el ritmo de hoy, tal vez, con ganas y esfuerzo se puede “sacar promedio” y llegar a un equilibrio, donde los abuelos y los nietos se encuentren, los matrimonios compartan actividades y visitas y no hagan tantas postas entre un trayecto y otro y los amigos compartan una charla de mates y bizcochos en lugar de la medianoche por chat.
Es cuestión de prioridades.

Patricia Figura, setiembre de 2011

2 comentarios:

  1. ¿Todo tiempo pasado fue mejor? Ni muy muy ni tan tan. Coincido con vos. Cuestión de prioridades.

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    1. tal cual... claro, que hay cosas que ya se perdieron y que son irrecuperables, y las personas tampoco tiene las mismas prioridades, como vos decìs, cada quien sabe donde le aprieta el zapato,.

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