viernes, 11 de febrero de 2011

el marido perfecto...


EL MARIDO PERFECTO

El marido perfecto, nadie lo podía negar.
Atento, fiel, caballero y con un amor incondicional.
Excelente padre.
Un hijo sin igual.
Pero como esposo…
nadie lo podía superar.
Pero claro, era humano, eso no se puede negar.
Y tenía un defecto, que por momentos….
eclipsaba cualquier cualidad.
Celoso al extremo, casi irracional,
Hasta el punto de querer atrapar al viento,
Por a su amor atreverse a rozar.
Ella no se lo hacía fácil, como era de esperar.
El la conoció atrevida e inquieta.
¡Ahora a no chillar!
Jaula de oro, carrozas sin igual,
Vacaciones en familia, ella era la reina de su hogar.
Larga lista de pactos, convenios y tratos…
que ninguno osaba desafiar,
a medida que pasaban los años…
determinadas reglas no se planteaban más
Salidas con parejas, en lo posible después de cenar.
¿Para qué comer afuera si en casa lo podemos hacer igual?
Era una broma que todos gastábamos una y otra vez más.
Pero a no negarlo…
el tenía una debilidad.
Una vez al mes, una sola y nada más.
A la peña con los del cole jamás iba a faltar.
Un asadito en el medio del campo….
pescado a la parrilla en casa de tal o cuál.
Pero a media noche a volver rapidito….
porque su “reina” se le podía escapar.
Pasados muchos años, maduro él y ella en la flor de la edad,
el marido perfecto, un desliz se permitió disfrutar.
Pasada la medianoche…no regresó al querido hogar.
Con una parte reducida de sus compañeros de peña,
a un conocido y candente boliche se fue a instalar.
Shows eróticos en vivo,
piernas que parecían no tener final,
todo animado por una sensual voz masculina,
y rociado con abundante champagne.
Cuando juzgó que la adrenalina era suficiente,
partió del conocido lugar.
Entró tan sigilosamente… que ni la gata lo fue a saludar.
Su reina dormía placidamente…
Vaya a  saber uno con  quién habría de soñar.
Amanecieron juntitos y sonrientes como era lo habitual.
Pero parece que algo lo inquietaba,
a este marido ideal.
Así que como quién no quiere la cosa…
su “escapadita” optó por comentar.
Le restó importancia, al cumpleañero había que acompañar.
Como la mayoría volvía a su casa….
él no lo iba a abandonar.
El lugar estaba casi vacío, según nuestro héroe.
Aunque unos buenos mangos les costó conseguir un par de butacas más.
Ella lo escuchó tranquila, mientras continuaba con los quehaceres del hogar.
Pero una divertida sonrisa se dibujaba en su boca sensual.
“ Así?  Fuiste alpiste mi querido, piedra libre a no dudar,
a partir del mes que viene salgo yo en tu lugar”.


                                       Patricia, julio de 2007

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