Esos
Bellos Objetos….
¿Cómo encontrar explicación a una contradicción tan
irrefutable de su manera de ser?.
No se molestaba demasiado en buscarla, ni en tratar de hacerle entender a nadie su
manera de ser…. era así, y le gustaba respetar tanto como que la respeten.
No aceptaba que nadie se inmiscuyera en sus
decisiones, pero si tenían algo que aconsejar, lo sopesaba en la soledad de su
hogar y sólo si venía de personas muy muy queridas y que la conocían mucho.
No
le interesaba nada que le impusiera más cadenas que las absolutamente necesarias
para vivir en sociedad,
no soportaba sentirse atada a nada, menos que nada a cuotas eternas para
comprar zapatos, carteras, viajes, cosméticos…. pero a la vez, tenía absoluta consciencia de elegir
cosas bellas, sabía lo que le sentaba bien y potenciaba sus atributos
desdibujando sus defectos.
No tenía paciencia ni voluntad para el esfuerzo que
significaba tener una casa de película, con cada rincón digno de una fotografía, sacaba todas
las telas de araña cuando las descubría, no lo hacía sistemáticamente “todos
los sábados”, lavaba los pisos a diario
pero jamás los enceraba, si comenzaba a hacerlo después debería seguir aunque
no tuviese ganas, y los días de humedad tan abundantes en su ciudad sería un
pastìn…no, no le importaban tanto como para esclavizarse con eso, los baños
siempre limpios, desodorizados, con toallas mullidas, que sequen bien, suave…. pero jamás coincidían las
cuatro permanentes en color o tonalidad…ni siquiera en la gama de un color.
Las sábanas se cambiaban y lavaban en el momento una
vez a la semana en invierno, dos en el verano….nunca un día fijo o determinado, eran arrebatos del momento, así
fuesen las diez de la noche…eran reemplazadas por otras que “ajustaran muy bien
en la parte del cubre colchón”, lisa por supuesto la parte de abajo y con un hermoso estampado cuidadosamente elegido para la superior y
almohadas.
Tenía la sensación de que si vaciaba su hogar de
todos sus bellos y funcionales muebles, con sus preciosos y pocos objetos de adornos, sus tres
bibliotecas, y la amada colección de portarretratos sería casi para derrumbe….no
prestaba atención al color de las paredes, ni a las aberturas, eso le hubiera
insumido un tiempo y un dinero importante, le era útil y operativa….en realidad lo global desaparecía de su
mirada, sólo iba a sus pequeños tesoros acunados con amor, aunque hubiese
regalado a manos llenas casi todas las cosas de valor y que estaba segura de
que jamás usaría, como la cubertería de gamuza ( le ocupaban un lugar que
necesitaba para los cubiertos de mango que eran prácticos y cortaban bien) los jueguitos de café que nadie tomaba, dejó
sólo los de porcelana porque amaba su diseño y material, lo mismo con las
tazas de té…., con adornos traídos de diferentes lugares como souvenir, dejando
sólo aquellos que eran de piedras, originales, bellas, hipnóticas… le daban
placer de sólo mirarlas, amaba con la vista y el tacto esos pocos y personales objetos….aunque estaba
segura de que jamás compraría nada de eso, eran regalos, de gente que le era o había
sido muy querida, pero no se le hubiese ocurrido comprarlos ella…ahí perderían
todo encanto.
No era para analizarlo….era parte de su impaciencia para recorrer tiendas, shoppings, ,etc….era parte de su impaciencia para
abrir un paquete de regalo, sea chico, grande, mediano, humilde u ostentoso…. era saber que quién lo había elegido la conocía,
sabía lo que provocaba su sonrisa, su secreto placer de recorrer con la vista,
tocar y disfrutar de esos pequeños y bellos objetos especiales que de una u
otra manera habían llegado a su mano, a su vida, formaban parte de su entorno,
de su cotidianeidad, de fondo en las fotografías familiares, de momentos
festivos como los cumpleaños de sus amores, como telón del transcurrir de su
vida, que con todas las imperfecciones
que pudiera revestir era sin lugar a dudas su mejor obra.
Patricia Figura, abril de 2016
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