lunes, 4 de enero de 2016

TODO PUEDE SER...

TODO PUEDE SER…
Seguramente la mayoría de las personas que la conocen, creen que su vida “ya está escrita”, que va a ser siempre así, con una rutina marcada casi por inercia.
Rutina asestada continuamente por imprevistos familiares e infantiles….pero no por eso menos monótona.
La casa les iba quedando chica, aún cuando faltaban años para terminar de pagarla, dos dormitorios y otro que nunca se terminó, utilizado para “cachivaches”, cocina diminuta en el espacio de lo que sería un pasillo, comedor atestado de juguetes, útiles, libros escolares, restos de cartulinas y goma eva (que pueden servir para algo), computadora, televisor, equipo de música, DVD, mesa larga que ocupa el resto de la estancia con seis sillas de las cuales sólo cuatro pueden ser usadas por personas de peso  relativamente normal¿?...las otras son para los más chicos o para los que les guste la aventura.
Si se entiende por aventura sentarse y no saber en qué momento quedan totalmente descoladas y  el piso de cerámicos económicos puede cumplir las veces de un poco mullido asiento.
Salir a trabajar antes de las siete de la mañana, repartiendo los niños en el colegio, marido en el trabajo y por último rezar para encontrar estacionamiento que no sea medido, es su comienzo de un día relativamente bueno, cuando se complica puede ser por motivos varios, fiebre, dolor de muelas, garganta, estómago de alguno de los infantes que no entienden que  NO ESTÀ CALCULADO NI EN EL RELOJ NI EN EL PRESUPUESTO FAMILIAR QUE SE ENFERMEN.
Claro que las ruedas pueden amanecer en llanta por algún desconsiderado clavo que se haya atravesado en su trayecto el día anterior, o que misteriosamente la batería cumpla su ciclo a esa hora inoportuna cuando están todos con mochilas, bolsos, materiales de tecnología y bolsos de natación escolar a hora tan temprana.
Disfrutaba mucho de su trabajo, realmente le encantaba, lo vivía desde el corazón, era también un poco su lugar de descanso, siempre había un recreo para conversar con sus compañeros, organizar cumpleaños, despedidas, bienvenidas, vísperas de feriados y cuanta excusa pudieran inventar para sacudirse un poco la desidia de encima.
Pero lo que sería una gran sorpresa para todos los que la conocen, es que en ese trabajo había también un “incentivo laboral”.
Si, tal cual….una ¿motivación?. Lo cierto es que más allá de que era “su” secreto, lo disfrutaba, lo guardaba celosamente, y le servía para regodearse con la imaginación durante las tediosas horas en que el cielorraso parecía a punto de caérsele encima en las noches de insomnio.
No sabía si el destinatario de sus más atrevidas fantasías sospechaba de la incipiente pero vertiginosa amistad que estaba naciendo entre ellos.
La sonrisa de él cada vez que conversaban le iluminaba el resto del día, se había hecho como un mini ritual de saludo e intercambio de bromas, siempre estaba la expectativa de que algo pudiera ocurrir y él faltase, o que ella no lo cruzara….y el nudo en el estómago cuando en un instante  aparecía en su campo visual….hacía que todo valiera la pena.
Mientras hacía las compras, bañaba al menor, ayudaba en los exámenes a los mayores, se aburría a solas con su marido, aguantaba las quejas de su suegra, ayudaba a su madre….volaba, se iba, imaginaba los diálogos que tendría con su compañero, las conversaciones que sacaría como al descuido, evaluaba las posibles salidas ingeniosas de él… porque era muuuuuuuuuuy ingenioso según ella.
Con eso se conformaba.
No se planteaba dejar a su familia.
Ni separarse de su marido que era tan bueno como anodino.
Ni que hablar si tuvieran que dividir las economías…. de los dos no harían uno, tenían las dos tarjetas de crédito a punto de estallar, la del súper con margen cero, los sueldos eran buenos, pero ellos eran mejores para antojarse con cuanto bicho electrónico existiera así que no había manera de tener un saldo positivo en cuanto a los números.
Tampoco se imaginaba siéndole infiel.
Estaba cómoda con lo que tenía….hasta cosa de un mes atrás.
Todo puede ser…y los giros de 180º existen no solo en las geometrías.
Él la agregó a whatsapp, y ella agrandaba y achicaba su foto de perfil doscientas veces al día, ahí se enteró de que su malsana relación matrimonial había llegado a su fin, por fin había cortado amarras y comenzaba a estar en paz, a disfrutar de un poco de sosiego, charlas, amigos, una comida entre semana sin importarle si tenía que sentarse a cenar a media noche, ella leía con avidez sus comentarios, no sabía que él estaba mal en su matrimonio, las pocas veces que lo había visto con ella, no demostraban nada, ni amor, ni desamor, ni alegría, ni euforia….NADA.
Tácitamente, cuando se encontraban en el ambiente de trabajo, no mencionaban sus charlas on line, ignoraba si él lo hablaba con sus amigos, ella era celosa de esa relación, ni siquiera lo comentaba con sus dos mejores amigas.
Hasta que un día….como suele pasar en las novelas que son  menos creativas que la propia realidad, se encontraron en la salida y los dientes blancos y parejos de él le hicieron brillar los oscuros e inteligentes ojos de ella.
Pareció lo más natural del mundo saludarse con un abrazo espontaneo y un cálido beso en la mejilla.
Compartir un helado de chocolate y vainilla en la fresca confitería de la esquina, reírse mucho…muchísimo, mandar un mensaje que se quedaba hasta más tarde a sus hijos, agregarse en el face “después de todo somos compañeros de trabajo y podríamos armar un grupo cerrado”,  mirar la hora y que las últimas tres hayan pasado como diez minutos. .. Todo era más que natural, nada planificado, fue surgiendo y ella amó esas horas, se sentía OTRA VEZ ELLA MISMA.
Ya no era la malabarista que cuando terminaba agotada la esperaba otra jornada igual…era una mujer que se sentía fantástica conversando con un hombre que le resultaba interesantísimo.
Le costó poner fin al encuentro, sabía que algo tan espontaneo, fresco, divertido y con sabor a “primera vez” no iba a volver a darse de casualidad.
La esperaba toda una madrugada de dulce desvelo.
Seguramente al otro día comenzaría a “arengar la tropa” casi al alba, en su ansiedad por no llegar tarde.
Estaba exultantemente feliz.
Cargó combustible, compró helado para su familia, llevó muchísimas papas fritas para los chicos, una cerveza helada para acompañar la picada, pondría la mesa chica en el patio, escucharía los grillos en sus duetos con las chicharras que anunciarían más calor para el otro día.
No importaba…se sentía muy contenta.
¿Como continuaría todo?….no tenía ni la menor idea.
Todo puede ser…todo puede pasar.


Patricia Figura, enero de 2016

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