lunes, 29 de junio de 2015

¿CANALLA O COBARDE?

¿Canalla o Cobarde?

En la primer mitad del 1900, en la época en que nuestras abuelas eran un poco más que adolescentes…las costumbres eran diferentes, muy, pero la esencia de las personas eran las mismas de las de hoy, se manifestaban distinto, eran otros los usos, las excusas, los métodos….pero desde el momento en que una sociedad se forma, queda expuesta a todo tipo de seres con sus miserias, vanidades, lealtades, orgullos, bondades, amores y desamores….cambia el paisaje, pero la naturaleza humana va donde uno va…..más allá de las diferentes épocas.
Los jóvenes de ese entonces, comenzaban a usar pantalones largos después de los dieciocho años…. Incluso usaban cancanes de lana en los inviernos fríos.
Las casas, alquiladas o propias para los más afortunados, tenían grandes fondos, patios de tierra, árboles donde se trepaban tanto los hermanos varones como las señoritingas cuando nadie las veía.
Algunos tenían la suerte de poder continuar los estudios.
Otros después de la primaria entraban a trabajar de cadetes e iban haciéndose un lugar a medida de que los años pasaran.
Nunca faltaba algún músico, el piano para las niñas, bandoneón o violín para los caballeros.
El infaltable baile en los lugares propios de cada barrio, donde las madres acompañaban a sus hijas, cómodamente apoltronadas en mesas, escuchando tanto valses, como orquestas típicas…. Y ellas disfrutando hasta la media noche, donde pasaba el último colectivo que las llevaba al hogar, o las más pudientes con taxis, y las menos, el coche del padre manejado por un hermano que también había salido con sus amigos a bailar.
Ellos se conocieron por ser él uno de los amigos de toda la vida de uno de sus hermanos mayores.
Bromista, divertido, enamoraba tanto a las más jovencitas como a sus madres que veían al yerno ideal…. Un poco “tarambana” pero era seguramente hasta que “siente cabeza”.
Nunca se oficializó el noviazgo, pero se daba por sentado.
Con la hermana de un amigo no se anda con vueltas.
No se miente.
Por supuesto que estaban las “necesidades de los hombres” pero eso no contaba.
Ella, dulce, muñeca, hermosa, suave, ingenua….tuvo la fortuna de poder seguir estudiando.
Sus recreos eran los días en que él se daba una vueltita a la hora del radioteatro y mateaban con sus otras hermanas y con la madre.
Se encontraban algún sábado en los bailes de la vecinal de uno de los mejores barrios de la ciudad….si bien invitaba a todas, con ella era con quién más piezas compartía.
La sonrisa en forma de corazón que se formaba en el rostro de ella iluminaba a todos…. Los ojos le brillaban.
Lo buscaba apenas ponía un pié en el salón de baile.
La fastidiaba la cortesía de tener que aceptar a otros bailarines….sólo con él se sentía volar.
Él  se dio cuenta de que si bien apreciaba muchísimo a toda la familia, estaba cómodo en ese que era casi como su segundo hogar….no estaba enamorado de ella.
De alguna manera se sentía obligado a ir, a pasar más tiempo con tan devota amiga, que esperaba dejar de serlo para ser realmente su novia.
Su amigo lo palmeaba pero también le marcaba territorio.
De esa manera tenía veladamente prohibido comenzar a tratar a cualquier chica que le gustara, imposible intentar frecuentar a alguien, comenzar a conocerse….tácitamente tenía “dueña” y estaba involucrada toda la que de alguna manera consideraba casi su familia.
Ella comenzó a cansarse mientras estudiaba, sentía fuertes dolores de cabeza.
Su familia le decía que era de tanto soñar con él….volaba en lugar de leer sus apuntes…estaba distraída todo el tiempo pensando en el momento en que sonaba la aldaba  y con silbido alegre él anunciaba su presencia.
Pasaba mucho tiempo tocando el piano, la música la distendía….aprendía frenéticamente las partituras que más le gustaban a su enamorado.
Cuando las indirectas fueron demasiado “directas” de parte de su amigo y de la “doña” de la casa…. él sintió que algo debía hacer…la quería, eso sí, le causaban gracia las inocentes demostraciones de amor por parte de ella….pero no sentía ni su pulso acelerarse ni mucho menos su sangre arder.
¿Era un mal tipo por querer casarse enamorado?
¿En qué momento todo se salió de cauce?
Cómo plantear algo que nunca se había expresado formalmente pero que todos daban por sentado?. Su amigo el primero. En privado le decía cuñado.
Los dolores de cabeza de la núbil iban en aumento…. Viajaron a la gran ciudad vecina para consultar un oftalmólogo…bromearon a cerca de que usaría lentes como las eruditas.
Y un plan ¿macabro? se formó en la presionada cabeza de él.
Una salida nada airosa.
Pero que esperaba que diera resultado y de la misma manera mantener su amistad y reputación intacta.
“Es sólo por un tiempo”.
“Hasta que se le pase el capricho y se enamore de verdad de alguien que le corresponda.”
Luego de ausentarse un par de semanas, donde ni los amigos lo ubicaron en los lugares de costumbre, sabían que su familia vivía en el campo, así que supusieron que había ido a hacerles una visita, apareció muy cabizbajo y absolutamente rapado.
Esa tarde nadie escuchó el radioteatro, le ofrecieron el mejor té de la casa, ella lloró frente a todos y sintió que su cabeza estallaría en miles de pedazos.
Con gesto caído él explicó que había estado consultando a varios “doctores” y que aparentemente tenía una enfermedad terminal, que iría primero de sus padres, que el aire de campo le sentaría muy bien para el tratamiento y prometió escribirles a todos, confiaba volver con el tiempo pero que por favor lo entendieran y lo recordaran con cariño.
Ni que aclarar hay, que los medios de comunicación de la época no eran los de hoy, las distancias se hacían más profundas, casi insalvables a no ser por el ferrocarril, y que el que quería “desaparecer” realmente…. Tenía muchas chances de lograrlo.
Ella buscò en el aparador del comedor principal, el bellísimo retrato que sus padres le hicieran hacer por un reconocido fotógrafo, cuando cumpliera los diecisiete años….su rostro hermoso orlado de bucles brillantes y las largas pestañas enmarcando sus ojos tan típicos…. tan soñadores.
“Estaba pensando en vos cuando me la tomaron….quiero que la tengas hasta que estés bien….y cuando vuelvas yo voy a estar esperándote con todo mi amor.”.
El nudo en la garganta de él no fue fingido.
Estuvo ausente mucho más de un año, lejos de estar enfermo, comenzó una nueva vida, buen trabajo en la provincia de las sierras, estaba satisfecho, le parecía que había sido la mejor manera de salir airoso sin lastimar demasiado, sin defraudar…no se puede culpar a un enfermo ¿No?
Escribió dos o tres cartas en los primeros meses pero desde una casilla de correo, sin dar dirección cierta.
Después el vacío comenzó a hacerse notar.
Ya no se sentía asfixiado ni oprimido.
Los extrañaba a todos…y a ese amor incondicional más aún.
Miraba esa fotografía que había recibido con tanta entrega, con fuego en los ojos de ella…la besó….y se extrañó de su gesto.
Y se rió mucho ….hasta que se le salieron las lágrimas…. Estaba listo para volver, quién sería tan necio de no disfrutar de semejante adoración?
Después de todo….había conocido muchas chicas….y ninguna le había acelerado el corazón…. Tal vez él no era de esos, tal vez su postura era dejarse amar…lo que si sabía era de que su destierro había terminado…”una cura milagrosa” nadie discute las buenas noticias.
Con su mejor traje, el silbido en la voz y su cabello brillante y ya crecido hizo sonar la aldaba de la manera en que lo había hecho siempre.
Lo recibió una criada ojerosa, triste, una casa oscura.
Lo anunciaron a la señora de la casa, que recorrió la galería con su vestido negro riguroso y el inseparable pañuelo mojado en las manos.
Se arrojó en sus brazos, lloró sin consuelo mientras repetía “murió diciendo tu nombre…sólo te llamaba a vos”.
No entendía nada. No quería entender. No podía.
“Esos dolores de cabeza se hicieron más intensos….no necesitaba lentes…lloraba sobre los libros, en parte por tu partida, también por la jaqueca….no hubo mucho para hacer… fue todo tan rápido….te llamaba una y otra vez…no sabíamos donde buscarte, ni si estabas vivo o no…ella no tuvo un milagro”.
Las palabras de la buena señora lo golpearon durante años, no encontraba paz, no lo podía creer.
Se sentía un ladrón.
¿Pero cómo podía prever semejante desenlace?
Con dolor se separó de esa última foto de una adolescente enamorada de una ilusión.
Se la entregó a su familia.
Él volvió a las sierras.
Con los años formó su propia familia, tuvo hijos, la mayor llevó el nombre de ese ángel que él no supo cuidar.
¿Era un canalla o un cobarde?.
Pasaron muchísimos años….nunca halló respuesta.


Basada en una historia contada por mi abuela Kiki.


Patricia Figura, junio de 2015

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