sábado, 10 de noviembre de 2012

NOCHE DE TORMENTA...


NOCHE DE TORMENTA
Los vidrios temblaban.
El viento ululante parecía hablar…contestarle…le sugería frases.
Se acercó a la ventana que daba al jardincito.
Podía ver la calle siempre tan bulliciosa, ahora desierta y mojada…. Algún que otro auto pasaba de tanto en tanto, casi sin detenerse en la esquina.
Las luces perdían nitidez.
Parecían brumosas. “que no se corte la luz” pensó.
Quería hacer algo pero no sabía qué.
Tanto rogar mentalmente por un poco de tranquilidad, soledad, con tiempo ocioso y ahora no sabía como emplearlo.
Un relámpago de esos de película precedió al trueno que hizo temblar las paredes.
Estaba aburrida.
Los chicos habían ido a pasar la noche de vacaciones en lo de sus abuelos.
Todavía les costaba superar la ausencia del padre.
Casi un año atrás, a pocas cuadras del hogar, un coche manejado por un menor, puso punto final a su vida.
Y casi también a la de ellos.
A partir de ese  momento todo fue caos.
Medio zombi y absolutamente golpeada, se dio cuenta de que debía encargarse de todo.
¿ Qué era todo?.
Fue descubriendo que dentro de ella había mil mujeres desconocidas.
Tuvo que ser ejecutiva en sus decisiones, había millones que tomar.
Los abogados intentaban solucionarle la mayor parte de los problemas, pero había cosas que solamente ella podía definir, los chicos estaban desorientados, temblorosos, inseguros, la despertaban durante la noche, querían saber que todavía estaba ahí.
Le abrían la puerta de su habitación varias veces durante la noche.
Se fijaban si respiraba.
Más de una vez se hizo la dormida, les pedía que duerman ellos también, que descansen…cuando el sueño la vencía de verdad, eran horas de desmayo, soñaba mucho, amanecía con lágrimas secas sobre su rostro todavía joven .
Más de una madrugada se sobresaltaba al estirar su mano sobre la mitad donde durmiera su marido y encontrar un cuerpo tibio, al instante se daba cuenta que uno o dos de sus hijos, al despertarse en mitad de la noche se había introducido en su lecho.
El sonido del teléfono la trajo otra vez a la realidad.
_¿hola?...¿hola?_ la línea zumbaba, parecía que alguien hablaba del otro lado pero no entendía, le pareció escuchar que preguntaban por ella _Si, soy yo…¿Quién habla?_
Apenas pudo escuchar su voz… no le hizo falta que dijera su nombre, pero él se lo dijo.
¿Cuánto hacía que no hablaban?...solo lo vio en el funeral, un rato, cuando la abrazó muy fuerte y le dio su teléfono, “a cualquier hora” le había dicho al despedirse.
_Ahora?...si, si, por supuesto que podes pasar…. Te abro desde adentro así subís el coche al garaje.
Un nudo se instaló en su estómago.
No pensaba ni remotamente en que recibiría una llamada suya, menos para avisarle que estaba a un par de cuadras y que quería visitarla en semejante noche donde no se distinguía nada a menos de un metro.
Compañeros del instituto terciario de idiomas, su amigo, compañero de estudios y de confidencias.
Los cuatro años del profesorado los encontró unidos de manera cotidiana e incondicional, parciales, exámenes, trabajos prácticos, finales, todo lo preparaban juntos, después cada uno volvía a su vida, a sus parejas, sus salidas con los grupos de amigos que no tenían nada en común los de uno con los de otro.
Poco antes de que ella se casara, y sintiendo él que estaba ante un callejón sin salida, le planteo sus sentimientos hacia ella.
La turbó muchísimo, nunca lo vio fraternalmente, pero sí como a un buen amigo, de esos con las que todas las chicas fantasean, pero no dudaba que su futuro estaba con su novio, varios años de novios, planeando la familia que tendrían.
Terminaron los estudios, pero si bien ella intentó que la amistad continuara, él le fue claro….”Ya no puedo ser tu amigo, no se si te quiero de otra forma, pero no me puedo mantener al margen…tengo ganas de besarte, de tirar los apuntes estos en los que estamos siempre metidos y agarrarte a vos, apretarte, morderte… hacer el amor…”
Ante tal vehemencia ella no fue indiferente, si bien aceptó la distancia, algo en su interior le hacía cosquillas, de solo imaginarlo la fantasía se disparaba sola.
No fue a la boda.
En los diez años que duró su matrimonio, lo cruzó en un par de colegios solo dos veces, nunca supo como se enteró de su viudez, cuando lo vio en el velorio se aferró muy fuerte buscando a su antiguo amigo,
Ahora, casi un año después, él estaba por llegar.
Un trueno ensordecedor ahogó la bocina , pero ella vio las luces de los faros.
Le abrió por el portero, él colocó su coche en la subida al garaje y entró rápido y medio mojado.
Se abrazaron fuerte, le susurró al oído “te extrañé”.
No estaba de casualidad en el barrio, había ido varias veces antes y la vio siempre prendida a sus hijos y con mirada triste, caminando hacia la plaza, compartiendo un helado con ellos, subiéndolos rápido al auto cargados de bolsos, pelotas y muñecas.
Pero ese día la urgencia, la incertidumbre, la espera se había hecho insoportable, no dudó y la llamó… y ahí estaba, para lo que ella necesitara o sintiera.
_Necesito tiempo, así como vos te tomaste el tuyo  para acercarte, yo … bueno, no puedo decirte nada ahora… me encanta que hayas venido en esta noche infernal, te juro que me encanta… me parece mentira, un sueño… ¿ qué siento?...un nudo en el estómago, sensación que creía perdida para siempre._ estaban sentados en el cómodo sillón donde los chicos jugaban normalmente, tomados de la mano, ella se acercó y él la besó…era la primera vez que lo hacían…le pareció que volcaba todo un año de tristeza, inseguridades, angustia, deseo frustrado, soledad… junto con años de secreta fantasía.
Estuvieron toda la madrugada uno en brazos del otro, se besaron durante horas, se acariciaron, escucharon música, recordaron anécdotas, las luces bajas de las tímidas lámparas que los custodiaban desde sendas mesitas vestidas, los invitaba a las confidencias, a bailar esos lentos a los que nadie puede ser indiferentes, tomaron algo fuerte, también café con tostadas y dulces cerca del amanecer.
El cielo se fue abriendo con un sol que prometía sofocar toda la ciudad después de semejante tormenta veraniega.
Ninguno de los dos tenía sueño.
Ninguno de los dos quería separarse.
El barrio se iba despertando, se rieron juntos de los comentarios que despertaría un auto en el garaje de ella.
La invitó a ir al cine cuando ella pudiera organizarse con los chicos.
Entre los dos sumaban seis…él se había divorciado hacía unos cuantos meses.
Todo estaba en “veremos” pero había sido una buena noche.
Y no pintaba así cuando se desató la tormenta.

Patricia Figura, noviembre de 2012.

7 comentarios:

  1. Me gustó mucho, Patri. Tenés una manera especial de narrar. El texto se convierte en un camino por donde la palabra se desliza con total fluidez.

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  2. Que tormenta desató.la tormenta :-)😉

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