martes, 3 de enero de 2012

No eran Inalcanzables....

No Eran Inalcanzables…

Veredas desiguales, algo levantadas  por raíces de añosos paraísos, pasar con el triciclo o la bici justo por esos promontorios en la infancia era algo así como hacer turismo de riesgo….daban la vuelta manzana buscando justamente los desniveles para salir airosos pedaleando más rápido aún.
Las edades oscilaban entre los cinco y los ocho años, un grupo de nenas y nenes formados por vecinos de la cuadra y algunos nietos que pasaban las vacaciones escolares y feriados en casa de sus abuelos.
A media mañana iban “brotando”  en los zaguanes, porches, tocando timbre a los rezagados, sentarse al fresco de las sombras agitadas a comer algunas manzanas frescas, chocolates semiderretidos, helados caseros y peras jugosas y chorreantes que dejaban los dedos pegajosos y algunos pisos de los pasillos también, ya que estos últimos contaban con canillas bajas ideales para  menesteres como lavarse las manos, cargar las bombitas, sacar agua con la manguera o bañar las muñecas cuando los varones no estaban incluidos en los juegos.
Los carnavales acarreaban todo tipo de actividades, elegir los disfraces para cada uno, la ubicación en la “comparsa”, conseguir los bastidores para el estandarte y ayuda de los grandes para armarlo y que no se desarmara en los primeros metros de la agitada danza de quien lo portara, siendo el líder, el más alto y fuerte como para sostenerlo durante la hora que duraba recorrer la manzana ofreciendo baile, música (había hasta tres tambores de verdad) y algunas gracias…. que los vecinos disfrutaban y colaboraban con propinas para la fiesta final.
Había peleas que parecían irreconciliables, dimes y diretes, idas y venidas de los que intentaban “amigar” a los ofendidos….eso también era divertido, pero sólo por un rato, faltaba gente, no se podía organizar nada, ni un partido de futbol mujeres contra varones, ni el colectivo desvalijando todos los jardines de sus juegos para juntar una cantidad razonable de asientos….no era cosa de que todos viajaran parados.
También se jugaba a la mamá, los esposos estaban siempre afuera trabajando para que no molesten ni rompan las muñecas nuevas encargadas al Niño Dios.
A la siesta nadie molestaba, era sagrada de los mayores, solo después de las seis se salía otra vez para tratar de armar algo entre las piernas estiradas de las madres en sus sillones, las tías que venían de visita y las abuelas que después del baño de la tarde y oliendo a talco y agua de colonia, disfrutaban de un rato previo a la cena.
Infancia tranquila, soñada, segura….los grandes no se iban todo el día a trabajar dejando chicos encerrados, conectados a un teléfono para supervisar que no corrieran peligro, no quedaban huérfanos a edad muy temprana, victimas de infartos, acv, o accidentes en calles superpobladas de autos, 4 x4 o motos de altas cilindradas.
Parecían intocables, protegidos y seguros, a ninguno se le ocurría comentar la realidad económica del otro…. Todos eran amigos y los regalos eran disfrutados entre todos…¿sino de qué servían?.
Por supuesto que fueron creciendo, dispersando, algunos se mudaron, otros al entrar en la adolescencia ya no se encontraron, no compartían los mismos gustos ni estudios ni compañeros de deportes o salidas.
Y por supuesto no fueron Inalcanzables…. La vida les llegó a todos, con algunos fue más gentil que con otros, algunos supieron elegir con más acierto sus caminos…. para los menos, por suerte, fue muy cuesta arriba.
También hubo sorpresas, golpes repentinos de buena suerte, frutos merecidos de largos años de lucha y trabajo que fueron recompensados.
También desidia y estancamiento.
Hubo de todo….los brazos amorosos y protectores de los mayores no pudieron cobijarlos para siempre.
Pero en los momentos de mayor encrucijada, en las decisiones difíciles, en las pérdidas o pruebas límites, cada uno contó con un lugar seguro para volver con el alma, para encontrar sosiego, paz, desensillar hasta que aclare, y era esa infancia compartida, segura, tranquila y feliz, con patios perfumados, el chancleteo de las abuelas, algún piano y violín sonando como música de fondo el mejor lugar para salir adelante en la vida adulta, ofreciendo a su vez lo mejor de sí mismos a sus hijos.

Patricia Figura, enero de 2012.

Para los chicos del barrio de mis abuelos, Gustavo (hoy es su cumple), Fabi,  Marìa Alicia, Daniel, Leticia, Carina, Marcelo, Pablito y Edgardo…. Y a todos los que disfrutaron de una infancia con juegos en “la puerta” convirtiendo las casas vecinas en mundos maravillosos que sòlo ojos infantiles pueden ver.

11 comentarios:

  1. En otro barrio, la misma historia se repitio hace tiempo... Gracias Patri!

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    1. viste Susi, esas cosas que tienen los barrios ... o mejor dicho tenìan...me encantarìa que mis hijas pudieran vivir algo de eso...hoy por hoy es muy difìcil dejarlos solos, en la puerta planeando travesuras.

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  2. Yo vivía en Buenos Aires, pero cuando nacieron mis hijos volví al útero de La Pampa para que ellos tuvieran una infancia de calles de tierra y puertas abiertas. Aunque yo amo esa ciudad nunca me arrepentí de ofrecerles ese remanso a mis amores.
    Nostálgico y entrañable tu relato.

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    1. creo que tu decisión fue de una intuición invalorable. nada fàcil por cierto.

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  3. me querés hacer llorar... y lo lograste, carajo. ¡¡¿Por qué fuimos tan felices de chicos los que hoy tenemos entre 45 y 55?!!

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    1. porque aunque nos cuidaban muchìsimo, respetaban nuestras "alas" no ìbamos a desaparecer delante de sus narices, no nos iban a vender por "partes", o a encontrarnos en una zanja para robarnos las zapas nuevas....ibamos al parque y sòlo debìamos volver antes de que fuera noche, y no habìa celulares para avisar si estàbamos bien o no.

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    2. en un bonito barrio de Montevideo, tranquilo, casi sin tránsito, con una plaza con hamacas y toboganes, cancha de fútbol y etc, a dos cuadras de donde vivía, sin problemas, sin celulares, sin notebooks, ni pc, ni problemas de alergias, ni problemas por beber de la misma botella una docena de "gurises" y mucho menos por tomar agua de la canilla (cosa que ahora es impensable); comíamos el triple de lo que comen los niños ahora, pero era tanto lo que corríamos, jugábamos, nos reíamos, nos peleabamos y amigábamos nuevamente, que te aseguro, que la cuenta de las calorías diarias consumidas, no existía... indudablemente, era "otra época" (y no hace tanto tiempo), se hacían cosas que ahora son impensables en nuestros hijos adolescentes!; en definitiva, la pasé bárbaro, con algun@s aún estamos en contacto, pero la mayoría se "perdió en la nebulosa de la vida".... besos.

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  4. Hermoso Patri, la verdad me hiciste viajar al pasado con emoción, muchas cosas que mencionás ahora que soy padre las extraño para mis hijos y a veces hablando con gente de mi edad nos cuesta creer que se perdiera todo eso, las travesuras, las cagadas a pedo de la vieja Blanca te acordás?, vivia enfrente de Fabi, en las vacaciones cuando venia el sobrino nieto de Porota, hoy no me acuerdo el nombre, etc, los carnavales, la murga todo unos clásicos de aquella época, muy bueno, saludos.

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  5. claro que me acuerdo... la "vieja blanca" que tenìa viviendo con ella a un croto, con un perrito que mi abuelo le decìa "salta violeta " jajajjajajaja y el sobrino de Porota era Fernandito, hijo de Beba, amiga de la mamà de Gustavo. gracias por recordarme todo eso.

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  6. Excelente Patri. Una infancia común hasta los que andamos por los 65. Barrios de provincia. Siempre bajo la atenta vigilancia de algún mayor. Porque éramos los hijos de... Tiempos ha de aquellos días.

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    1. es cierto Norma querida, nuestro nombre tenìa significado....todos nos conocìan y cuidaban.

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