domingo, 28 de octubre de 2012

¿HASTA CUÀNDO?...


¿Hasta Cuándo?

Reclinada sobre el respaldo de su coche, disfrutaba del recorrido hacia la casa paterna.
La autopista nueva, impecable, sin animales sueltos, carros y con un tráfico tranquilo… le permitía una velocidad crucero….el CD que terminaba de comprar le hacía compañía a sus pensamientos.
¿Hasta Cuándo?
 Con esa pregunta tan simple y tan cargada de significados que no estaba preparada para analizar profundamente, la había despedido su analista en la última sesión.
No podía contestar eso, porque no sabía lo que la mantenía a su lado.
¿O lo sabía demasiado bien?.
Le gustaba su vida tal como estaba, los mejores colegios para sus hijos, estudios paralelos, deportes, vacaciones de invierno a lugares de elite, vacaciones de verano en el paraíso… literalmente.
Si bien dirigía su hogar para que todo estuviese perfecto, la ropa, los uniformes, la limpieza, el orden, las alacenas bien provistas con las dietas de cada uno, y la infaltable colección de jugos naturales bien helados… hacía mucho que materialmente no hacía ningún quehacer, y lo disfrutaba, no siempre había sido así, pero más allá de los primeros diez años de matrimonio donde ambos forjaban el bienestar familiar, la bonanza llegó y se afianzó en cada uno de sus poros.
Su aspecto cuidado y engañosamente sencillo, si bien parecía absolutamente natural, costaba una pequeña fortuna anual, pero lo valía, nadie le daría un minuto más de treinta años y ya casi rozaba los cuarenta y cinco.
Siempre atenta, sonriente, logró despojarse de sus celos paranoicos y con ellos de las peleas continuas que minaron su matrimonio en los primeros años, sabía con quien se casaba, atractivo, caballero, centro de grupo, pero también con su pequeña coraza interna… nada lo afectaba y si lo hacía no lo demostraba, vivía a su modo, era eso o nada.
La última no había sido una crisis como las anteriores.
Por el retrovisor vio una todoterreno que se acercaba a la velocidad de la luz.
Puso el guiñe y pasó al carril derecho, tenía toda la intención de llegar entera al almuerzo familiar, sus hijos estaban desde el día anterior con sus primos, él no iría.
Por supuesto su ausencia se haría notar, pero su familia había aprendido a disimular, a mirar sin ver, se limitarían a preguntarle cómo estaba y a mandarles saludos, excepto su hermana… ella buscaría el momento apropiado mientras tomaran sol o salieran a caminar, era tan poco hiriente, tan justa, jamás juzgaba…. con ella era fácil hablar.
Fue su primer amor de verdad.
Su único amor, el padre de sus hijos, su marido, su amante infiel marido.
¿Hasta cuándo? Le había preguntado el analista cuando ella en una crisis de llanto planteo su agotamiento, su falta de dignidad disfrazada de excusa en el bienestar de sus hijos.
No tenía una respuesta.
O tal vez la tenía desde siempre. Jamás se iba a divorciar. Tal vez con otro sería exactamente igual, solo que no sería el padre de sus chicos, ni le ofrecería el oro y el moro, no tendrían los amigos en común, un lugar en el álbum familiar de casi treinta años juntos.
Vio la villa miseria al costado de la autopista, estaba llegando a la ciudad… el sol reverberaba sobre las chapas e imaginarse en ese horno la hizo estremecerse… el aire acondicionado la mantenía totalmente alejada del asfalto que se derretía en ese día pleno de calor.
El no se esforzaba por ocultar el brillo de su mirada cuando una mujer merecía admiración.
Los ojos acariciaban la piel de quien fuera la portadora de su atención en el momento…se mostraba obsequioso, multiplicaba sus atenciones, contaba anécdotas mundanas que divertían a la interlocutora y por un momento, una tarde o una noche, la hacía sentir en un pedestal.
Hasta que la saboreaba.
Eso llegaba tarde o temprano.
Para sus encantos no existía el “no” si estaba dispuesto  a conseguir la presa.
La victima elegida, llegaba a convencerse de que el mundo de él giraba en torno a ella, que jamás había experimentado algo así… aunque se cuidara muy bien de expresarlo con palabras y nunca pero nunca ninguna pudiera afirmar que él les había prometido algo, sus actitudes las convencían de ser una debilidad para el galante seductor que las tenía bajo la mira.
Ella conocía demasiado bien los “síntomas”…estaba inquieto, verborràgico, “pesado” le decían los chicos, sexualmente más activo, no era cuestión de reservarse para la ninfa en espera, las ganas iban en continuo recambio a medida que su cabeza explotaba esperando el momento final.
Eso podía llevarle una semana, o poco más.
Cuando todo había pasado, cinco minutos después de que su marido se retirara del cuerpo elegido, instantáneamente el interés caía con la misma velocidad con que se había gestado.
Ella podía experimentarlo en el momento en que llegaba a casa más tranquilo, reposado, la abrazaba fuerte, le decía que estaba linda, ¿había cambiado el corte de cabello? ¿ el perfume?... volvía a verla, era otra vez ella, su amor, su cotidiana elección a través de los años.
Ella sabía que él nunca se permitiría enamorarse de otra.
Huiría de eso siempre, ella significaba hogar, familia, hijos bajo el mismo techo, las finanzas a buen resguardo, un estilo de vida que no se derrumbaría.
Casi desde el principio había sido así.
No iba a cambiar a menos que ella pusiera distancia.
Tomó la salida que la llevaría a la avenida de sus padres, el barullo de su familia siempre la reconfortaba, sus sobrinos zambulléndose en la pile, su padre en el asador, la madre con las ensaladas…. El canto de los pájaros en el viejo paraíso del fondo.
El celular sonó, le había entrado un mensaje que leyó en el semáforo “Linda, llegaste bien?”, siempre atento y protector…¿en brazos de quién estaría? ¿o había aprovechado mientras la diosa de turno se daba una ducha?, vio nublado por las lágrimas, el conocido nudo en la garganta amenazaba con derrumbar su tan cuidada vida.
Dio la vuelta a la esquina y estacionó frente al viejo y querido hogar, después le contestaría, tenía práctica en reponerse rápido y poner rostro de retrato feliz…cerca de la otra esquina, en la sombra un coche muy parecido al de su esposo estaba estacionado, no alcanzaba a ver bien, pero lo distinguió al instante.
Y el corazón volvió a latirle fuerte.
Bajó con su andar elástico y su sonrisa pronta, con el celu en la mano junto a su oreja, la estaba llamando.
Con una sonrisa atendió.
_Sorpresa! _ le dijo él mientras caminaba a su encuentro_ al final la reunión se postergó hasta el próximo sábado …vamos a volver en autos separados pero …acá estoy _ estaban muy cerca, cortaron, se encontraron una vez más uno en brazos del otro, ella se fundió y respiró hondo contra su pecho y él la apretó muy fuerte, se aferró a su lealtad, a su paciencia, a su amor…. una escaramuza, apenas una batalla ganada a sus más bajos instintos, una miga de pan.
¿Hasta cuándo? La voz del analista resonaba en la cabeza de ella mientras caminaban hacia la casa de sus padres de la mano.
“No lo sè….mientras siga habiendo golpes bajos no voy a poder alejarme…es mi cruz…pero no me la mandó Dios… la elijo día a día, mes tras mes, año tras año y así creo que va a ser hasta el último día de mi vida….de alguna manera me prostituyo con mi propio marido….”
Los chicos los abrazaron felices, enseguida la conversación se hizo de locos, todos hablando a la vez, sirviendo las bebidas, poniéndose cómodos, fueron a cambiarse por ropa de baño, un par de zambullidas antes de comer para aplacar el calor del viejo patio familiar, mientras los de la casa ponían la mesa bajo el frondoso árbol y el viento suave los envolvía una vez más en la “instantánea familiar”.

Patricia Figura, octubre de 2012.

2 comentarios:

  1. Sencillamente..... GENIAL primix !!!!
    Las elecciones en la vida son muy dificiles... quien dice que es la apropiada, o no.
    TE QUIEROOOOOOOOOO mi pequeña Poldy Bird !!!!!

    ResponderEliminar
  2. gracias amor!!! como te dije en el face, hay finales anunciados... pero nunca se sabe....amo a Poldy Bird y aunque parezca extraño, me sigue punzando el dolor de haber perdido a su ùnica hija, Verònica.

    ResponderEliminar