sábado, 7 de abril de 2012

A MI ABUELO...

A MI ABUELO.

Caminaba lento y despertaba mi impaciencia.
Era la fortaleza de mi niñez, la seguridad de que cualquier mal retrocedería ante su sola presencia.
Ese amor obsesivo e incondicional en los últimos años llegó a asfixiarme y fastidiarme  de una forma en que rayaba en la opresión.
Sus ojos atentos, penetrantes, fijos en mí, no me perdían de vista ni aún cuando miraba una serie o película.
Si había un baile adolescente era como un árbol más en las sombras escrutando todo, era tal su afán de que nada me dañe, me lastime.
Cada momento felíz de mi infancia invariablemente lo tenía cerca, cada diá al salir del colegio estaba su carita llena de amor regocijándose con el almuerzo familiar que nos esperaba, con la charla en el trayecto en auto el que a veces me dejaba conducir sentada sobre su falda.
Los momentos mágicos de los viernes a la noche en esa cocina que se me antojaba tan amplia e iluminada donde a veces se convertía en  una pileta, otras una sala de ballet, otras una oficina, una pista para mi triciclo...después ya no soportaba entrar, el olor, el encierro, la oscuridad, la presencia invisible de algún roedor... nada de lo que me era grato y familiar, nada de lo que era mi vida allí.
¿Cómo hacerle entender mis sentimientos sin herirlo? ¿cómo controlar mi ira ante sus demandas?
El desencanto en mi voz cuando escuchaba  la suya en el teléfono y yo esperaba que fuera otra persona con la que pudiera robar momentos de alegría a mi vida que se estaba despedazando y escurriendo sin que supiera como contenerla.
No  podía amigarme con su vejez, no quería verme reflejada en sus ojos húmedos, no podía aceptar el lógico deterioro de su cuerpo cansado.
El era mi héroe, mi fuerza, mi marca y mi sello, mi bunker y mi sol.
Era mi abuelo, el que sigo buscando, el que sueño, el que se llevó al cielo pedacitos de lo mejor y lo peor de mí.
El que me enseñó a no claudicar, a que amasar tallarines o preparar un asadito en la parrigás , era motivo de festejo.
El que me llevaba al corso...
A tomar un cortado los domingos a la mañana a Vera Cruz...
A los desfiles de las fechas patrias....
A decir macanudo, aunque el mundo se viniera encima..
A sostener el amor incondicional hasta su muerte por la amada...aunque ya no fuera como en el ayer.
Abuelito Pascual es un poco tarde... hasta el cielo lleguen mis pensamientos.
No hubiese sido niñez sin vos...
Te quiero mucho,  chau...hasta mis sueños donde te vuelvo a encontrar, hasta cuando Dios lo disponga...
Tu Patricita, Patrilongo,  tu nieta.

Patricia, Junio de 2005.

6 comentarios:

  1. Patricia es emocionante tu recuerdo y no deja de ser compartido el sentimiento. Hermoso. Besos

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    1. si Manzy, es asì, pero no sabès como lamento mi cobardìa y egoìsmo, al no poder enfrentarme y acompañarlos en su deterioro....estaba destrozada.

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  2. Totalmente enternecedor. Qué bellos recuerdos.

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  3. gracias olga querida... què cosa son nuestros techos afectivos. NO?

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  4. Envidiable, haber tenido todas esas vivencias en la infancia y esos recuerdos....sin palabras....

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    1. no me alcanzarìa el blog entero, ni la vida, para enumerar todo lo que nos dimos con mis abuelos durante mi infancia y adolescencia.... desde los primeros pasos tomada de sus manos hasta conocer el himno a sarmiento mientras ibamos cantando en el auto.

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