martes, 25 de octubre de 2011

EN FAMILIA....


 EN FAMILIA.
Con la vista recorrió el resultado final.
Lo que fuera el garaje de la casa cuando la alquilara, varios años atrás,  se convirtió en su lugar de trabajo.
Podía con solo abrir una puerta, estar cerca del crecimiento de sus hijos, compartir un mate, vigilar la comida para que al llegar del cole siempre encontraran la mesa con algo para compartir.
Había días en que el cansancio se concentraba en sus cervicales, otros en que las piernas se negaban a sostenerla…pero no era de quejarse, siempre estaba pronta para las bromas, las risas, hablar con ellos casi en susurro mientras pasaba la tintura a una clienta o lavaba la cabeza de otra.
Ellos veían el trabajo, ayudaban, se rebelaban, crecían, maduraban, se enojaban, consolaban y también como todo hijo que se sabe protegido… demandaban.
Con el pie corrió apenas unos centímetros la maceta nueva,  en sólo dos días y con el esfuerzo de su familia, cambiaron la cara al lugar, paredes en contraste, plantas, los cromados relucían y los tonos oscuros de los elementos de trabajo destacaban contra los grandes espejos que agrandaban el espacio haciéndolo ver más amplio y cómodo.
En silencio y antes de darse un baño se permitió un rato a solas, …los chicos estaban afuera, disfrutando el fresco de la tarde con los abuelos, siempre presente, acompañando, abrazándolos pero sin invadir.
La familia se agrandó en los últimos años, después de tanto tiempo solos, cada uno contaba con un par, gente buena, sencilla como ellos, contagiados por su trabajo de hormiga, constante, lento a veces…. Pero que al mirar hacia atrás demostraba el camino recorrido.
Demasiado joven quedó sola, con dos chicos por formar, alimentar, dar abrigo y un techo, también quedó sin trabajo…jamás quedaría sin coraje.
Comenzó cortando el cabello, dedicándose a aprender, haciendo de su lugar de trabajo un lugar para la familia y los amigos…a veces la puerta no se abría, días de angustia que a nadie demostraba, cuentas por pagar, regalos que postergar, listas de pendientes, pero de la noche a la mañana la cosa cambiaba y los brazos se movían seguros y el ceño se fruncía concentrado.
De a poco su hija se fue sumando, un poco por ayudar, otro buscando su propio rumbo, así de ser una mamá en un garaje, con todo el peso sobre sus hombros, pasó a ser una compañera laboral.
En el nuevo salón, se maquillaba para fiestas, se hacían las manos, algo de depilación y también horas de psicoanálisis para las recién divorciadas, la que nunca enganchaba nada, la que los martes contaba la dieta que comenzaba el lunes y que para el brushing del viernes ya habría abandonado seguro.

El hijo de un momento para el otro se hizo un hombre, espaldas anchas, rostro serio, profesional y compañero para ofrecer ese mate cuando la madre no tenía respiro.
Con una sonrisa miró la foto de los dos que le sonreían desde un lugar de veraneo, no hubo muchas oportunidades de viajes en familia, pero si ella se iba en pareja, ellos no eran egoístas, descansaban con su descanso, y ese tiempo era compartido con amigos, fiestas, dormir hasta tarde, no ordenar hasta horas antes de su regreso.
Suspiró satisfecha como un gato, estiró su cintura hacia un lado y el otro, recogió un papel de caramelo  y acomodó el platito con bombones listos para las clientas de la próxima semana.
Escuchó que la llamaban desde la puerta, los bizcochos iban a desaparecer sin que los probase, echó a la perra, no quería marcas de pisadas, del patio de atrás soplaba una brisa a azahares….
Lo bueno de haber comenzado su maternidad e independencia tan joven  era que tenía miles de años más para disfrutarlos por delante….compartían la ropa con su hija, películas y charlas con el varón…eran sólidos y habían demostrado que en familia todo se puede, sin duda esa era su mejor empresa, su orgullo, su familia y seguramente muy pronto  y así paso a paso llegaría también el “techo propio”.

Patricia Figura, octubre de 2011

Para esas mamás que más de una vez han pasado una noche “gastando” el cielorraso, tratando de equivocarse lo menos posible y de cubrir con amor y compañerismo las necesidades de sus hijos.

4 comentarios:

  1. Trajiste a mí el recuerdo de mamá. Era la peluquera del barrio. Y con ese trabajo pudo estar siempre a nuestro lado aportando oxígeno a las finanzas familiares. Gracias por la emoción, Norma

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  2. no sabès lo bien que me hace tu comentario Normis...es tan dulce volver por un rato a momentos agradecidos del ayer...

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  3. Esta vez no puedo hacer chistes. Hay demasiados cielorrasos en mi vida. Besos.

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    Respuestas
    1. tal cual Olguis, creo que toda mamà los tenemos, solas o acompañadas, nada es seguro, no tenemos hipoteca ni pagarès sobre la salud, la alegrìa o el bienestar econòmico para brindar a nuestros hijos... solo en el amor, equivocado o no, pero incondicional.

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