viernes, 21 de enero de 2011

NO ES TRAICIÒN.

NO ES TRAICIÒN.
En la ciudad hacía un calor infernal, el asfalto parecía derretirse y los edificios temblaban bajo un sol encandilante.
Nadie en su sano juicio saldría a esa hora de la siesta  a la calle.
Ella sí.
El también.
Si bien el auto tenía aire,  no alcanzaba a enfriar en la corta distancia a recorrer, apenas unas pocas manzanas de la casa de ambos… en realidad la casa de  su padre, un departamento en un quinto piso, con ascensores antiguos que funcionaban cuando se les daba la gana.
Se encontraban en una esquina poco concurrida, ella subía rápido al vehículo y recién se tomaban de las manos cuando estaban por llegar a su refugio… una pieza de pensión  aún más calurosa que el lugar donde vivían.
La urgencia los mantenía deseosos y torpes al ir por el pasillo del oscuro lugar hasta llegar a la habitación de techos altos, donde el ventilador apenas si removía el aire, la celosía de hendijas, como las de las casas de  los abuelos dejaba entrever rectangulitos de claridad en toda la penumbra que mantenían para amarse en secreto.
Se besaban mucho, muchísimo, ella necesitaba hundir sus uñas en la carne firme y fuerte de él, recorría los músculos de sus brazos jóvenes y deportistas, buscaba el perfume de su cuello, y se pegaba a su cuerpo como si jamás fuera a encontrar reposo o sosiego.
Él tan ávido como ella cuando sentía su carne arder, sujetaba sus muñecas para frenar ese instinto de aferrarse como si fuera la última vez, como si después de ese encuentro todo quedara al descubierto para no volver a encontrarse a solas y  disfrutarse durante horas arrugando las suaves sábanas de algodón.
Cuando la paz los inundaba y la sed los agobiaba, él buscaba la jarra de agua helada que era una de las pocas cosas que tenía la pequeña heladerita, algo de fruta y helado que uno de los dos llevaba.
Conversaban, se reían, planeaban el nuevo encuentro, se tocaban despacio, con la yema de los dedos, se besaban más lentamente, se sabían de memoria… pero jamás se cansaban uno del otro…, como con desgano dos horas después se preparaban para la partida, una ducha rápida, cargar la jarra con agua, chequear qué cosas debían comprar para la próxima visita….y la nostalgia de que cerraban la puerta de su mundo prohibido.
Ella acudía a su trabajo, una tienda de ropa mayorista a la cual hacían tours de compras los del interior, no cerraba al mediodía pero hacía años que ella trabajaba a la mañana temprano y a la tarde hasta cerrar… era la esposa del jefe… el padre de su amor…. su dueño.
A los diecisiete años salió de su pobre ciudad en el norte del país con muy poco dinero, menos ropa de la que se necesitaba en un invierno crudo y con la esperanza de que si atravesaba las pruebas que el destino le marcaba iba a poder comer todos los días y dormir en una cama que no fuera compartida por  tres o cuatro hermanos más.
Lo conoció en un bar donde entró a comprarse un bocado que engulló más que saboreó, le preguntó al encargado del lugar por un sitio barato en el que pudiera pasar la noche y donde podía buscar trabajo..
El hombre ni lerdo ni perezoso le ofreció el catre que tenía en el depósito de mercaderías, desayuno, almuerzo y cena a cambio de que atendiera las mesas en los horarios picos que era cuando los viajantes hacían un alto para comer algo  y descansar, y la limpieza del lugar al final del día.
Acostumbrada a la casi miseria de su hogar, le pareció un arreglo más que satisfactorio y agradeció su buena suerte.
Todos los mediodías un hombre muchos años mayor que ella acostumbraba a pedir un plato de pastas con una jarrita de tinto de la casa, era limpio, educado y muy amable cuando ella comenzó a atenderlo diariamente.
Le contó que tenía varios negocios de prendas cerca de ahí y que vivía solo, era divorciado desde hacía muchos años y tenía dos hijos que eran estudiosos y “buenos pibes”.
Una de esas veces le entregó una bolsa plástica, grande con un “espero que sea tu talle”… era delgada, armoniosa, de piel cetrina, cabello largo y brillante… sus dientes blancos e inusualmente parejos  asomaron en una sonrisa de incredulidad.
Jamás había recibido un regalo y menos prendas nuevas, que no habían pertenecido a nadie antes, con movimientos lentos sacó una campera abrigada, suave como si acariciara la mejilla de un bebé, era de un azul intenso… como los cielos de verano de su hogar, también había un pullover de tonos alegres y corte moderno, un par de jeans y dos remeras de mangas largas con la cara de una artista a la cual no le conocía el nombre.
No daba crédito a sus ojos…él se divirtió de su expresión de arrobamiento… era adorable y agradecida…más adelante le regaló un par de zapatos de salir, botas altas “como las de las modelos”, y zapatillas para sus pies cansados de trajinar….bien alimentada y sintiéndose más segura de su aspecto el cambio era notable… no era un gorrioncito pardo, deslucido, era una chica preciosa y con una sonrisa cautivante.
Un sábado la invitó a pasear, después de terminar su jornada, fueron a un parque de diversiones que se le antojó lo máximo que podía existir en placeres terrenales… la llevó a un restaurante de verdad… donde la sirvieron A ELLA  y tomaron helado de chocolate de postre.
La invitó a conocer su casa y a ella le pareció natural, no se ofendió ni lo tomó como un pago a las atenciones recibidas,  recorrió el lugar con ojos interesados en cada detalle, el televisor, gigantesco, el equipo de música que sonaba con los lentos de la época… cuadros en las paredes bien pintadas… la cama gigante con inmensos veladores sobre cada mesita de luz.
La tomó con naturalidad y ella que no había estado nunca con nadie lo dejó hacer, sin resistirse pero tampoco sin disfrutar…volvió a su trabajo y habló con su empleador… se ofreció a quedarse hasta el final del mes … hacía casi un año que trabajaba y le debía esa atención.
Le pareció bien mudarse con este hombre mayor que la trataba con ternura, trabajaba con él y recibía un sueldo, se dedicó a aprender el manejo de las tiendas, de los proveedores, a detectar ladrones ocasionales, a  vigilar que nadie cargara sus bolsos de compras con mercadería que no estaba paga.
Cuatro años después, en la vuelta de uno de los viajes de él a l interior a visitar a sus hijos, llega con la noticia de que el mayor habiendo terminado sus estudios quería probar en la capital un trabajo que le ofrecieran en una multinacional… iba a vivir con ellos hasta que se acomodara por su cuenta.
Se vieron  y a ninguno de los dos les salió una sola palabra… los ojos claros y divertidos de él, se clavaron en los dulces de ella…ninguno articuló  una frase… el padre los presentó, ambos sabían de sus existencias pero jamás se habían visto.
Luego de pasar por todas las etapas de evitarse, tratarse siempre en presencia de alguien más, evitar coincidir en el departamento a solas… lo inevitable llegó y ninguno de los dos pudo contra eso, cayeron  uno en brazos del otro y toda la pasión reprimida… la que existía sólo en las películas o novelas de amor los  golpeó dejándolos atontados y deseosos… eran cobardes, no querían lastimar al padre, que si bien no la amaba, confiaba en ella, empezaron a encontrarse en el dormitorio de él, a media noche cuando el hombre dormía desmayado por sus infaltables pastillas nocturnas, pasaban horas haciendo el amor, se buscaban con desesperación, con ganas, ella no podía frenar su deseo de tenerlo cerca… alquilaron una habitación en una casa de pensión, les costaba mantener la distancia frente al padre, ella buscaba excusas para que su benefactor no la tocase… no soportaba que sus manos la desvistieran, le sacaran su ropa interior… apretaba los labios y contenía las lágrimas en la oscuridad.
“No es traición” se decían… es amor, es para no hacerlo sufrir… el viejo no se lo merece…”, “Claro que me joroba que te toque… que se acueste y con derecho… pero… te conocí así…el intruso soy yo no él” “Pero tenemos que hablar… buscar otro trabajo e irme a la piecita…sería nuestro lugar… va a entender… con el tiempo va a entender”
“No le puedo hacer eso, es mi viejo… aguanta un poco más… ya lo vamos a arreglar” y dando una palmada en las nalgas jóvenes de ella se levantaba a duchar para partir a su trabajo…había una compañera nueva, ingeniera como él, altiva, bilingüe… la había sorprendido observándolo de reojo…interesante…. Muy interesante.
La situación le estaba pesando…. Sus ardores más calmados, veía  todo bajo una óptica diferente… estaban a tiempo de dejar las cosas como habían sido o como DEBÌAN haber sido en un principio…. Se alquilaría él un mono ambiente cerca de la multi, para poder invitar a quien quisiera, ahorrar un poco, viajar, era joven, tenía un buen futuro por delante… así como estaban las cosas… iba a terminar encadenando a una relación que desde el comienzo tuvo punto final.

Patricia, enero de 2011

7 comentarios:

  1. Muy buena narración. Verdaderamente. Excepto la revisión de esta frase: sin resistirse pero tampoco sin disfrutar… Por lo demás impecable. Cariños, Norma

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  2. quiero aprender de tu correcciòn, te referìs a que està de màs, mal expresada o que no refleja a la chica si el cuento fuese verdad?

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  3. Pensar que estas cosas suceden , la chica del interior que viene a buscar su futuro , a la que todo le parece un sueño que se le vá cumpliendo ...vá progresando , pero no se dá cuenta que sigue sola ..la pasión llega y se entrega sin pensar ..y el final , triste ..pero tan cierto!
    Tus cuentos siguen asombrandome ,tus descripciones cada vez mas esmerdas , realmente un gusto leerte Patricia
    besos
    ani

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  4. la verdad Ani... estamos rodeadas de historias... esta te aseguro que no està basada en nadie que conozca.

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  5. No interesa si la historia creada por un escriba es real o no, si ha sido basada o no en otra historia. Lo importante es que se cumpla como en este caso, que la historia sea creíble y nos guste. Los escribas somos profesionales de la mentira y la farsa y si logramos engañar a nuestro lector, podemos gritar triunfantes ¡lo hemos logrado! - ¡Adelante Patricia! ¡ lo lograste!

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  6. jajajaj anònimo, me encantò tu comentario. muchas gracias.

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  7. Como siempre bien contado, pero en este caso nos asomamos a un abismo de lamentos y de arrogancia machista, padre e hijo en lo mismo, aprovechando la inocencia y la pobreza tanto material como espiritual de una muchacha sin educacion. Que no estara mal que herede despues de todo, o no?
    bueno Patty, me gusta

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