INACEPTABLE.
Entró envuelta en un toallòn grueso, gigante, traído
de “souvenir” de un par de días de spa en la provincia vecina
“No
solo no me sube agua al tanque sino que me salta la térmica” se dijo riéndose sola mientras volvía al baño a terminar su ducha con el
calefoncito que apenas alcanzaba para
enjabonarse y enjuagarse a toda velocidad.
Los días fríos en que debía dejar la resistencia
calentar un poco más de lo habitual, solía terminar su ducha en el patio donde
se encontraba la llave general.
Con
suerte lograba terminar el baño sin congelarse.
Delante del calefactor, se permitió un momento
envuelta, acurrucada en la gran cama matrimonial, oficialmente toda para ella,
usualmente compartida por cuanto veinteañero estuviera dispuesto a hacerla
sentir una Diosa sin edad.
Estaba cómoda, calentita, se soltó el cabello
cuidadosamente envuelto en la gorra de baño para que no se salpicara el
impecable brushing realizado con toda pericia antes de irse a bañar.
Se
puso un holgado pijama de “estar adentro” y se dispuso a empollar unas horas
antes de que llegara el momento de prepararse para ir a desmenuzar la noche….y
a elegir al acompañante de turno.
Buscó en la tele algo para ver…. Nada, los sábados
por la noche nunca había nada.
Tomó el celu y después de contestar algunos msj de último
momento, donde se ponía de acuerdo con el grupo de chicas para la salida, entró
al face.
Vio
que una de sus primas había compartido una foto de ellas sacada una víspera de
navidad hacía muchos años atrás.
Una sonrisa se dibujó en su cara simpática,
recordaba aquella fiesta, cuando muchos de sus afectos mayores estaban todavía vivos,
los hijos eran chiquitos, usaban pañales, el que fuera su marido se veía en el
fondo conversando con su suegro, el mantel típicamente navideño estaba cubierto
de cáscaras de nueces y copas de sidras a medio llenar.
Centró
la atención en su propia imagen, aún después de tantos cambios y tanto dinero
invertido en su aspecto….se sentía tal cual estaba retratada….su lucha constante por combatir su tosca apariencia
original aún no había logrado desdibujar la imagen de su mente…. Al cerrar los
ojos e intentar verse, era la joven de la foto la que se presentaba en su
mente.
Hizo
una mueca.
Y un click sobre la foto, pero ya no en su celular,
sino en la note, quería verse bien, pantalla completa.
Por suerte no la había etiquetado….nadie reconocería
a esa veinteañera de pantalones anchos y remera suelta, de cabellos cortos y
oscuros y uñas comidas casi hasta la cutícula.
Jamás
la asociarían con ella….al menos nadie que valiera la pena….nadie que formara
parte de su “grupo”, mucho menos esos amores de turno que milagrosamente
duraban más de una decena de noches.
Le envió un mensaje privado a su prima, “me
etiquetàs y te bloqueo”….pero claro, ya la conocía, no se le ocurriría hacerlo.
Conocía su sacrificio por mantenerse en cincuenta y
dos kilos midiendo escaso metro sesenta, su rutina de abdominales, caminata,
aparatos, baile y yoga…. Le llevaba todo el tiempo, todo el dinero, toda su atención… era una carrera contra el tiempo que
estaba ampliamente recompensada cuando podía elegir con un solo dedo al
semental que le hacía hervir la sangre.
Su larguísimo cabello, lacio, brillante, cobrizo era
una obra de arte que no tocaba ningún champú de góndola, solo lo lavaba en el
centro de belleza al que acudía desde hacía años.
El make up era todo un tema aparte y lograba
resaltar los ojos que oscilaban entre los verdes y los grises de acuerdo a su
estado anímico…pero lo mejor era la boca….cuidadosamente dibujada, carnosa,
plena.
La mente se le fue para su infancia, cuando su madre
le arreglaba vestidos heredados de parientes y amigos, cuando el Papá Noel
nunca llegó a traer ni los patines, la bici o la muñeca que caminaba…cuando abría
la puerta del dormitorio de sus padres y solo encontraba a su madre llorando,
su padre volvía tarde, muy tarde….hasta que no volvió más.
Se
casó como todas las de la época, tuvo hijos, dos, limpió, ordenó, cocinó y lloró
también, mucho, muchísimo, hasta que no aguantó más…sacó el poco
dinero que quedaba en la casa, juntó lo justo y necesario de su ropa impersonal
y deslucida, hizo dormir a los chicos temprano, su marido tenía el turno noche,
volvería al despuntar la mañana, pero ella estaría lejos, lo suficiente como
para que no supiera donde buscarla.
No
tuvo ayuda, no compartió con nadie su plan, fue casi un arrebato, odiaba ser
esposa y madre, no era para ella, le despertaba enojo, ira, odio…puso
distancia, mucha…extrañó
a sus hijos durante los primeros meses, pero el solo hecho de pensar en volver
la entumecía, trabajó de moza, de cajera, alquiló piezas deprimentes en
pensiones oscuras con baños compartidos, pero era joven y fuerte y por fin
estaba sola.
El golpe de suerte llegó cuando tres años después consigue
entrar a trabajar en un pub, estaba en su elemento, el dueño le permitía
utilizar las dos últimas habitaciones, separadas del local por un patio grande
y descuidado, las adecentó, le fue agregando detalles propios, una cocina
diminuta y un baño de muñecas, pero no le importaba, no pagaba alquiler y comía
todo lo que quedaba de la cocina del negocio.
Trece
años después seguía en esa diminuta cueva, su escondite, su lugar seguro, todo
lo que ganaba lo gastaba en su propia apariencia, la original era inaceptable….aunque
una y otra vez se despertara sudada y creyéndose aún esa madre y esposa casi
adolescente atrapada en una vida que detestaba.
Las redes sociales la acercaron solo a quienes tuvo interés
de reencontrar.
Esta prima era una de esas escasas personas a las
que intentó ubicar, por ella supo que después del revuelo y escándalo inicial,
las cosas comenzaron a encaminarse, su marido ( jamàs se divorciò) se juntó con
otra mujer, que crió los hijos de ella y tuvo un par más, eran buenos chicos,
estudiosos, trabajadores, la llamaban mamá, tenían un hogar sólido, ya no vivían
en la casita que ella conociera, habían progresado, estaban cómodos…tal vez
hasta les había hecho un favor.
Buscó
a sus compañeros de colegio.
Quería
que la vieran tal como era ahora…una escultura….fría, incapaz de renunciar a su
libertad, a su pseudo comodidad, a su sexualidad casi irrefrenable donde cada
cuerpo joven era un nuevo desafío.
Nunca la dejaban, siempre era ella la que ponía el
punto final.
Jamás aceptó acostarse por dinero, ni claudicar su
libre albedrío por nadie, cuando no tenía una moneda, buscaba horas extras
dando clases de maquillaje o hacía manicurìa…solo las navidades la ponían mal,
hasta que después de la segunda botella de champange todo le daba lo mismo…se dormía
con los primeros rayos solares, por lo general con los ojos hinchados y
abrazada a su almohada.
No puso “me gusta” en la foto, no quería que la
asocien a esa imagen, ella ya no era ella…se
había inventado y había dedicado arduos años a verse distinta, cada vez
costaba más, la balanza era su peor enemiga, el alcohol también hacía lo suyo.
Cerró la compu, le
comenzaba a doler la cabeza, a la única persona del ayer que le hubiese gustado
volver a ver y a abrazar muy fuerte era a su papá…pero …lo que se hereda…
tampoco había rastros de él, no sabía si estaba vivo o muerto.
Se puso de costado, se hizo un ovillo chiquito… intentaría
dormir un par de horas antes de salir….no pensaba ponerse a llorar…. Se le hincharían
los párpados, le delatarían los años, no podría ponerse los lentes de contacto….se
estiró hasta la mesita de luz, buscó una de esas pastillitas mágicas que la
ayudaban a relajarse y descansar cuando su cabeza hacía de las suyas…cerró los
ojos, intentó pensar en el verano, el sol, las playas, salidas con sus amigas
hasta altas horas….en fin, en la vida que tanto había perseguido y que ahora podía
¿disfrutar?.
Patricia Figura, febrero de 2014
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