Amistades…¿Peligrosas?
No
podía contener la sonrisa que se dibujaba en su rostro.
Era más fuerte que ella.
Involuntaria.
Recorría el departamento ordenando como cada mañana
de sábado, cambiando las sábanas de la cama grande, poniendo la carga de ropa diaria,
mientras iba de un lado a otro con el mate en la mano.
Su marido había salido a trabajar como siempre,
hasta entrada la siesta, su único hijo amanecía de los abuelos paternos, como
era habitual en las mañanas de feriado, eso no solo le daba un respiro, sino
que valoraba la experiencia que significaba tener abuelos presentes, dedicados
a mimar y malcriar una vez a la semana.
Si bien la noche anterior se había quedado levantada
hasta tarde acomodando los restos de la cena compartida, todavía quedaban
vestigios…. Sobre todo en su mente, en
su corazón.
Se habían reunido a cenar con una pareja bastante
despareja.
O
tal vez no lo fueran tanto.
Lo
que sí era seguro es que de convencionales no tenían nada, aunque ambos venían de
familias muy tradicionales.
Divorciados los dos, hacía casi medio año que salían
juntos.
Ella tenía cuatro hijos de su primer matrimonio.
Él también.
En realidad no hacia mucho que los conocía, él tenía
temas laborales con su marido desde poco más de un año atrás y desde la primera vez que llegó a su casa
invitado por su esposo, algo hizo “click” en ella.
No llegaba a discernir qué era lo que le provocaba.
Tampoco estaba segura de dónde provenía su alegría cada
vez que por algún motivo se veían.
Ella
era macanuda, pero era incomprensible como teniendo cuatro hijos tenía tiempo
para estar siempre con un brushing impecable, las uñas de manicure, físico de
gym, bronceada de enero a enero y quejarse permanentemente de NO TENER UNA SOLA
MONEDA…. “Yo alguna vez tuve todo lo que vos tenès ahora, la seguridad, el
marido que sostiene la casa, niñera, la chica que limpiaba….pero el divorcio te
da vuelta todo”.
¿Cómo
hacia para seguirle el tren a él que salía de jueves a domingo?.
Tanto
su marido como estos amigos eran varios años mayores que ella.
Cada vez que se reunían sentía que había cosas que
se abrían en su mente, algunas para bien, otras no tanto, agradecía su burbuja
cuando los escuchaba hablar de las carnicerías en tribunales, o veía la mirada
triste de ella cuando él livianamente se mostraba interesado en alguien más….en
la dueña de casa por ejemplo.
_Vos
crees en la amistad entre el hombre y la mujer?_ le había preguntado él mirándola
muy fijo, la noche anterior, estaban sentados frente a frente en los
laterales de la mesa y los otros, su marido y la novia de él en las puntas.
Ella que siempre bajo su aspecto muy naif, inocente,
tenía una mente que era puro debate, se preparó para iniciar una buena
contienda verbal, donde el machismo de su marido y las frases ambiguas del
visitante podrían acelerar un poco su pulso largamente anestesiado.
Se había casado cinco años atrás, con su novio de la
época de secundaria, amigo de la hermana de un amigo.
No había duda de que se querían y mucho, pero algo
faltaba, algo que era difícil de discernir en su permanente nebulosa afectiva,
se había hecho a la manera de él, no tenía otras experiencias para saber cómo sería
ella en otra relación, los otros referentes eran ajenos.
Vivía en un círculo cerrado, casi pacato, donde no
se hablaba de sexo con las amigas, menos con la familia, todo eso se “minimizaba”
o se aligeraba por medio de chistes.
Ella
sentía que se “estaba perdiendo algo”, su pulso no se aceleraba cuando hacía el amor con
su marido, nunca había sentido impaciencia por estar sexualmente con él,
tampoco tenía idea de si con otro sería igual o completamente diferente.
Apuntó
al amor y eso tuvo, junto con seguridad protección y cuidado.
A su esposo parecía no importarle demasiado, las
mujeres son así, repetía siempre que ella intentaba sacar el tema después de
ver una película melosa donde los protagonistas echaban chispas, la vida real
no es como en la tele.
Pensaba
que estaba “estafada” pero en la diaria, en lo cotidiano, la vida continuaba, la casa marchaba, los fines de semana con la
familia de ambos se compartía la parrilla, en las vacaciones conocían playas
diferentes, sus amigas estaban cada una en su matrimonio, criando hijos,
trabajando, progresando, aparentemente, tenían todos la vida que “correspondía”.
¿Y
entonces por qué sentía que no veía bien? ¿Qué tenía ganas de llorar a pesar de
NO TENER NINGÙN PROBLEMA?
Cuando su esposo invitó por primera vez a este
conflictuado, divertido, inteligente y atractivo amigo….ella sintió que la estaban VIENDO, realmente, como a una adulta y no
como a la novia adolescente que hay que mantener en la vitrina.
Él respetaba muchísimo
su opinión, se enredaban en debates con temas que nunca se tocaban en las
reuniones usuales entre matrimonios a los que estaba acostumbrada, los invitó a ir a bailar a uno de esos
pub donde la trampa, el pecado, la seducción estaban a la orden del día, de la
noche en realidad.
Habían ido los cuatro, pero su nuevo ¿amigo? se dedicó
casi exclusivamente a ella, incluso en una parodia de los ochenta bailaron un
par de lentos que a ella le provocó un nudo en el estómago.
Se dio cuenta que incitaba a reunirse, siempre podía
contar con que gran parte de la niebla que envolvía su mente y a la que su
esposo restaba permanente importancia, se iba apartando, era como ir sacando
telarañas de su interior.
La última cena, fue la de la noche anterior. Y esa
pregunta tan simple y a la vez tan amplia estaba dirigida a todos, pero
especialmente a ella.
¿Crees en la amistad entre el hombre y la mujer?.
Si, contestó ella sin dudarlo “claro que si, me parecería
salvaje lo contrario”
_Salvaje? Que curioso que lo definas así_ le contestó
sin sacarle los ojos de encima.
_No existe!!!! Es una estupidez eso…. Siempre termina
pasando algo, el tipo siempre va a querer acostarse con la mina tarde o temprano_
el pensamiento tan aggiornado provenía de su propio esposo.
_Vos
te querès acostar con nuestras amigas?_ le preguntó tranquilamente, con una sonrisa mitad
burla y mitad cansada.
_Eso es distinto!!!! Somos TODOS amigos, nos
reunimos TODOS juntos, conversamos entre TODOS….es grupal, no nos encontramos
solos_ el amigo en común le dedicó una sonrisa que era una mueca, a menudo le gustaba jugar con la mente
cerrada del esposo, porque era cuando ella más aguda se volvía, cuando le
brotaba su esencia.
_Es decir que si alguna vez vas a conversar de algo
y alguno de los esposos no está, el solo hecho de compartir un momento de a dos
los puede llevar a sentir deseo el uno por el otro?_ su gesto era de calmo
asombro mientras se levantaba a buscar el helado y lo servía en las compoteras
de porcelana antigua.
_Y…no sé, eso es muy específico, pero la ocasión hace
al ladrón…._lo miró al otro buscando apoyo, asentimiento, la novia se mordía los
labios mientras con las manos jugueteaba con la cucharita, no se le escapaba el
brillo en los ojos de su pareja cuando se reunían con esta mujer, que parecía envuelta
aún en algodones, se daba cuenta de que algo le despertaba, ese resabio
machista de provocar y lograr lo que nadie consiguió antes.
_Por favor!!!!! No podes ser tan cavernícola…. Ese refrán
es mediocre!!!!!...va más allá de la pregunta que hizo él….._ no podía evitar reírsele
en la cara, no dejaba de asombrarla su estrechez mental_ ¿quiere decir que si
estamos mirando una película con un “amigo” en la cocina, está todo bien, se
conversa y punto…. Ahora si estás sentado en una cama, por el motivo que sea,
vas a tener sexo sí o sí con esa persona????
Más allá del mutismo de la novia que seguía jugueteando
con la cucharita y el helado, de los aspavientos que hacía su esposo
absolutamente escandalizado, lo que quedó grabado en su mente y en su retina
era la respuesta de él, la que todavía le dibujaba una sonrisa cálida, inmensa
y cosquillas en su vientre.
_Mira
que yo tengo criterio amplio, y no creo que seamos como animales sin elección,
de manejarnos por instinto y nada más….¿pero sabes el despelote que se arma si
yo estoy con vos en una cama?_ cada uno lo tomó como pudo para restarle importancia, él enseguida
hizo otro comentario más liviano, lo palmeó al marido para que lo acompañe a
buscar más bebida, cuando se levantaba le guiño un ojo a ella y le dejó un “enseguida
venimos”.
A partir de ese momento ya no pudo negarse que algo sentía,
algo que se iba a complicar….más allá de cualquier resultado, la niebla se
estaba apartando, el rayo de sol era más fuerte, cuando pasara el
encandilamiento momentáneo, podría ver mejor y así llegar a entender y sobre
todo a entenderse.
Patricia Figura, febrero de 2014
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