Que
el pasado no me alcance…
Se revolvía inquieta entre las sábanas.
Blancas, arrugadas después de un sueño nada
reparador.
Se sentía sofocada, solo que no se daba cuenta,
estaba dormida…no podía salir de las
garras invisibles que la tenían atrapada.
Colocó una almohada gigantesca entre sus brazos…apoyó
su cabeza y sus piernas.
Por un momento su respiración se volvió tranquila,
regular.
Los
rostros iban y venían.
Amigos de la infancia que le ofrecían una medialuna,
una chocolatada al salir de la pileta de lona que ocupaba todo el patio de la
casa familiar.
Quien fuera su pareja durante tanto tiempo sonreía,
perversamente, sádicamente, estiraba los
brazos y sus dedos parecían tentáculos que se adherían a su cabello mientras
ella corría.
Corría incansablemente.
Estaba a punto de huir.
Paradójica mente cuando lograba poner distancia…èl aparecía delante de ella.
Saltó
O esos creyó, se movió espasmódica mente y despertó.
No se había caído, estaba en la cama, en su gran
cama revuelta… el calor de la siesta se filtraba por la celosía , había un ulular de viento que presagiaba
tormenta, aunque el sol inclemente parecía a punto de derretir el juego de jardín
antiguo que había pertenecido a sus tías abuelas.
Espió por las hendijas.
Aumentó la velocidad del ventilador de techo… fue
hasta la heladera, tomó el pote de helado y disfrutó un par de cucharadas
refrescantes.
Volvió
a acostarse…el cielorraso parecía más cercano que de costumbre.
Soñar
la agotaba.
Era como volver a la cárcel de la que había escapado.
Era imposible que eso sucediera.
Para
lo onírico nada era imposible.
Dio vueltas para un lado, para el otro, trepó
nuevamente a la almohada…quedó mirando fijamente hacia la ventana y el reflejo
de la sombra del árbol que se balanceaba con el viento.
Era el viento de “los locos”… ese que le dicen “norte”….cuando
soplaba, sus pesadillas eran aún peores…sabiendo eso trataba de pensar cosas
placenteras antes de dormirse.
No siempre daba resultado.
Los
demonios internos difíciles de exorcizar….tomó un libro del mueble antiguo que había a un
costado de su amplísima habitación.
Una historia rosa con final feliz, leyó un par de capítulos
cuando escuchó la campanita de la puerta de entrada, ¿quién podía ir a visitarla
en una siesta semejante? Sólo una iguana.
Se levantó entre fastidiada y curiosa, caminó por el
largo corredor y a través de los cristales esmerilados de la puerta de madera
del frente vio una imagen que se movía, consultaba el reloj y volvía a hacer
sonar la campana.
En el instante en que abrió la puerta él en persona,
puso un pie adentro y de un tirón se hizo espacio para entrar.
Esa risa odiosa y sardónica.
Ella miró la luz encandilante que atravesaba el
cristal y calculó los veinte metros que debía correr hasta llegar a las rejas
del frente…” que alguien la ayude, que
alguien lo saque… que se lo lleven por favor”.
_Qué hacès acá?.... qué querès? No podes venir y
meterte en mi casa…. es mí casa, no hay lugar para vos._ le hizo frente con
furia.
Ignorándola, caminó por el vestíbulo, con paso largo
y antipático… sobrador, ostentosamente se sentó en el amplio sillón colonial,
heredado por ella de sus tías también, cruzó las piernas con gestos exagerados y con la
sonrisa idiota sin moverse de sus labios.
Ella sintió la furia crecer dentro suyo, la ira le
brotaba entre los dedos… le ganó al
miedo y al dolor de todas las vejaciones sufridas a lo largo de tantos años.
_Salì de acà!!!!!...Basta, terminala!!!!!!!! Olvidate
de mí, no existo más para vos… enfermo, perverso, bestia…._se enfrentó a él con
toda la bronca de años acumulados…quiso
tomarlo de la ropa y arrastrarlo hasta la calle, se sentía con la fuerza de una
topadora y la risa de él era el combustible perfecto.
Al tironear con todo su vigor la camisa de él se desgarró
y ella cayó al piso golpeándose contra la mesita ratona.
La caída provocó la sensación de sobresalto y al
aferrarse al piso de madera, este se arrugó convirtiéndose una vez más en las
ajadas sábanas que le indicaron que era víctima de su propio sueño.
Estaba
sofocada, transpirada, agitada….aliviada también.
“Hasta cuando Dios mío… hasta cuando”, mil veces se
dijo que no iba a dormir más su siesta cuando soplara el viento caliente y
pegajoso del norte.
Después
el sueño la vencía y con él la bestia
despertaba nuevamente.
“No puede hacerme nada más….no puede acercarse a mí…todo terminó hace años”.
Miró el reloj, eran las cinco de la tarde de un sábado
de primavera… fue a bañarse, se demoró bajo una ducha fuerte y caliente, se lavó
el cabello también…. la toalla esponjosa la envolvió, abrió las ventanas, entró
el sol pero ya no de lleno, la sombra del árbol le permitía un poco de reparo…
puso música, llamó por teléfono a su amiga, arregló para ir a tomar algo fresco,
se encontraría con las otras más tarde, si no llovía.
Eligió una solera fresca y sandalias bajas, tomó las
llaves del auto… por un momento cuando giró hacia el corredor y las puertas de
madera y cristal estuvieron frente a ella, la pesadilla la golpeó nuevamente… agitó
la cabeza con un gesto de “fuera” y con paso determinado y firme, salió al
amplio jardín, entró a la cochera que
era un anexo relativamente nuevo y luego de chequear que todo estuviera bien
cerrado, aceleró y dobló la esquina sin mirar atrás.
No tenía sentido temerle a la casa, a las sombras o
al viento… los fantasmas aún vivían dentro de ella.
Pero poco a poco había conseguido que la visiten
menos asiduamente.
Patricia Figura, octubre de 2012
Gracias a ti por compartir tu fabulación, ese viento de los locos si que es aliado de los demonios internos, de esos con los cuales cada quién debe de luchar y por supuesto uno debe de prevalecer sobre ellos. No es bueno vivir del recuerdo, y menos que todo el tiempo esten en nuestros sueños.
ResponderEliminarNorberto Mendoza
gracias norberto por tu comentario! Realmente parece que estos demonios son asiduos visitantes de mentes atribuladas por el viento de los locos, a juzgar por lo que he leìdo en los comentarios de los foros literarios. besos.
EliminarDisfruté tu relato ,Patricia.Leeré más sobre Freud y los sueños, así como de la mitología de Eolo.Felicitaciones por tu capacidad de cautivar al lector con tu siempre fina escritura.
ResponderEliminarAntonio Morales carroz
Antonio, me encanta que un relato actùe de emergente para otras lecturas y desemboque en un laberinto de posibilidades literarias.
Eliminargracias.
Hay cierta similitud en lo que escribimos, señora Patricia, siempre están los sueños. Me encantó leerla. Le mando un abrazo. Walter Quinteros (Ibarrechea)
ResponderEliminargracias walter por tu comentario, me gustarìa leer algo tuyo. saludos
EliminarCreo que conoces el tema de abuso o violencia de genero... se entiende perfectamente ese trauma, casi, de Guerra. Gracias!
ResponderEliminarcreo que son marcas de "yerra"....
EliminarUfff un tema no menor en nuestros tiempos. Los residuos de la violencia perduran y se convierten en "Fantasmas". No al maltrato!!!
ResponderEliminarexactamente, como te lo comentè en tu pàgina.
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