¿Hasta Cuándo?
Reclinada sobre el respaldo de su coche, disfrutaba
del recorrido hacia la casa paterna.
La autopista nueva, impecable, sin animales sueltos,
carros y con un tráfico tranquilo… le permitía una velocidad crucero….el CD que
terminaba de comprar le hacía compañía a sus pensamientos.
¿Hasta
Cuándo?
Con esa
pregunta tan simple y tan cargada de significados que no estaba preparada para
analizar profundamente, la había despedido su analista en la última sesión.
No podía contestar eso, porque no sabía lo que la mantenía
a su lado.
¿O
lo sabía demasiado bien?.
Le gustaba su vida tal como estaba, los mejores
colegios para sus hijos, estudios paralelos, deportes, vacaciones de invierno a
lugares de elite, vacaciones de verano en el paraíso… literalmente.
Si
bien dirigía su hogar para que todo estuviese perfecto, la ropa, los uniformes, la limpieza, el orden, las
alacenas bien provistas con las dietas de cada uno, y la infaltable colección de
jugos naturales bien helados… hacía
mucho que materialmente no hacía ningún quehacer, y lo disfrutaba, no
siempre había sido así, pero más allá de los primeros diez años de matrimonio
donde ambos forjaban el bienestar familiar, la bonanza llegó y se afianzó en
cada uno de sus poros.
Su aspecto cuidado y engañosamente sencillo, si bien
parecía absolutamente natural, costaba una pequeña fortuna anual, pero lo valía,
nadie le daría un minuto más de treinta años y ya casi rozaba los cuarenta y
cinco.
Siempre atenta, sonriente, logró despojarse de sus celos paranoicos y con ellos de las peleas
continuas que minaron su matrimonio en los primeros años, sabía con quien
se casaba, atractivo, caballero, centro de grupo, pero también con su pequeña
coraza interna… nada lo afectaba y si lo hacía no lo demostraba, vivía a su
modo, era eso o nada.
La
última no había sido una crisis como las anteriores.
Por el retrovisor vio una todoterreno que se
acercaba a la velocidad de la luz.
Puso el guiñe y pasó al carril derecho, tenía toda
la intención de llegar entera al almuerzo familiar, sus hijos estaban desde el día
anterior con sus primos, él no iría.
Por supuesto su ausencia se haría notar, pero su
familia había aprendido a disimular, a mirar sin ver, se limitarían a
preguntarle cómo estaba y a mandarles saludos, excepto su hermana… ella buscaría
el momento apropiado mientras tomaran sol o salieran a caminar, era tan poco
hiriente, tan justa, jamás juzgaba…. con ella era fácil hablar.
Fue su primer amor de verdad.
Su único amor, el padre de sus hijos, su marido, su
amante infiel marido.
¿Hasta
cuándo? Le había preguntado el analista cuando ella en una crisis de llanto
planteo su agotamiento, su falta de dignidad disfrazada de excusa en el
bienestar de sus hijos.
No tenía una respuesta.
O tal vez la tenía desde siempre. Jamás se iba a
divorciar. Tal vez con otro sería exactamente igual, solo que no sería el padre
de sus chicos, ni le ofrecería el oro y el moro, no tendrían los amigos en común,
un lugar en el álbum familiar de casi treinta años juntos.
Vio la villa miseria al costado de la autopista,
estaba llegando a la ciudad… el sol reverberaba sobre las chapas e imaginarse
en ese horno la hizo estremecerse… el aire acondicionado la mantenía totalmente
alejada del asfalto que se derretía en ese día pleno de calor.
El no se esforzaba por ocultar el brillo de su
mirada cuando una mujer merecía admiración.
Los ojos acariciaban la piel de quien fuera la
portadora de su atención en el momento…se mostraba obsequioso, multiplicaba sus
atenciones, contaba anécdotas mundanas que divertían a la interlocutora y por
un momento, una tarde o una noche, la hacía sentir en un pedestal.
Hasta
que la saboreaba.
Eso
llegaba tarde o temprano.
Para sus encantos no existía el “no” si estaba
dispuesto a conseguir la presa.
La victima elegida, llegaba a convencerse de que el
mundo de él giraba en torno a ella, que jamás había experimentado algo así…
aunque se cuidara muy bien de expresarlo con palabras y nunca pero nunca
ninguna pudiera afirmar que él les había prometido algo, sus actitudes las convencían
de ser una debilidad para el galante seductor que las tenía bajo la mira.
Ella
conocía demasiado bien los “síntomas”…estaba inquieto, verborràgico, “pesado”
le decían los chicos, sexualmente más activo, no era cuestión de reservarse
para la ninfa en espera, las ganas iban en continuo recambio a medida que su
cabeza explotaba esperando el momento final.
Eso podía llevarle una semana, o poco más.
Cuando todo había pasado, cinco minutos después de
que su marido se retirara del cuerpo elegido, instantáneamente el interés caía
con la misma velocidad con que se había gestado.
Ella
podía experimentarlo en el momento en que llegaba a casa más tranquilo,
reposado, la abrazaba fuerte, le decía que estaba linda, ¿había cambiado el
corte de cabello? ¿ el perfume?... volvía a verla, era otra vez ella, su amor,
su cotidiana elección a través de los años.
Ella sabía que él nunca se permitiría enamorarse de
otra.
Huiría de eso siempre, ella significaba hogar,
familia, hijos bajo el mismo techo, las finanzas a buen resguardo, un estilo de
vida que no se derrumbaría.
Casi
desde el principio había sido así.
No
iba a cambiar a menos que ella pusiera distancia.
Tomó la salida que la llevaría a la avenida de sus
padres, el barullo de su familia siempre la reconfortaba, sus sobrinos zambulléndose
en la pile, su padre en el asador, la madre con las ensaladas…. El canto de los
pájaros en el viejo paraíso del fondo.
El celular sonó, le había entrado un mensaje que leyó
en el semáforo “Linda, llegaste bien?”, siempre atento y protector…¿en brazos
de quién estaría? ¿o había aprovechado mientras la diosa de turno se daba una
ducha?, vio nublado por las lágrimas, el conocido nudo en la garganta amenazaba
con derrumbar su tan cuidada vida.
Dio la vuelta a la esquina y estacionó frente al
viejo y querido hogar, después le contestaría, tenía práctica en reponerse rápido
y poner rostro de retrato feliz…cerca de la otra esquina, en la sombra un coche
muy parecido al de su esposo estaba estacionado, no alcanzaba a ver bien, pero
lo distinguió al instante.
Y el corazón volvió a latirle fuerte.
Bajó con su andar elástico y su sonrisa pronta, con
el celu en la mano junto a su oreja, la estaba llamando.
Con
una sonrisa atendió.
_Sorpresa! _ le dijo él mientras caminaba a su
encuentro_ al final la reunión se postergó hasta el próximo sábado …vamos a
volver en autos separados pero …acá estoy _ estaban muy cerca, cortaron, se encontraron una vez más uno en brazos
del otro, ella se fundió y respiró hondo contra su pecho y él la apretó muy
fuerte, se aferró a su lealtad, a su paciencia, a su amor…. una escaramuza,
apenas una batalla ganada a sus más bajos instintos, una miga de pan.
¿Hasta cuándo? La voz del analista resonaba en la
cabeza de ella mientras caminaban hacia la casa de sus padres de la mano.
“No lo sè….mientras siga habiendo golpes bajos no
voy a poder alejarme…es mi cruz…pero no me la mandó Dios… la elijo día a día,
mes tras mes, año tras año y así creo que va a ser hasta el último día de mi
vida….de alguna manera me prostituyo con mi propio marido….”
Los chicos los abrazaron felices, enseguida la conversación
se hizo de locos, todos hablando a la vez, sirviendo las bebidas, poniéndose cómodos,
fueron a cambiarse por ropa de baño, un par de zambullidas antes de comer para
aplacar el calor del viejo patio familiar, mientras los de la casa ponían la
mesa bajo el frondoso árbol y el viento suave los envolvía una vez más en la “instantánea
familiar”.
Patricia Figura, octubre de 2012.
Sencillamente..... GENIAL primix !!!!
ResponderEliminarLas elecciones en la vida son muy dificiles... quien dice que es la apropiada, o no.
TE QUIEROOOOOOOOOO mi pequeña Poldy Bird !!!!!
gracias amor!!! como te dije en el face, hay finales anunciados... pero nunca se sabe....amo a Poldy Bird y aunque parezca extraño, me sigue punzando el dolor de haber perdido a su ùnica hija, Verònica.
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