El Patito Feo... que no era Cisne.
Ella había nacido fea, literalmente.
No como la mayoría de los recién nacidos, que con los primeros gramos y días transcurridos
comienzan a embellecerse.
Era
decididamente una criatura sin gracia.
Sus amantes padres, cuyos otros hijos eran de lo más
común y corriente, sin nada ostensible que destacar, ya fuera en un sentido o en
otro, la miraban sin decirlo abiertamente a medida que iba creciendo.
Su carácter cambiante no ayudaba para nada, su gesto
algo bobalicón era engañoso, poseía una
viveza innata que bien manejada era su mejor capital.
No tenía demasiadas amigas en el colegio, sólo
determinado grupo que demostraban que no “discriminaban” incluyéndola en algunas de sus
reuniones, claro, ella no les hacía sombra, no distraía las miradas de los
chicos que les gustaba, no era siquiera simpática si no se lo proponía realmente.
Adolescencia
difícil, familia sólida, presente, poco demostrativa… sus hermanas le daban consejos para sacar mejor partido
de su cabello que era sano y abundante, su madre recorrió cuanto dermatólogo pasaba
por la obra social para luchar contra el acné juvenil, pero para desesperación de
todos ella se encogía de hombros y seguía su camino.
Cero
deportista.
Absoluta sordera si de estudiar algún instrumento se
trataba.
No le interesaba en lo más mínimo la vida de club y
los consabidos grupos que allí invariablemente se formaban.
Su carácter fue agriándose con el tiempo, terminó
sus estudios secundarios, fue al viaje de quinto a regañadientes, nadie tuvo
que hacer de “campana” para cubrirla en un beso furtivo.
Varias
crueldades de esas llamadas “inocentes bromas de chicos” fueron volviéndole el
gesto más adusto y hosco aún.
Odiaba los espejos…. Cuando tuviera su propia casa
no tendría ninguno, aún a riesgo de salir disfrazada a trabajar.
Hizo el terciario en tiempo record y comenzó su vida
laboral, sus hermanas se fueron casando, su único hermano también, vivía sola
con sus padres, pero era como tener caseros…. Ella hacía su vida, con sus
horarios, sus padres hacían la suya, por acuerdo mutuo ella pagaba impuestos y
servicios y su madre se encargaba de que hubiese siempre algo para comer y la
ropa limpia.
No
la invadían y ella a ellos menos.
Curiosamente no era una persona insegura.
Era posesiva de lo que consideraba de alguna manera “suyo”
pero no era dependiente de nadie, al contrario, eficiente en su trabajo fue
ascendiendo rápidamente…. Eso la
obligaba a tener en cuenta su aspecto.
Era prolija, tenía un guardarropa básico pero absolutamente
combinable, le gustaba armarse “equipos”, “oufits” para no tener que perder
tiempo pensando qué ponerse para trabajar, reuniones sociales o vacacionar.
Por una cuestión de salud se impuso hacer algo de
gimnasia tres veces por semana, no le interesaba aumentar de peso y tener que
ocuparse de sí misma más de lo
necesario.
Eso
la hizo sentirse mucho mejor, más elástica, más esbelta, le daba otro porte…para el cumpleaños, sus compañeras de trabajo, que tenían la costumbre de hacer regalos temáticos
anuales, es decir, con el de la primera ya sabían qué les tocaba a las otras,
le obsequiaron un Boucher en uno de los mejores salones de belleza de la
ciudad.
La conminaron a que lo utilice….antes de un viaje
laboral por una fiesta en la casa matriz a la que iba con otros directivos de
la empresa y representantes de firmas, pidió turno y se internó llevando en
parte su portafolio para adelantar temas pendientes.
Por
una vez no odió los espejos.
Los años le habían dado algo….experiencia, un dejo
de inteligencia en la mirada, actitud y los genios del spa un estilo que le iba
como anillo al dedo.
El
que sabe, sabe y cada uno a su juego.
Tal vez no era tan difícil mantener la imagen que le
devolvía ese cristal implacable a veces y dadivoso otras, como en esta ocasión,
tampoco había sido un total sacrificio, un par de horas cada quince días,
mantener ese nuevo color de cabello que la iluminaba y suavizaba el rostro, un
make up casi disimulado, un toque en las pestañas.
No
la habían disfrazado de otra persona.
No
se sentía un maniquí llena de afeites que le quemaran las manos por ir a
lavarse la cara.
No
tenía un peinado que la obligara a la esclavitud.
Era
algo muy sutil y que la hacía girar ciento ochenta grados en su aspecto.
Sintió
una oleada de gratitud y placer.
Tomó su maletín y en un arranque sin precedentes pidió
un nuevo turno por propia voluntad.
No se había transformado en un bello Cisne….pero se veía
mejor de lo que siempre se había visto, daba otra imagen, sonrió y se dio
cuenta de que la favorecía, tenía lindos dientes….calzó sus gafas de sol, con
eso era intransigente, nada de Febo en su piel, no lo toleraba, una vez leyó un artículo que decía que con
dinero, cualquier mujer podía ser bella, ella no compartía esa opinión….podía
mejorar su aspecto, darle estilo y dignidad…pero la belleza era otra cosa.
Como fuera, estaba satisfecha, se sentía mejor que
nunca consigo misma, recorrió un shopping cercano y eligió un par de prendas para
llevar, calzado de vestir y otro más cómodo para andar, mientras su celular
vibraba con llamadas urgentes que se dio el lujo por una vez de postergar.
Patricia Figura, enero de 2016
Muy lindo , me quede con ganas de saber que más pasaba .....aprender a quererse ..valorarse , no hay que ser necesariamente bella para ser atractiva .
ResponderEliminarcoincido Ani, no hay nada tan atractivo como la seguridad, plenitud y consciencia de ello. gracias por comentar!!!!!!
EliminarTus historias tienen la ternura humana que trasciende la piel. Muy bueno
ResponderEliminarMoni tus palabras no vuelan con el viento, siempre las atesoro porque màs de una vez me hacen ver lo que transmito a los demàs. gracias.
EliminarMoni tus palabras no vuelan con el viento, siempre las atesoro porque màs de una vez me hacen ver lo que transmito a los demàs. gracias.
EliminarMuy bueno. Esperanzador. Un grato mensaje para estos tiempos de humanidad apocalíptica. Besos.
ResponderEliminarcuando la gente se convenza de que la belleza nace de adentro hacia afuera, estas historias seràn poco comunes gracias a Dios
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