UNA TREGUA.
Se quedó pensando en las palabras de su marido.
Miraba sin ver recostada en el sillón de su ambiente
preferido.
La
casa vacía por fin.
Y
a la vez totalmente invadida.
Por ecos de tantos años de habitarla, remodelarla,
decorarla, tirar abajo, volver a construir, decidir, compartir, soñar,
discutir, llorar….últimamente había demasiado
de esto.
Los silencios podían cortarse con la misma facilidad
con que en un tiempo no muy lejanos cortaban las esponjosas tortas que
acompañaban los mates compartidos.
Vivía con ellos pero totalmente apartada.
Pendiente de los mensajes del chat.
Pendiente de esa mezcla de alegría , evasión y
angustia que le generaban.
No estaba allì.
No estaba con ellos.
El techo cobijaba a la familia, pero los sitios
estaban delimitados invisiblemente, como esos láseres que se activan en los
museos internacionales cuando cierran.
¿Cuándo comenzó todo? ¿Cuándo se sintió ajena en su
propio hogar?
Tampoco era tan así.
Se sentía parte de su casa largo tiempo soñada.
Le gustaba el funcionamiento familiar que habían logrado.
La economía casi estable tanto tiempo perseguida.
No
lo reconocía a èl.
No
se reconocía a ella misma cuando estaba con èl.
Estaba agotada
Física y emocionalmente.
Era
el perro que persigue su cola sin que nadie la frene.
Tampoco se dejaba frenar….no sabía en qué punto quería
hacerlo ni qué camino seguir.
Su esposo no se la hacía fácil.
No
emitía queja ni reclamos.
No entablaba ninguna discusión que pudiera llevarlo
a tomar la determinación de que alguno de los dos tenga que abandonar el hogar
familiar…..o los dos.
Llevaba meses de diatribas.
Se hablaba y contestaba hasta en sueños.
Nadie podía tomar la decisión por ella, ya que era
la que no se encontraba en el que fuera su lugar…él nunca se lo planteó.
Después de tanto tiempo de fría cortesía y una gran
distancia, él de alguna manera estaba bajando la guardia.
Tampoco tenía demasiado sentido seguir juntos si
nada compartían.
La cama ya no era un festín de helados y películas.
No había impaciencia para que los chicos se
durmieran temprano.
Al contrario.
Suspiró por millonésima vez.
Quería magia…. Que todo haya pasado, terminado….que
fuera dentro de cinco años con las consecuencias que fueren….pero que todo esté
pisado.
Era una mochila tremenda para un cuerpo tan pequeño.
No podía sentirse una villana porque sus tiempos,
necesidades, prioridades y sentimientos hubieran cambiado tanto.
O
tal vez no cambiaron, simplemente ahora lograba “verse”.
La noche anterior, su esposo de alguna manera le ofreció
una solución….temporaria si se quiere, pero por lo menos era sentir que hacía
algo con toda esta tormenta que no la dejaba pensar ni ver mucho más allá.
Tomarse un mes los dos.
Tan solo un mes después de tantos años, para decidir
cuál era el punto final de esta historia…o el punto y coma, pero terminar de
una vez con la tristeza de los puntos suspensivos.
Vivir cada uno de esos días sabiendo que todo podía terminarse
en tan breve tiempo…que lo que no se
hiciera por la pareja en ese mes, ya no se haría, intentar no herirse ni
pasar facturas, saber que si había lugar para hacer el amor, podían ser las últimas
veces, si había un viaje familiar…. Tal vez no hubiese otros…. Las reuniones
con amigos, los comentarios de una novela o noticiero, el trayecto al trabajo….vivirlo con sensación de intensidad y final….y
ser sinceros a la hora del balance, poner todas las cartas sobre la mesa
porque cada uno podía sentir totalmente distinto al otro al cabo de ese tiempo
compartido.
Respetarse.
No sabía si tenía fuerzas para “ultimatuns”….pero la
idea no estaba del todo descartada.
Un mes sin tapujos ni disimulos.
Un mes sin poner “cara linda” cuando no lo sentía.
Un mes sin la obligación de “suavizar” nada.
Y
a la vez disfrutando como algo que puede no volver.
Nunca fue de las ruletas rusas ni de los juegos de
azar….era muy metódica para algunas cosas….tal vez valía la pena considerarlo.
Le pidió un par de días para darle la respuesta si
aceptaba ¿el juego? O no.
Tomó el celular para ver la ventanita del Messenger que
tanto la despejaba.
Había mensajes de sus amigas.
Esbozó una sonrisa y se dispuso a contestar.
Patricia Figura, noviembre de 2014
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