jueves, 12 de junio de 2014

UN Nudo Muy Especial....

UN NUDO MUY ESPECIAL….
Los nudos pueden significar muchas cosas.
Un recordatorio, un final, algo que no debe seguir desatado, una emoción.
Esto último resultó ser lo que sentí al comienzo de este cuento no tan cuento.
Todo comenzó con una llamada al celular, un número desconocido…. Y una voz más extraña para mí, aún.
Una entrevista laboral….¡ y como docente!!!!!, algo que hacía años no me ocurría, si bien estuve alejada del cálido ambiente escolar como maestra jardinera, fui asidua participante como mamá, un año atrás decidí volver al ruedo, pero claro, ya no era tan fácil….y menos con la edad.
Con un nudo “en el estómago”, fui puntualmente a la cita, me di cuenta de que a los veinte era más osada, tenía menos miedos…. Pero estaba ahí, esperando a mi directora la “mandamàs” y a la psicopedagoga, la “mandatambièn” para pasar al despacho.
Grande fue mi sorpresa cuando me atendieron en ropa de fajina y muy manos  a la obra para terminar el nuevo colegio en tiempo record para el comienzo de clases.
No era un simple reemplazo, era uno de larga duración, sala de cinco años, todo un desafío….ni pensar en rechazarlo, pero el nudo me apretaba cada vez más.
Ni qué hablar  de cuando fui a conocer mi futura sala, repleta de cajas forradas que escondían vaya a saber uno qué!!!…cantidades de papeles afiches, cartulinas, cartones, fibras, fibrones, témperas con todos los colores del universo…¿qué voy a hacer con todo esto??????...nunca voy a terminar de usarlo.
Las palabras “inventario”, “planificación”, “ejes temáticos” se me aparecían en sueños.
El nudo seguía presente. “Vas a poder”, “te vamos a ayudar”, “vos pregunta, va a estar todo bien”…. Eran las frases que recibía de todos.
Hasta que los vi a ellos.
Los chicos….y me enamoré.
Esos ojos confiados, plenos de amor, los bracitos tiernos dispuestos al abrazo, a la caricia, al juego…. La impaciencia porque la actividad comience, las ganas de participar y de incluirme en pequeñas anécdotas familiares hicieron el resto.
Desaparecieron los años fuera del aula, los motores se pusieron en marcha, la alegría y la diversión fueron de la mano con los valores, el aprendizaje y los contenidos propios de la sala.
Ese nudo cambió de lugar, ahora está en mi garganta.
No puedo evitar emocionarme cada vez que pienso en ellos, cada uno es único, no solo por su individualidad, sino por lo que generan y transmiten, sus gestos, sus modos, las sonrisas que me dibujan el alma.
Esa sala verde que me devolvió la adrenalina de poder transmitir y recibir cada mágico segundo que dura la jornada, cuando tanto los nenes como yo, dejamos nuestra familia en el umbral del colegio para transitar un camino maravilloso,  juntos, que no olvidaremos jamás.


Patricia Figura, mayo de 2014

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