Existe esa sensaciòn??
Sensación rara, de angustia, de despedida, de final,
de desapego….de que todo iba a cambiar… pero no todavía.
Estaba
su amiga de siempre, de toda la vida, la que la ayudó en cada una de sus
mudanzas.
Guardaba cosas sin empaquetar, sin etiquetar por
cajas, pero también había otras personas, jóvenes, alegres, desconocidas, que
apilaban la vajilla, despejaban alacenas, conversaban y la apuraban… “vamos,
dale que ya es hora”.
¿Hora de qué? ¿A dónde iban?.... salió por una
puerta, al campo, una casa luminosa con pintura fresca, una mesa bajo los árboles
frondosos, no muy lejos vio un muchacho más o menos de la edad de ella y de su
marido, montando a caballo, el cabello lacio, color miel se agitaba, algo encorvado,
sonriente….
Transmitía
paz, alegría, alejaba la sensación de soledad, de no entender.
Había como una cierta algarabía alrededor por los recién
llegados, entusiasmo, buenos deseos… “.¿pero
yo me voy a quedar acá?”, se preguntaba
ella en silencio…” ¿Cómo voy a hacer para vivir alejada de todos?” la miró a su
amiga del alma que estaba tan cerca y que en momentos se iría, y el nudo en la
garganta fue insoportable.
Era otoño… las hojas doradas invadían el suelo
crujiente, había perfume en el aire, a tierra húmeda, a enredaderas.
“Mira cómo te estamos ordenando todo…. No te podes
quejar….después vos terminas de acomodar tranquila, pero esta noche ya podes
dormir acá” le dijo ella con esa sonrisa gigante.
La
sensación de angustia casi la paralizó.
Sintió que sus ojos, rasgados y dulces por lo
general, se agrandaban de miedo, de incertidumbre, el chico del caballo
merodeaba por ahí, acercándose al grupo, ella logró articular “Entonces el día se me va a hacer
interminable, si ya se van…voy a necesitar fuerzas para pasarlo”… se sentía como
una criatura de cinco años cuando llega la hora de que los abuelos se vuelven a
su hogar y queda bajo el mandoneo de sus padres.
El muchacho sin decir nada, dio media vuelta y se acercó
al esposo de ella, algo le dijo e inmediatamente bajó algunas cervezas heladas
de su camioneta.
Miró sin entender, de dónde había salido la bebida, vio
las mangas de la camisa de jeans medio arremangadas sobre la piel dorada,
bronceada, resabios del verano
campestre, moverse entre la leña y llevarla al asador….no le habló a ella, pero inmediatamente había descubierto su
angustia, su tristeza, casi su pánico al agujero que se abría en su interior, y
mágicamente de la nada había creado un momento de transición, había frenado
el cambio brusco, transformó el ahogo en
un programa compartido, un asado, una reunión, un momento feliz….. y se sintió protegida,
cobijada, la sensación de abandono fue vencida una vez más.
“Entonces no me voy a sentir tan sola acá”….de
alguna manera estaba acostumbrada a que su marido, bueno, trabajador, estaba
siempre metido en sus propios asuntos, sabía que apenas si podía con su propia
existencia, que hubiera querido solucionarle todos sus problemas, apenas
pudiendo con los propios…. pero ya se había resignado a que él estaba en su
propio mundo tratando de sostener lo insostenible, juntando incansablemente sus
propios pedazos, sus demonios internos, buscando la paz, amando a su familia
dentro de su manera de amar.
Le hubiera gustado sentirse abrazada por, ese
desconocido que parecía conocerla tan bien, o al menos que la intuía de esa manera, como para haber podido frenar
en segundos algo que no iba a poder manejar ella misma.
La sonrisa de su amiga estaba cerca, como siempre,
manos a la obra, preparando las ensaladas, conversando, creando un lugar cálido
y único donde fuese.
“Y si se casara con él?” fue la idea…”podría tenerlos
a los dos cerca mío, siempre”, lo cual era un disparate, su amiga ya estaba
casada., por momentos “soportablemente
casada”…ojalá los abrazos
impermeabilizaran el alma del dolor, de la angustia, de la tristeza, entonces
con la amistad que las unía tendrían garantizada la fuerza para enfrentar el
dolor.
De un momento a otro todo cambió, el lugar, la
gente, la música…algo la sofocó… se revolvió inquieta, buscando a su amiga, al
chico de la camisa azul….al notar la rapidez del cambio, se dio cuenta de que había
estado soñando.
El
sueño seguía a medias.
Pero
los personajes habían cambiado.
La
Sensación también.
Se quedó en la cama un rato más….en la penumbra,
abandonando su mente, pero también intentando reconstruir parte del sueño.
¿Quiénes
eran?. ¿Por qué ese traslado al campo? El sentimiento de abandono, de desamparo
no era nuevo…..Tampoco esa inestimable sensación de que mágicamente alguien te
devuelve la paz, la tranquilidad, el sosiego…. toma las riendas del caballo
desbocado que sola no puede encauzar.
Ya estaba despierta.
Era entrada la mañana.
Seguía en su casa de siempre.
Con su vida, enfrentándose a lo que le deparara el día,
la gente, la familia.
Había que levantarse…
Patricia Figura, mayo de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario