FOTOGRAFÌAS.
Frente a su pc, en la tranquilidad de su salita para
todo uso, repasaba al final del día los mails recibidos, las notificaciones del
face, los miles de aforismos cotidianos, las frases célebres compartidas hasta
el aburrimiento, los pedidos solidarios… y las fotografías.
Un grupo familiar en la montaña, sonriente,
divertido, bronceado, feliz.
Otro en el mar, igualmente tentador, de película….soñado.
Almuerzos opíparos en familia, quintas con grupos de
amigos brindando, echados al sol, chicos en la pileta con innumerables juguetes
inflables destinados a protegerlos de las profundidades.
Con
una mueca manejaba el mouse para ir pasando de una a otra.
Imágenes
testigos de una vida que no era la de ella.
El
aburrimiento la vencía en los días feriados o domingos.
Los sábados eran otra cosa.
Podía limpiar y organizar todo lo que le era
imposible durante la semana con su trabajo exhaustivo.
Alguna salida a tomar algo, exactamente igual a la
anterior.
Un grupo de mediana edad esperando que la vida las
sorprenda con alguna emoción fuerte, un desafío, un riesgo, un amor…alguien que no se parezca en nada a los
mismos de siempre, los que años tras años buscan refugio en casas y sueldos
femeninos.
Volver al comienzo de la madrugada, colocar la llave
en la cerradura mientras las otras esperan para arrancar con el coche, caminar casi a oscuras hacia el baño,
desmaquillarse, lavarse los dientes, higienizarse, pasar a su cama vacía de
amor y sexo compartido.
Hacía
meses que ni siquiera sentía la necesidad de auto satisfacerse.
Su libido estaba dormida, anestesiada, nadie
despertaba su fantasía, sus ganas, no había incentivos en ese sentido, nadie
especial que esperara ver de casualidad o provocar un encuentro intencional.
Las
fotografías ajenas la miraban burlonas.
Se quedó mirando una en particular.
Era de una de sus amigas más antiguas, juntas desde
el primario, era la “tía” de sus hijos, su rostro le sonreía desde el otro lado
de la pantalla, junto a su marido y los chicos, estaban en una pileta,
salpicando entre todos, tentados…¿cómo podía ser?.
Ella sabía de lo mal que la estaban pasando, un
trabajo en peligro, cuatro criaturas por mantener en plena etapa escolar,
crisis de angustia, llanto y resurgir…¿De dónde sacaba las fuerzas su amiga? Sabía
que los chicos estaban rebeldes por la situación que vivían, la inseguridad que pendía sobre sus
vidas, era imposible mantenerse al margen, y sin embargo ahí estaban todos
sonrientes, sin saber que los fotografiaban.
Se preparó un té de tilo y continuó con las otras, no era masoquismo, se alegraba de que
cada uno siguiera su camino, ella tenía exactamente lo que había hecho por
tener.
Uno de sus colegas, compinche en la época de
estudios recostado en un césped muy verde, tierno, bañado por el sol, dormitaba
con una semi sonrisa en el rostro, mientras cerca de él un par de hombres
conversaban en una parrilla con sendas latitas de cerveza en las manos y a lo
lejos un arroyo con chicos pescando.
La
placidez en el rostro de él fue lo que llamó su atención.
Sabía que era su “fin de semana con los chicos”, que
los extrañaba horrores, que nunca había deseado su divorcio aunque su pareja ya
no era feliz, era su vida, la que tenía y había luchado con uñas y dientes para
poder seguir todos bajo el mismo techo… hasta que no pudo más, su mujer se fue,
literalmente, no podía , hacerle ver lo que sus ojos y su alma se negaban a
reconocer… aún a dos años de todo ese terremoto que invadió su hogar, seguía pensando
en ella y los chicos como “su familia”.
Sin
embargo, en esa imagen se lo notaba en paz.
Los chicos jugaban cerca con otros de su misma edad.
Los amigos controlaban el asado.
Un momento, un refugio, un abrazo invisible, pero
que indudablemente le era cálido.
¿O era que por fin había asumido su realidad y
trataba de construir a partir de lo que tenía y no de lo que ya no estaba?.
¿Se conformaban? ¿Eran felices en realidad?
Había otras fotos, posadas, la estampa perfecta para
el grupo envidiable.
Su hermana con toda la prole, suegros, cuñados,
sobrinos.
Brindando por uno de los chicos que se había recibido
recientemente.
Eran un batallón.
¿La sonrisa de todos era para la foto? ¿A nadie le
pesaba la vida? ¿ O es que tenían la inteligencia de matizarla? ¿Sus mecanismos
defensivos funcionaban mejor que los propios?
Era imposible que en un grupo de veinte personas,
ninguna tuviera una mosca en la sopa.
O
bien sabían hacer la mosca a un lado.
Elegían
ser felices y compartir aunque la vida por momentos se les hiciera cuesta
arriba.
Tal vez sus espíritus estaban intactos, aunque las
cicatrices fueran muchas.
Suspiró.
No tenía un problema puntual, no había un tema que
le taladre la cabeza….¿ o es que esos problemas eran lo que los mantenían vivos?.
Apagó todo, estaba cansada, miraría un rato de tele
acostada, al otro día era lunes y comenzaba su rutina… su vida.
Patricia Figura, abril de 2013
rutina, un veneno que es social y de este sistema neoliberal... Muy bien plasmado
ResponderEliminargracias por tu manera de verlo y de expresarlo.
Eliminarbesotes.
interesante relato. (a veces las sonrisas son para la foto...)
ResponderEliminarvos decis????
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