CADA UNO CON SU VELO
Muchas veces, no sabemos a quién le debemos nuestra
¿felicidad? cotidiana, o al menos el intento de vivir lo más alegres posible y
transmitirle eso a la familia que se eligió formar.
Hay velos que nuestro inconsciente no deja caer,
pero hay otros productos de decisiones ajenas que tal vez se nos oculten por
nuestro propio bien….de hecho hay situaciones que jamás sabremos a quién
agradecer realmente y en esa ignorancia tal vez podamos ser injustos con
quienes fueron los que sacrificaron algo para que nosotros tengamos lo que nos
dibuja una sonrisa de satisfacción.
Una pareja festejando sus bodas de plata, rodeado de
todos sus hijos, con sus sonrisas gigantes, compartiendo con familia y amigos,
bailando, brindando… la mirada limpia de ella cada vez que se posa en él,
bendiciendo cada uno de los días compartidos, sabiéndose segura en el amor, en
la salud y en el futuro que él supo crear para sus hijos en esta carnicería
financiera actual.
¿Cómo saber que esa alegría está basada en un
secreto celosamente guardado por su familia durante más de veinte años?.
¿Cómo sospechar que ese titán que constituye toda su
fortaleza fue capaz de la más vil de las acciones y al verse descubierto pidió protección
a cambio de hacer feliz a su familia el resto de su vida?.
¿Cómo en los momentos en que se sintió seguro y fuerte
para enfrentarse a quienes lo cubrieron por amor a la hija, tener herramientas
para hacerle frente cuando ellos mismos avalaron que ella lo adore?.
Velos…
Una madre y un padre, pálidos, con un nudo en el estómago
ante ese escritorio donde el pediatra con toda la delicadeza de la que fue
capaz les da un diagnóstico de pesadilla…. sí o sí un trasplante.
La incredulidad ante la cantidad de otros hijos en
la misma situación, el ruego, pero ¿qué pedir? ¿Qué alguien pierda un hijo para
que el propio viva?...no entra en la cabeza de nadie, pedir fuerzas a Dios, que
ilumine a quienes portan la ciencia, a quienes pueden hacer entender a un padre
del dolor que ante lo inevitable, permita que parte de sus hijos que ya no van
a servir de nada, puede permitir que otra criatura crezca sana, fuerte, feliz y
así de alguna manera mantener vivo al propio ser querido.
El milagro de una decisión a tiempo, de grandeza de
alma y espíritu, gente de bien, desprovista de egoísmo y miseria humana, logra
que niños que tenían los días contados, con los años logren cumplir todas las
etapas que alguna vez parecían imposible….agradecer y bendecir el nombre de quién
no conocen, pero a quienes le deben la vida.
Velos…
Un esposo estructurado, parco, bueno, trabajador,
materialista, con la seguridad de que sus decisiones son ley…. que realmente
cree a ciencia cierta que su absolutismo es el que hace que su familia “marche”
como debe ser, bajo su ala y protección…¿sabrá alguna vez que la sigue teniendo
gracias a los desahogos, recreos, refugios que su mujer logró hallar en las
redes sociales? ¿en mensajes catárticos con conocidos del chat que jamás pasarían
a ningún terreno de infidelidad pero que él sería incapaz de entender y mucho
menos compartir?.
Velos….
Una nena, celosa en su pérdida, en el destrozo
familiar, que refugia su dolor en sus abuelos, creyéndose la reina de su
universo…ignorando que tiene otros hermanos, que también merecen el cariño
familiar, un lugar en la mesa del domingo, pero que se los ocultan celosamente
para no agregar otra mochila, para esperar que sea más grande, que vea las
cosas desde otro punto de vista y no de la pérdida…¿podrà agradecer y entender
los motivos alguna vez?.
Velos….
Podría seguir así hasta el infinito…. Cada uno tiene
los propios o es dueño de los ajenos, solo resta confiar en intentar hacer lo
mejor, y si nos equivocamos que sea a favor de la persona que decimos amar.
Patricia Figura, diciembre de 2013
Siempre hay velos ocultos, semiocultos, ignorados, apoyados socialmente... inconscientes... tramas que dejan traumas sin razón conocida... es un muy buen tema, gracias!
ResponderEliminargracias Moni, impecable tu comentario.
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