Otro viaje màs….
Lo
vio preparar las valijas una vez más.
Estaba alegre, feliz, elegía cuidadosamente la ropa
veraniega, cara, con estilo, donde predominaba el blanco que resaltaba su
bronceado permanente y los colores intensos propios de las prendas de su hobby.
Una maleta chica sólo para el calzado, perfumes y
efectos personales.
Su
humor cambiaba invariablemente con los preliminares a estas “escapadas” con los
chicos del grupo, en la mejor etapa de la juventud, solventes,
seguros.
En apariencia ella acompañaba, demasiado bien sabía que las facturas eran imposibles de pasar,
terminaban en discusiones que no llevaban a ningún lugar salvo fisurar el
equilibrio cuidadosamente logrado tras veinte años de convivencia.
Crecieron juntos, fue un continuo tómalo o déjalo,
tuvo que aprender a dominar los celos ante un marido con naturaleza de líder que
lograba una permanente atracción sobre el sexo opuesto.
Sonrisa pronta.
Ojos que podían ser tan dulces como helados ante el
fastidio.,
Certeramente infiel.
Ella
se volvió hábil en encapsular sentimientos molestos.
Excelente
recompensa.
Los mejores magos de la eterna juventud a su disposición.
Caprichos que jamás hubiera soñado cuando todo comenzó
y no eran más que estudiantes con muchos sueños.
Aprendió por el camino más difícil a ser
involuntariamente la acompañante del centro de atención de fiestas y reuniones….entablaba
cualquier conversación que la mantuviera ajena y al margen de las destinatarias
de la simpatía de él…”una noche no dura más
que eso”, sabía que aunque alguna de
las invitadas se sintiera especial en acaparar su interés, todo terminaba
cuando él subía al coche con ella para volver al hogar.
Le preguntó por un traje en especial si había ido a
buscarlo a la tintorería.
Fingiéndose ocupada en sus cuidadas uñas, le indicó que
estaba en el guardarropas de invierno…¿para qué lo quería en un viaje al Caribe?.
No era afecta a leer.
Le gustaba bailar y pertenecía a un par de grupos.
También hacía muchísima gimnasia.
Tuvo que aceptar esa rutina a la fuerza, no quería
parecer la madre de su marido que desafiaba las leyes del tiempo
descaradamente.
Habían salido a almorzar con los chicos en un lugar
que les gustaba a todos, charla informal sobre los estudios, proyectos, un par
de permisos negociados, vuelta a casa para terminar de preparar todo y por
supuesto hacer el amor antes de tomar el avión que lo llevara al aeropuerto
internacional donde se encontraría con sus amigos.
No eran muchos días.
Los
suficientes para provocarle el conocido nudo en el estómago.
Hacía años que no se sentía insegura con respecto a
su futuro con él.
Sabía que ni soñando dejaría su familia ni todo lo
que habían creado junto a lo largo de dos décadas.
Daban buena imagen, eran los invitados esperados en
las reuniones informales, ella a reflejo del brillo que emanaba su compañero.
Tuvo
que aprender a ser sociable, a incluirse, ya casi no peleaban por su ostracismo
y el rictus celoso, con el tiempo algunas cosas quedaban bajo control.
Pero adentro de su alma era otra cosa.
No había una vida paralela en su atractivo marido.
Pero nada quitaba que a miles de kilómetros de
distancia, con un cielo plagado de estrellas y el sonido del mar, los besos y
las caricias calientes fueran para una ignota afortunada, que tal vez por unas
horas se diera el gusto de tenerle lástima.
Sacudió los pensamientos de su cabeza, no tenía sentido
separarse peleados, a la vuelta todo seguiría su curso y habría otro exclusivo
perfume francés en su placard.
Murmurò algo sobre una llamada que tenía que hacer a
una amiga para encontrarse a cenar en el shoping al que era habitué luego de
acercarlo al aeropuerto.
Los chicos tenían permiso para invitar a un par de
amigos a ver películas en el gigantesco plasma.
No quería aceptar esas caricias que eran como tachar
los pendientes de la lista que cuidadosamente iba mermando a medida que las
valijas se iban completando.
“Dejar satisfecha a mi mujer antes de irme”….¿una
descarga sexual la iba a calmar? ¿Iba a dejar de lado los molestos pensamientos
que la acicateaban hasta que enumeraba las ventajas de su vida en común?.
Lo tenía.
Al menos de la manera en que alguien se podía poseer.
No tenía sentido dar más vueltas, amanecía con ella
la mayoría de sus días.
Vacacionaban juntos.
Era “la señora”.
¿Podía pedir más?.
Bajó rápido por la escalera de madera crujiente, no quería
escuchar su propia respuesta.
Una semana después haría el mismo recorrido para ir
a recibirlo en su llegada feliz y triunfal, divertido, más bronceado aún y
haciendo buena letra en todos los caprichos que ella tuviera a bien pedirle.
Es más, ya tenía una idea, esta vez le iba a salir
un poco más caro que lo habitual… pero en definitiva, era solo dinero, y eso,
era lo que él mejor sabía hacer.
Patricia Figura, junio de 2013
Patricia: ya sabés lo que pienso de tus cuentos, minuciosos, de una claridad meridiana para narrar asuntos cotidianos. Ahora, con respecto a la protagonista, le sugeriría afectuosamente que se busque una verdadera vida y deje de ser la marioneta de ese farsante. Un beso grande.
ResponderEliminarjajajajaj lo voy a tener en cuenta Olguita querida, para una segunda parte, en cuanto a la protagonista real, ( supongo que debe haber miles) creo que serà eternamente asì para alguna y pegarà un grito y cerrarà la puerta otra.
EliminarQue vacio e inseguridad, verdad???
ResponderEliminarinquietud....impotencia.... gracias Moni querida.
EliminarBrillante forma de representar la decadencia de una convivencia de 20 años: tener como alternativa de un calmante "una descarga sexual", reducir a eso lo que, sin duda en un comienzo fue una unión excelsa. Felicitaciones
ResponderEliminarCariños, Jorge Calderón R., tu poeta amigo
gracias Jorge querido.... cada cual elige en esta vida, para pasar la menor cantidad de facturas posibles jajajajajjajaja
EliminarEs imposible no sentirse atrapada por tus cuentos ...este en especial me dejo pensando , son muchas las mujeres que aceptan jugar un rol secundario y peor aún ser humilladas ...que fuerte..que las motiva ? Supongo que temen arriesgarse a vivir una vida verdadera , son inseguras , prefieren esta comodidad entre comillas , ...en fin es un teatro armado , donde cada uno hace su papel ...una vida vacía , pero a la que la protagonista se acostumbra por conveniencia...no puedo estar de acuerdo, sólo genera pena su cobardía..
ResponderEliminarExcelente Patricia ?..sabes ? Aún pienso que sería un éxito que mostraras tu selección de cuentos cortos a un editor ..son magníficos !
Gracias! :)
el tema està en conocer algùn editor..... que no te cobre fortunas
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