La
Carta.
Estaba tomando un café de media mañana mientras corregía
innumerables pruebas de cierre de trimestre cuando escuchó la voz del cartero.
Distraída mente pensó que hoy en día nadie escribía
cartas, sobre todo cuando un mail hacía que el destinatario recibiera en
segundos la noticia que por el correo tradicional llevaría cuanto menos una
semana y otro tanto la respuesta.
Un susurro, la distrajo, un ruido suave de algo deslizándose
sobre la madera, con las pantuflonas cómodas y calentitas caminó hacia el
living por donde el sol entraba ampliamente y convertía a sus pisos en un baño
de dulce de leche.
Un sobre.
¿Una carta?
Apoyó la taza regalo de sus hijos donde bajo una
hermosa Sarah Kay rezaba la frase “Te Amo Mami”, sobre la mesita ratona y tomó
el sobre…. Era para ella.
La letra familiar y querida de su amiga le dibujó
una sonrisa gigante en el rostro.
¿Otra de sus locuras? ¿Qué significaba una carta de
quien se comunicaba por chat varias veces por semana? .Tampoco vivían tan lejos
aunque ambas y por diferentes motivos estaban siempre a las corridas prometiéndose
unos mates compartidos.
Con cuidado de no romper el papel y agendando la
idea mentalmente de llamarla para reír juntas de esta nueva manera de
comunicarse, sacó la única hoja cuidadosamente doblada.
“Querida Amiga: Seguramente estarás extrañada de
recibir esta carta.
Teniendo en cuenta
que nos mantenemos muy en contacto por medios mucho más modernos que un papel
escrito, sé que te va a asombrar, pero la verdad es que me nació hacerlo así…. Volcar
sobre esta antigüedad (muy de nuestra época) sentimientos también añejos, me
parece la forma más ¿adecuada?....no sé, pero acá estoy escribiéndote sin saber
si te la voy a enviar.
Siento que te debo unas
sinceras disculpas…. Viejas, de hace mucho.
Te parecerá loco, pero siempre me sentí en
falta.
Nunca ocultaste lo
que sentías por él (ya sabemos de sobra a quién me refiero), estabas enamorada,
o al menos en ese entonces era el título que se le daba a ese estado, ahora los
chicos lo definirían distinto y lo resolverían con más libertad.
Te brillaban los
ojos, te ponías colorada, mirabas esa minúscula foto, que conseguimos juntas,
por lo menos mil veces al día.
Soñabas con él
dormida y también despierta.
¿Lamentablemente? Jamás te correspondió más que como amigo.
Salvando tu
orgullo ante lo que sentías un dolor y un desaire, intentaste poner una máscara
que no engañaba a nadie…. Al menos no a mí.
Cuando él me invitó
a salir por primera vez solos y no junto a todo el grupo, tu imagen no se
apartaba de mi mente, pero nos divertíamos tanto los dos, éramos tan parecidos
en los gustos, charlábamos tanto, que la tentación pudo más.
Me negué a ver la tristeza detrás de tu
sonrisa.
Si bien habían pasado unos años de tu pública ostentación
sobre lo que sentías o creías sentir por él…. era como que en algún lugar de mi
mente él “era tuyo”.
Pero no pude con lo que él me hacía sentir….sos testigo de que cuando
realmente va por algo, lo hace en serio, a full y si bien fuiste generosa y
ante mi mudo interrogatorio cuando te lo conté y quedé en silencio mirando tus
ojos buenos, siempre me persiguió ese
nudo de estar basando mi felicidad en tu tristeza.
Puedo ver la sorpresa en tu hermoso rostro de amiga mientras lees esto,
seguramente te preguntarás si estoy más
loca de lo habitual o menopáusica, ninguna de las dos cosas…es una deuda, con
vos, conmigo….te parecerá raro, pero fuera de las primeras salidas, nunca volví
a hablar de esto con él.
Tal vez quiera zanjar el
tema tal como lo hubiéramos hecho veinte años atrás, con nuestras famosas “cartitas”,
incluso con nuestros códigos secretos ¿te acordàs?
Bueno, te parecerá tonto, pero me siento mejor, sabes que quiero mucho a
tu familia, porque es tuya, tus hijos son un poco míos también y te sé una
esposa feliz.
Finalmente todo resultó bien, no podría
compartir mi vida con otra persona que no fuera él, mi amigo primero, mi novio después
y mi marido desde hace más de quince años
Besos…. YO. “
Por supuesto que el café estaba helado….se recostó
en el sillón y releyó la carta una vez más….de alguna manera ella también tenía
un punto suspensivo sobre el tema.
Ella era su amiga del alma y no había podido
compartir lo que esa unión le provocó en el primer momento, sabía que él nunca
se hubiera fijado en ella, la quería mucho, pero como amiga, nada más, no tenía
sentido encapricharse cuando evidentemente, lo otro era real.
Al
no poder agotar el tema con ella tal como hacía con todas sus emociones, el único
desahogo que se permitió fue llorar durante muchas noches, por orgullo, por
¿amor?, por celos, por bronca.
Pero emergió fuerte, nueva, sin resentimientos y con
el tiempo pudo compartir todo con ellos.
Aceptaba íntimamente las disculpas, en algún recóndito
lugar creía merecerlas.
Por fin se rió con ganas, como siempre le pasaba con
todo lo que compartía con ella, volvió a la cocina, tomó el teléfono y apretó
directamente el número que la comunicaba con su alocada compinche, cuando escuchó
la voz tan querida, no pudo evitar la tentación de hacerle una pequeña broma…
¿una venganza tarida?...disfrazó el tono y le dijo “acabo de leer tu carta…. tenemos
que hablar”
Patricia Figura, junio de 2013
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