miércoles, 19 de septiembre de 2012

MADAME BOVARY. Gustave Flaubert.




Madame Bovary. Gustave Flaubert
Madame Bovary, novela del realismo, escrita por Gustave Flaubert, que
provocó controversia en  Francia cuando fue publicada en  1857.Sin embargo,
es considerada como una de las mejores obra de la historia. Además, es una
de las novelas que dieron principio a la narrativa moderna.
Madame Bovary, es sin duda alguna, la novela más importante del
Realismo. Además de ser una de las selecciones literarias por excelencia en el
género del llamado “romanticismo tardío”, Madame Bovary, constituye uno de
los puntos de referencia para el movimiento del realismo literario, e incluso,
para la entrada del realismo dentro del ámbito de la filosofía. No obstante, la
historia también se halla estrechamente unida a lo que se conoció como la
novela alegórica, dado que terminará en el suicidio de su protagonista
femenina y en la muerte por decepción amorosa, o pena moral, de su
protagonista masculino. Es también una crítica a la sociedad burguesa del siglo
XIX, posterior a la revolución francesa y al gobierno absolutista de Napoleón en
Francia.
En tres partes con una increíble agudeza literaria, Gustave Flaubert nos
muestra su punto de vista sobre la vida de la sociedad de alto rango en la
Francia del temprano siglo XIX, al casar al personaje principal con alguien que
nada le ofrece más que exhibirla como si fuese un trofeo y al encontrar en un
estudiante de leyes, con quien tendrá una cruel y triste historia, lo que siempre
buscó, pero que al final, no la llevará a nada más que a su muerte. Madame
Bovary, es pues, más que una novela, un retrato fiel y un paradigma para la
literatura realista y universal y para la filosofía francesa de los siglos XIX a XXI.
El argumento
Primera parte
Origen pequeño-burgués-rural de Charles Bovary e influencia de la
madre de éste en su temperamento y educación. Charles se recibe a fuerza de
empeño como médico y su madre le casa con la viuda Heloise, de aparente
buena dote. Conoce a Emma Rouault, hija de un paciente, de la que
prontamente se enamora. La mujer de Charles muere súbitamente y Charles a
instancias del padre de Emma se casa con ella en medio de una exuberante
fiesta campestre.
Al poco tiempo son invitados a una fiesta de la alta sociedad en donde
Emma puede comparar ese estilo de vida que siempre había querido con el
que tiene. Emma se desencanta y literalmente enferma de la sencilla y llana
vida que le ofrece su nada romántico marido. Charles en busca de una solución
y sin nunca sospechar la verdadera causa de la enfermedad de Emma, migra
con ésta desde Tostes a la ciudad de Yonville. Emma se encuentra
embarazada.2
Segunda parte
En Yonville los Bovary conocen a Homais, el farmacéutico, y a su
hospedado y practicante de leyes León, amante de la música y literatura, un
romántico que inmediatamente hace sinapsis con Emma forjándose una
amistad que se torna en amor mutuo no confeso. Nace la hija de Emma siendo
encargada tempranamente a una nodriza. Emma toma distancia de León y éste
confuso y desilusionado emigra a París. Emma vuelve a caer enferma del alma,
tal como lo hiciera por primera vez en Tostes. Imbuida de frustración y
languidez conoce al señor Rodolphe Boulanger de la Huchette en el cual
Emma ve reflejados sus ensueños románticos. Se hacen amantes y Emma
comienza a gastar dinero desmesuradamente en lujos. Emma planea la huida
de ambos, Rodolphe la abandona. Emma cae nuevamente enferma, en su
lenta recuperación se reencuentra con León en una obra de teatro.
Tercera parte
Comienza el romance de Emma con León, paralelo a ello Emma sigue
endeudándose hasta que la situación financiera de los Bovary (sin nunca
sospecharlo Charles) se torna insostenible. Al encontrarse abandonada por sus
amantes y rodeada de gente que realmente no ama, Emma toma la decisión de
suicidarse con arsénico. Charles finalmente se da cuenta de todo, la perdona y
luego muere de amor.
UNA OPINIÓN
«Madame Bovary soy yo», respondía Flaubert cuando le preguntaron
por la identidad de ese personaje tan asombrosamente vivo. Y a medida que
vas leyendo la novela y que te vas relacionando con su protagonista, puedes
caer en la cuenta de que también tú eres Emma. Todos pueden serlo.
Y el que no lo crea así es que no ha soñado. ¿Quién no ha creído, al menos
una vez, que estaba bailando con la sensualidad hecha carne? Acicalada como
una actriz debutante, Emma lo cree cuando ejecuta su primer vals con el
vizconde y siente alas en sus pies.
¿Y quién no ha creído, al menos una vez, que la vida estaba en otra
parte y que otra vida más generosa y más intensa nos estaba esperando a la
vuelta del camino?
Emma cree, o necesita creer, que su frente está marcada por la señal de
una determinación sublime y, tras el primer acto de transgresión de la norma,
siente, al mirarse al espejo, que es una de las heroínas adúlteras de sus
lecturas clandestinas.
Su verdadero mal es que está enamorada del amor: de un amor por
encima de todos los amores, de un deseo por encima de todos los deseos. Su
fulminante ideal la ciega, y no ve a su marido, que al final parece aquejado por
la misma enfermedad que su esposa.
La muerte de Madame Bovary nos coge al final a traición, porque es la
muerte del sueño romántico

Excelente Reseña hallada en internet.... me pareciò oportuno compartirla con uds.

Patricia Figura, setiembre de 2012.

lunes, 17 de septiembre de 2012

ENSALADA DE VECINOS


ENSALADA DE VECINOS.

Como en cualquier lugar del mundo más cercano o más lejano, los vecinos están.
Existen.
Son parte de la diaria más allá de que te mezcles o no, que solo saludes o entables algún tipo de relación.
Lo que es innegable es que son el paisaje cotidiano de diferentes épocas de nuestra vida, aunque todo parezca quieto, estático, la verdad es que no es así, a veces los cambios se van sucediendo sin que te des cuenta, las ausencias son notadas mucho tiempo después, otras casi inmediatamente, algunas nunca se registran.
Hay todo tipo de historias detrás de muros, que depende el barrio en cuestión, suelen ser muy ostentosos y selectos como humildes, típicos, casi impersonales.
Lo que nunca puede ser una igual a otra, es la vida de sus moradores.
Es increíble que aunque todos en mayor o menor medida cumplamos las etapas de vida esperadas, nacer, crecer, reproducirse y morir… el transcurso pueda ser tan disímil.
Tomando ejemplos al azar, hay una verdadera ensalada de vecinos y creo que eso se aplica a cualquier lugar, época y condición social.
Esa pareja que uno ve pasar con la sonrisa estática, de enero a enero, con chicos de la mano, camino al parque, a la escuela, a la heladería…con una especie de satisfacción permanente y que muchas veces parece increíble teniendo en cuenta que su pequeña casita, robada al espacio de otra más grande, casi no cuenta con ventanas donde entre el sol.
Oscura y húmeda… con el ruido de la tele en una habitación donde literalmente no entra la luz ni la brisa… donde el olor a humedad se siente de lejos.
O la mujer, que poco cambió con los años, hija demandante y posesiva de una madre enferma y sobre exigida durante años… callando tristezas, criando nietas cuando apenas puede con sus dolores físicos.
Ajena a todo entorno y sin embargo creyendo saber lo que encierra el alma de cada uno, erigiéndose en juez de cada persona que habita a su alrededor, no encontrando nada bueno en nadie, justificando con absoluta impunidad sus decretos… sola, siempre sola escondida detrás de grandes gafas de sol invocando vanamente el nombre de Dios para esgrimir verdades auto inventadas.
La nota de color en el clan familiar donde una especie de parientes como límites sanguíneos poco claros, “coparon” parte importante del lugar con un continuo ir y venir, festejos, salidas, sillones en la puerta, chicos jugando, madres controlando, abuelos renegando y padres que se suman al final del día.
La dignidad de una madre, impecable, con sus hijas inmaculadas aún en la humildad de una casita ganada por ocupación…sin las comodidades habituales y con poco espacio físico, pero impolutas las tres todos los días del año.
Yendo a la escuela a pie, llueva o truene, bajo el sol quemante o en frías mañanas de invierno… charlando, haciendo bromas, con sus mochilas relucientes y los guardapolvos blancos.
También están los que pudieron conservar las comodidades y el buen pasar.
Donde los chicos no andan por la calle, tienen actividades extraescolares que les insumen las tardes, comparten sus festivales con familiares y padres protectores, salidas en coche para llegar cómodos al colegio, calentitos en invierno y con el fresco de un aire acondicionado en verano, vacaciones relajadas, con piletas, amigos, helados y refrescos para compartir, educados con todos los vecinos y solidarios.
Está el que se da maña para arreglar todo y es el depositario de los electrodomésticos de varias cuadras a la redonda, el que vive a las corridas sin tiempo para ver si llueve o sale el sol, el que no pasa del porche de su casa, el que cambia de auto como de ropa interior, el que cultiva flores, el que todavía regala caramelos a los chicos, el que está siempre enojado, el que siempre sonríe.
Los negocios y sus vendedores también forman parte de la postal, que si bien pareciera permanecer inalterable, sutiles cambios se van dando a través de los años.
Algunos cierran, otros abren, algunos parecieran que son eternos, imposible saber a qué se debe, pero cuando en algunos tenès cuatro o cinco personas esperando, el otro tiene un paisaje en la panza de tanto mate esperando que alguien entre a pedir un cuarto de bizcochos.
Cada rostro, cada frente de una propiedad, una nueva construcción, todo forma parte de la vida diaria de un barrio, de todos los barrios… los vecinos son parte de la historia de cada uno, aunque jamás se halla cruzado más que un saludo… aunque muchas veces no se sepan los nombres o los apellidos.
A lo mejor un comentario de conocidos nos hace enterar de algo que sucedió frente a nuestras narices y que jamás hubiésemos sabido.
No se si es parte de la intimidad.
O es que nos volvimos más antisociales.
O más egoístas… preferible no ver al que necesita compañía, ayuda, un gesto.
O el hecho de no invadir ni ser invadido.
Mantener lejos el chismerío que jamás da nada bueno.
Pero lo cierto es que por algo se comparte un espacio y un tiempo, la casualidad o la causalidad…no deberíamos ser tan indiferentes a nuestro alrededor.
Vivir tan de puertas adentro cuando a lo mejor del otro lado del muro alguien llora en silencio.

Patricia Figura, setiembre de 2012

jueves, 13 de septiembre de 2012

OTRA CONVERSACIÓN AJENA MÀS


Otra Conversación Ajena Más


Día soleado, pleno de perfumes florales, gorjeos, brotes nuevos que me hacían sentir en un anticipo de primavera.
Por supuesto que la mañana se me escurría como agua entre las manos, diligencias, trámites, buscar estacionamiento, buscar ticketeadora cerca del único lugar disponible después de quince minutos de dar vueltas…. la frustración de no poder hacer todo caminando, vuelta a subir al auto, repasar mentalmente si volví a pasar la tarjeta o si en la próxima “estacionada” iba a descubrir que mi crédito se había esfumado.
Así y todo me quedó tiempo para ir al súper.
Hacía muchísimo que no iba.
Harta de entrar a buscar tres cosas y salir con el carro repleto de cosas necesarias pero también  prescindibles cuando hay que ajustar el cinturón.
En la despensa compro lo que me hace falta y punto.
Pero ya mi lista era lo bastante extensa como para que buscara estacionamiento en las dársenas y me dirigiera al espacioso y conocido lugar.
Cerca de donde estaba yo, había otro coche con una mujer que sacaba la cabeza del lado del acompañante y conversaba con otra muy mayor, de voz enérgica, cabellos rubios, cortos, desafiantes, voluminosa, vestida con un equipo deportivo negro muy bronceada.
_Te digo que yo estoy bárbara… re bien…como nunca en mi vida_ ante el asentimiento y sonrisa de la otra, se acomodó un poco mejor, apoyando su brazo en el marco de la ventanilla y dejando libre las manos para gesticular con ademanes muy marcados_ Siete años!!!!! Siete años de novios llevamos!.... increíble, no sabes somos como dos criaturas.
La otra se acomodó las gafas de sol…murmuró algo que no entendí.
Apagué el contacto del coche y la radio, maravillándome del entusiasmo de la mujer, de su espíritu, se notaba que era grande y no sólo de tamaño… debía estar jubilada hacía rato….en mi mente siempre en ebullición, me imaginaba un amor otoñal, plagado de compañerismo, juegos de naipes con otros viejitos amigos, viajes por el PAMI…. la plaza con los nietos y el mate.
“la vida siempre da revancha” pensé y con una sonrisa me dispuse a bajar después de buscar el monederito, el celular, y sacar las llaves del contacto.
_ Cuarenta y uno!!!!!!!!!_ dijo la señora en cuestión mientras yo cerraba el auto_ Tiene cuarenta y un años… no sabes lo que es….¡divino!...un amor….yo lo disfruto… qué querès que te diga…mis hijos, viste, mucho no querían al principio… era la casa del padre, viste, los celos…. El menor me llena el comedor de los amigos todos los viernes, tengo que cocinar para todos… pero a mí me gusta y a él no le molesta…. Me ayuda_ la voz si bien era potente… yo ya estaba por dar la vuelta para entrar al súper…. pero … como mi atención estaba dividida, me olvidé las balizas encendidas así que “tuve” que volver y escuchar un poco más.
La otra algo dijo porque la que contaba sus novedades asentía con la cabeza.
Abrí el auto, saqué las balizas, revisé unos papeles que tenía en la guantera para saber si había guardado la tarjeta de estacionamiento, cuando la dejo en la campera fui, necesito estacionar y no tengo para tickear, así que siempre chequeo de devolverla a su lugar… aclaro esto porque se puede pensar que yo me demoraba a propósito.
_Sesenta y ocho tengo yo… si casi veintiséis años le llevo… ah, no… le llevo más porque ya cumplí los sesenta y nueve… pero bueno, te digo que quien me quita lo bailado… en lugar de estar marchitándome con un viejo desmemoriau, bailo, vamos a los clubes, nos reímos… yo lo disfruto, te repito ¿quién me quita lo bailado?_
La que estaba dentro del coche, que se ve que hablaba demasiado bajo, le preguntó algo…la corpachona se rió y miró hacia arriba con gesto nostálgico y luego de pensar un momento le respondió:
_Y si, puede ser que se canse, que me deje…eso puede pasar, pero yo no pienso mucho en cosas que me pueden lastimar… ¿para qué? Si llegan… llegan, voy a sufrir y lo voy a extrañar, porque al lado de él soy joven otra vez… siete años no son nada, pero en este caso son muchos años de sentirme acompañada, de hacer cosas que nunca hubiera hecho…tuve que cerrar la cabeza y apretarme las orejas con las dos manos_ hacía los gestos mientras contestaba._ No escuché a nadie de los que me hablaban “por mi bien” “para que no sufra”…. Ninguno me dio la alegría que me da él y te repito estoy bárbara…no miro a los que nos miran, solamente disfruto de lo que tengo.
En cámara lenta fui cerrando una vez más el coche, y enfilé hacia la esquina por donde tenía entrada el súper.
Por supuesto que el tiempo que tenía, aunque todo estoy no duró más de diez minutos, se redujo, así que adentro, mientras procesaba esta historia y pensaba en los motivos de un hombre de mi edad para estar con una persona lo suficientemente mayor como para ser su madre, aceleré mis compras todo lo que pude.
Más allá de que los prejuicios en casos así son inevitables, o por lo menos discutibles, me queda una vez más la sensación de que de alguna manera Dios y la vida acomodan las cosas como para que luchando por la felicidad cada uno a su manera la encuentre.
Ignoro si el tipo en cuestión era un vividor, si lo que buscaba era un techo, comida y una asignación mensual a los treinta y cuatro años y la encontró a la sexagenaria dispuesta a eso y más….lo cierto es que se quedó siete años…y para ella evidentemente fueron años felices, de alegría, de compañerismo, de sentirse joven y fuerte….¿todas las parejas “más” parejas pueden decir lo mismo?
En cada hogar el equilibrio es único, no hay fórmulas ni vendas que valgan.

Patricia Figura, setiembre de 2012 

viernes, 7 de septiembre de 2012

A MERCED DE...


A MERCED DE …
Los pensamientos escapaban una y otra vez de su mente revolucionada, inquieta, febril por momentos.
Mientras sacaba la ropa del canasto.
Cuando cargaba el lavarropas a las seis y treinta de la mañana, para poder colgarla al sol cuando volviera de trabajar, exhausta a las tres de la tarde.
O cuando tendía las camas, odiaba verlas revueltas, la parecía que toda la casa estaba sucia, barría, o manejaba llevando los chicos al colegio, en el trayecto a su trabajo, a la vuelta, mientras cocinaba, hacía mandados…. En todo momento las ideas se sumaban, germinaban, eran descartadas de un manotazo mental, sólo para surgir nuevamente.
Se sentía a merced de vidas ajenas.
De los compromisos que otros tomaban y que ella debía cumplir.
Los horarios escolares, inevitables, ineludibles.
Los extraescolares, igualmente irrevocables.
Los sociales, que de no llevarse a cabo conllevarían a toda una retahíla de quejas y reproches.
Los laborales….jefes asegurando entregas a término, trámites finalizados, entrevistas, horas de colas en organismos públicos poco operativos, fallos judiciales nada expeditivos, pero ella dando la cara, corriendo, saltando y tropezando por cumplir con lo que otro había prometido sentado cómodamente desde un escritorio.
A veces le parecía que no tenía las riendas de su vida.
La pesadilla recurrente en épocas de crisis la visitaba con más asiduidad.
Iba por una avenida, de mucho tránsito, con los ojos muy abiertos y sin embargo sin ver nada… oscuridad total, no podía detenerse porque sería invariablemente atropellada por quien viniera detrás… pero sin poder ver si otro frenaba delante suyo… luchaba por encender las luces del coche… tampoco había luces encendidas en la calle, ni en los otros vehículos… y la velocidad no disminuía… seguía constante, no dependía de lo que ella hiciera… estaba a merced de algo que ni siquiera sabía de qué.
Estaba a merced de lo que otros decidieran para su día, no cabían espacios propios, tiempos de ocio.
¿Esa era la libertad por la que había bregado cuando era adolescente?.
Iba a ser independiente, tener su entrada económica, no estaría atada a la casa, saldría  a trabajar todos los días, no perdería contacto con la rueda cotidiana….
La soga había cambiado.
¿Malas elecciones?.
¿Debió ejercer de manera autónoma para no quedar sujeta a estructuras ajenas?
¿Resignar ingresos?.
 ¿Acaso tenía su vida algo especialmente diferente a la de otras miles y millones de mujeres que llevaban adelante su hogar, su trabajo, la salud de los viejitos de la familia, los compromisos infantiles?
¿Qué le pasaba a ella?.
¿Desde cuando?.
¿Era simplemente desagradecida por no tener una cruz en su vida sino contratiempos propios de una familia?
O sencillamente estaba cansada.
No era la altura del año, nunca creyó en eso, termina uno y comienza otro, las vacaciones tenían tantos horarios como los días laborales… claro que eran “horarios de esparcimiento”.
Una y otra vez las preguntas se agolpaban en su mente.
Para algunas tenía respuestas.
Para otras….se sumergía en su pesadilla.
Estaba segura de que en el fondo nada quería cambiar.
No podría prescindir de su familia.
Su marido era compañero, leal, fuerte…. acostumbrado a hacer y deshacer en su trabajo, aligeraba sus tareas cotidianas cuando podía, le demostraba su amor por la familia, por ella.
Sus hijos eran excelentes todos.
Absolutamente diferentes entre sí.
Sanos, felices, bullangueros, divertidos.
¿Cuál era su mosca en la sopa?.
La falta de tiempo personal.
Su mala administración de las pocas horas libres.
Fantasmas de problemas no resueltos.
Determinaciones difíciles de tomar.
La comodidad de que todo siga su cauce.
No tener un problema real.
Sea como fuere…. los pensamientos podían seguir su curso, atormentarla o anestesiarla… pero era decisión de ella quedar o no a merced de ellos también, tomarlos como un condicionante más en lugar de convertirlos en una vía de escape.
No podía vivir una vida de libreto, en la negligencia de acomodarse a lo que un guionista decida por ella.
Había que enfrentar la diaria lo mejor posible y convertir las cargas en ventajas, saber ver lo bueno dentro de lo conflictivo y salir adelante.
Estaba bien armada para eso…solo un poco cansada….desacelerando un poco, el cansancio pasaría… habría un tiempo más o menos tranquilo hasta que los vaivenes de la vida la llevaran hacia otro desafío, aunque este no consistiera en otra cosa que descansar tranquila.


Patricia Figura, setiembre de 2012.